Emilio Herrera cardenete. director DE LA ets DE ARQUITECTURA

"Si pensamos cuántos arquitectos van a trabajar, tendríamos que cerrar la escuela"

  • Médico de edificios, enseña rehabilitación en la Escuela que es cantera de una de las profesiones más castigadas por la crisis En unos meses afronta el traslado al Realejo

Defiende la naturaleza vocacional de una profesión a la que echa "horas y horas". Emilio Herrera (Granada, 1951) cursó estudios en Sevilla pero ha desarrollado toda su carrera en Granada. Entró en la Universidad en el 77, fue el anterior decano del Colegio de Arquitectos y desde hace dos años dirige la ETS de Arquitectura, donde imparte clases de Patología de la Edificación. "Lo que enseño es lo que sé". La rehabilitación de inmuebles le llevó a trabajar como asesor del Arzobispado de Granada, cargo desde el que participó en la rehabilitación de la Virgen de las Angustias o la Abadía del Sacromonte. También formó parte durante cuatro años de la comisión técnica del Patronato de la Alhambra y, de 1998 a 2000, fue director de Urbanismo del Ayuntamiento de Granada. Ahora afronta el reto de trasladar la Escuela al nuevo edificio tras un exilio que ha durado demasiado.

-¿Satisfecho con el nuevo edificio para la Escuela de Arquitectura? Les ha costado...

-Muchísimo, mucho las dos cosas, muy satisfecho pero nos ha costado. La Escuela cumple el año que viene los 20 años, de los que diez han sido un periodo de nómada. Por otra parte el curso que viene se habrá implantado el nuevo plan de estudios y ya no habrá ningún curso de la titulación antigua. El grado continuará con el máster habilitante, que es el que capacitará para ejercer como arquitecto.

-¿Por qué ha costado tanto el nuevo edificio?

-Las obras se han hecho en dos fases. El concurso de arquitectura, que fue internacional, lo ganó Víctor López Cotelo, que es catedrático, ya jubilado, de la Escuela de Arquitectura de Múnich y tanto el proyecto como la obra que se está realizando es modélica. Hubo un concurso para empresas y se abordó una primera fase de obras por unas empresas que no llegó a buen puerto. Rescindieron el contrato y los trámites económico, administrativo y técnico para contratar a otra empresa fueron larguísimos. La UTE de las dos empresas españolas que han entrado están haciendo una obra de la que me consta que el arquitecto está muy contento. Nosotros, como usuarios y por el conocimiento profesional que tenemos, nos damos cuenta de que no es una obra habitual por la calidad arquitectónica y constructiva.

-No podía ser de otra manera, siendo la futura sede de la Escuela de Arquitectura...

-Hay veces en las que un proyecto, por cuestiones económicas o porque la empresa tienen un tope, se llega hasta donde se puede llegar. Pero este edificio tiene el sello germánico.

-Va a merecer la pena la espera...

-Sin duda. Es una suerte ser el director que va a dirigir el traslado. La obra fue promovida a medias por la Universidad y el Ministerio de Fomento a cargo del 1% cultural.

-Que, por cierto, ha desaparecido...

-Sí, parece que en este momento está difuso.

-Estrenar una nueva sede parece que invita a que se aumente el número de plazas... ¿será así?

-En la junta de centro se tomará el acuerdo del número de plazas. Tradicionalmente se ha pedido rebajar en un 5% el número de plazas del curso anterior. Por primera vez se va a aceptar el número de plazas. No es un curso para, al mismo tiempo que se estrena el edificio, acometer grandes cambios, pero sí está claro que hay una filosofía de menor restricción. Ello dentro de que la idea que tenemos es que la Escuela de Granada se mantenga en un tamaño adecuado para la formación de los arquitectos.

-Y en función de las salidas profesionales...

-Bueno, casi cualquier escuela, por pequeña que sea, es excesiva tal y como están las cosas. Pero para la calidad de la enseñanza no podemos ser una escuela de 3.000 alumnos. Tenemos 1.600 que es ya un número excesivo. Es cierto que con la enseñanza de grado y máster esperamos que el paso por la Escuela sea más fluido y la bolsa de alumnos disminuya algo.

-En otras universidades, como en la Rey Juan Carlos de Madrid, ya se baraja suprimir títulos, incluso de grado, por la falta de demanda en el mercado laboral...

