Las tres penas del parricida de Albolote

Eliseo, el hombre que mató a sus padres a golpes en un cortijo de Albolote, pide perdón a sus hermanos en el juicio, que quedó visto para veredicto después de que reconociera ser autor de dos delitos de homicidio

El acusado, ayer.
El acusado, ayer.
Y. H. / Granada

30 de junio 2010 - 01:00

No se sabe aún cuánto tiempo pasará entre rejas Eliseo A.P., el hombre que mató a golpes el año pasado en un cortijo de Albolote a sus padres, con los que tenía ciertas desavenencias, pero no serán más de 25 años, porque eso es lo máximo que una persona puede estar privada de libertad en nuestro país. Su condena aún no se ha fijado; se decidirá una vez emita su veredicto el jurado popular que se constituyó ayer para el enjuiciamiento de su brutal acción. Ante sus miembros, Eliseo lo reconoció todo, salvo que fuese a casa de sus padres con intención de matarles. Por ello, el fiscal, que inicialmente pedía 34 años, rebajó a 24 su petición de cárcel, al concluir que el acusado cometió dos homicidios y no dos asesinatos.

La defensa de Eliseo se mostró de acuerdo con las consideraciones del fiscal, pero no pidió una pena concreta: dejó la duración de la condena por aquellos trágicos hechos, ocurridos el pasado 26 de agosto, "al arbitrio" del magistrado presidente del tribunal del jurado. Eso sí, puso de relieve que la pena que se establezca en la sentencia no será la primera para su cliente, que ya arrastra a su juicio otras dos. Una, la "angustia del recuerdo" de lo que hizo movido por una explosión de ira. La otra, "su profundo pesar" por sus familiares, que le insultaron a voces tanto a su llegada como a su salida de la Audiencia Provincial de Granada.

"Eliseo no quiere eludir su responsabilidad", subrayó insistentemente el abogado, resaltando que cuando golpeó a sus progenitores perdió el control de su agresividad "con tan graves consecuencias que sólo la justicia podrá restablecer el orden perturbado".

Eliseo, de 47 años, es un hombre normal y sin problemas mentales, según su abogado. Era encargado de obra hasta que el día de autos se convirtió en un parricida confeso. Ayer, tras el breve interrogatorio al que le sometió el fiscal -su defensa no le formuló pregunta alguna- hizo uso del derecho que le concede la ley de pronunciar la última palabra al término de la vista: "Sigo empeñado -dijo- en pedir perdón a mis hermanos; jamás en la vida quise hacerle daño a mis padres".

Al haber reconocido lo ocurrido, las partes renunciaron a la práctica del resto de la prueba (testigos y peritos) y el juicio quedó visto para veredicto.

En su informe final, el fiscal consideró que la conducta de Eliseo no fue alevosa, es decir, que ni acudió al cortijo con la idea de matarlos ni actuó aprovechándose de la indefensión de ambos. En este sentido, recordó que fue su padre quien le dio con la azada primero a él en la cabeza al verlo discutir con su madre. "La del acusado fue una respuesta desproporcionada, pero hay un primer golpe por parte del padre", apuntó el representante del Ministerio Público, al tiempo que se mostró convencido de que Eliseo "tiene derecho a una segunda oportunidad y a rehabilitarse en prisión". Resaltó también el hecho de que el acusado haya colaborado en todo momento con los investigadores y con la justicia, y comentó que además se ha mostrado dispuesto a renunciar a la parte que le corresponde de una herencia a favor de sus hermanos.

Los padres de Eliseo tenían él 70 años y ella 69. Los hechos ocurrieron sobre las 10.30 horas, cuando el acusado llegó acompañado de su hija y su novio al cortijo, situado en el Pago de la Joya de Albolote, para recoger unos útiles o materiales de construcción y devolver unos regalos. La relación con sus progenitores se había deteriorado mucho y mientras el procesado entró en la cochera para recoger un plato de ducha, se inició una discusión entre nieta y abuela. Eliseo acudió entonces a defender a su hija, momento en que su padre le golpeó con la azada en la cabeza. Su reacción fue brutal: cogió la azada y devolvió el golpe a su padre, al que siguió dando hasta que quedó inmóvil. Después, como la azada se había partido, con un hierro hizo lo mismo con su madre. Ambos progenitores quedaron inertes en el suelo. La hija permaneció fuera de la finca durante la dantesca escena. Eliseo se sentó y esperó a que llegaran la Guardia Civil y 061.

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