Un pendón, varias banderas
La presencia de grupos de ultraderecha y extrema izquierda se asimila a la tradición del día 2 de enero. No hubo incidentes en una celebración en la que se coló la protesta de la Policía Local.
Es lo que tienen las tradiciones, que se repiten sin dejar apenas un resquicio a la incertidumbre. Un año más, la capital acogió en la mañana de ayer el Día de la Toma con la procesión del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Granada, el tremolar del pendón, sus bandas de música, los inefables pajes ataviados con sus trajes de terciopelo, sus himnos y, como no, los insultos que, como ya es costumbre, se intercambian grupos de ultraderecha y colectivos de izquierdas que se apostan estratégicamente en la Plaza del Carmen. La única novedad es que este año la Toma ha tenido su punto de reivindicación laboral de la mano de un grupo de agentes de la Policía Local, que dedicó una sonora pitada a la corporación municipal tanto a la salida del Ayuntamiento como en el recorrido a la Catedral en protesta por el desarrollo de la negociación de su convenio colectivo.
No se notó el hecho de que la plantilla de la Policía Local decidiera no prestar servicios extraordinarios en el día de ayer ya que, según fuentes sindicales, el servicio quedó cubierto con agentes del turno de tarde. Lo que sí se escuchó fue la pitada a la corporación municipal. Ni el alcalde, José Torres Hurtado, ni el concejal de Personal, Juan Antonio Fuentes -encargado de la negociación con los agentes-, pudieron disimular un gesto de contrariedad al pasar por donde estaban apostados los agentes.
Los pitos de la Local no fueron los únicos. Poco después de las once de la mañana medio centenar de personas pertenecientes a la Plataforma contra el 2 de enero ondearon banderas andalucistas e independentistas al grupo de "No eran moros, eran granadinos" y "No se celebran los genocidios". Carlos Ríos, perteneciente a esta plataforma, alegó que un año más solicitan que se sustituya la celebración de la Toma por el Día de Mariana Pineda, el 26 de mayo. Sobre su presencia en la Plaza del Carmen, Ríos alegó que "nosotros también somos granadinos y por lo tanto también estamos convocados".
Las proclamas de este grupo fueron contestadas por dos pequeños grupos de ultras -que podían sumar otro medio centenar- que, ataviados con banderas preconstitucionales, clamaban vítores a España y crudos insultos a los que no compartían su fervor patriota.
Los actos conmemorativos oficiales comenzaron en el Salón de Comisiones con la entrega del estandarte real -réplica del confeccionado por Felipe II en 1619 sobre el modelo original de los Reyes Católicos- por parte de la edil de Turismo, Presidencia y Fiestas Mayores, Rocío Díaz, al concejal de Economía, Francisco Ledesma, que se encargó de portarlo en una comitiva -liderada por un figurante disfrazado de moro- que fue escoltada por gastadores del Ejército y que se desplazó desde el Ayuntamiento hasta la Capilla Real.
Una vez en el recinto religioso, un año más la tradición marcó el ritual. Miembros de la corporación local, fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y representantes institucionales, como el subdelegado del Gobierno, Santiago Pérez, asistieron a la homilía del arzobispo de Granada, Javier Martínez, dio "gracias a la tradición de la que somos hijos" para posteriormente recordar que la rendición del reino nazarí en 1492 "fue extraordinariamente humana" en comparación con otros conflictos de la época gracias "a la fe" de la reina Isabel.
Tras justificar la efeméride, el arzobispo también quiso dar su punto de vista sobre la crisis, "una situación que genera desajustes, malestar y hasta desórdenes sociales". Para superar estas dificultades, monseñor Martínez afirmó que "es necesario recurrir a nuestros recursos de la fe cristiana". El arzobispo también pidió "por la unidad de España" ya que "no se rompe una nación sin dolor".
Una vez finalizada la misa, el portavoz del equipo de gobierno, Juan García Montero, procedió a tremolar el pendón ante los sepulcros de los Reyes Católicos y el altar de la Capilla Real, tras lo que devolvió el estandarte a Ledesma. Una vez concluida la ceremonia religiosa, la comitiva salió del templo camino de la Plaza del Carmen, trayecto en el que también se pudieron escuchar vítores y pitos.
Ya en el Consistorio de la capital, se repitió una vez más el ceremonial. Mientras se interpretaban los himnos de Andalucía y España los grupos de ultraderecha y extrema izquierda subieron el volumen de las protestas, aunque esto no afectó al protocolo marcado por el acto. El momento álgido de las protestas llegó con el himno de España, coreado con la letra franquista por algunos asistentes al acto, que lucían banderas preconstitucionales.
El alcalde, José Torres Hurtado, incidió en que la conmemoración de la Toma es "una fiesta familiar" y recalcó que sirve para recordar la creación de la nación española.
Además, recibió con agrado la iniciativa de la Diputación provincial, que ha instado a la Junta de Andalucía -que no tuvo ningún representante en la celebración- a solicitar su declaración como Patrimonio de la Humanidad a la Unesco.
El concejal de Economía, ya desde el balcón del Ayuntamiento, tremoló el pendón y repitió tres veces el rito de "Granada" a lo que los asistentes respondió el tradicional "¿qué?", aunque alguna asistente innovó con un sonoro "bien". Ledesma cerró el ceremonial repitiendo la leyenda "Granada, Granada, Granada, por los ínclitos Reyes de España don Fernando V de Aragón y doña Isabel I de Castilla. Viva España. Viva el Rey. Viva Andalucía. Viva Granada", que fueron sonoramente coreados por los casi tres mil asistentes al acto, que finalizó cuando apenas faltaban diez minutos para las dos de la tarde.
Asistentes y banderas se retiraron entonces de la Plaza del Carmen. Hasta dentro de 364 días.
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