-En una situación como la que vivimos, de crisis, los profesionales están parados y los alumnos tienen que salir. Dicho esto, la crisis la superaremos pero no se volverá a la situación anterior. No cabe duda de que los estudios de arquitectura permiten una diversidad de líneas de trabajo que no son, sistemáticamente, hacer proyectos y hacer obras. Esa versatilidad que da la enseñanza de una profesión tan amplia, con planteamientos tecnológicos, creativos o humanistas, me hace ser optimista. Evidentemente, no pienso que todos los arquitectos van a tener un estudio, van a proyectar y van a dirigir. Hay que plantear la formación bajo requerimientos actuales, basados en cuestiones medioambientales. Hacer edificios será una función, evidentemente, pero no la que va a dar trabajo a todos los titulados. Es muy difícil decir cuántos profesionales deben salir de la escuelas. Si tuviéramos en cuenta cuántos van a trabajar, tendríamos que cerrar la mayoría de las escuelas. Cerrar. La recolocación de los que hay fuera es inviable. El trayecto universitario es de formación, de colocar al alumno al servicio de la sociedad, pero la visión de cuál es ese servicio, ese trabajo, tiene que estar menos encasillada.

-No se lo ponen fácil. Un reciente comunicado del Colegio de Arquitectos arremetía muy duramente contra la Ley de Colegios y Servicios Profesionales...

-No admite ninguna consideración que no sea el factor económico. Se va a cargar una profesión como la de arquitecto. En modo alguno Europa tiene modelos similares a los que se propugnan en esta legislación. Combinar una formación como diseñadores, creadores e ingenieros conforma un modelo de enseñanza admirado en la mayoría de los países, donde también se admiraba la labor de los colegios. En momentos más grises, en años de menos libertades, eran los ámbitos desde los que se podía tener un determinado nivel de opinión y de actividad. Toda esta trayectoria ha pasado al olvido. La competitividad debe basarse en tiempo, dinero y calidad, y aquí se quiere ser competitivo con tiempo y dinero, y hacer cosas muy baratas. Para eso se lo encargas a los chinos. Se trata de hacer cosas, con unos costos razonables, pero sin perder la calidad, si no, apaga y vámonos.

-Se muestra muy rotundo.

-Fui el decano anterior del Colegio, durante desde el 86 al 90, momentos de muchísima ilusión, y he vivido varias crisis económicas, no tan largas, sí muy duras, pero puedo hablar con esa perspectiva que da el tiempo y el conocimiento de lo profesional y de lo académico.

-Ante este panorama, ¿cómo llegan los alumnos? ¿les ve desencantados, críticos con la situación en la que está la profesión?

-Llegan con una gran ilusión. En algunos casos sí tienen capacidad de crítica, basada en el conocimiento de la situación, y en otros surge de manera inmediata al llegar a la Universidad. Pero el que entra aquí lo hace con ilusión. Por eso aquí no pasa lo que señalan algunos medios de comunicación y que efectivamente ocurre en otras carreras técnicas, donde hace unos años había unas notas de corte altísimas. Ahora hay escuelas que se han quedado con un 5. En dos estudios no ha sido así, Telecomunicaciones y Arquitectura, donde se han quedado fuera casi 200 aspirantes y la nota de corte se ha quedado por encima del 7. Esto no se explica si se pone en relación con la crisis, sino con el hecho de que es una profesión de referencia clarísima. Es una carrera muy vocacional. Pero a una penumbra en cuanto a las posibilidades de encontrar trabajo se une que, encima, es una carrera muy dura, muy bonita pero muy dura.

-¿Cuál es la tasa de abandono en el primer curso?

-Ha bajado bastante. No se la sé decir, pero sí ha bajado. La tasa de abandono no es mayor que en otros centros, en cualquier ingeniería. En la titulación anterior la carrera era de cinco años pero la media era de ocho o nueve años. Los años de estudio podían ser seis o siete, a lo que hay que sumar el proyecto de fin de carrera, a lo que raramente se dedica menos de un año.

-¿Cómo valora usted las exigencias el decreto de becas en una carrera tan exigente como Arquitectura?

-Yo matizaría que en estas cosas no se puede ser blanco o negro. Introducir la calidad en la respuesta del alumno, en su expediente, no me parece mal siempre que no se llegue a eliminar posibilidades de estudio, que sólo puedan hacerlo los que tengan medios. Las becas tienen que facilitar que quien no tenga medios pueda estudiar, pero eso no está reñido con pedir responsabilidad a quien se le concede una beca.

-¿Ha recibido peticiones de alumnos que tengan que abandonar los estudios por falta de recursos?

-Siempre hay, siempre. También hay situaciones que sabemos que existen. Hay alumnos que tienen que dejar de estudiar por cuestiones económicas. Ahora hay un número de reclamaciones de este tipo significativo. Se dan situaciones muy particulares, que se atienden lo mejor que se puede.

-Quizá en esta titulación se den más porque es una carrera cara...

-Lo es. La simple copistería es cara. Pero la Escuela está abierta, los alumnos pueden venir a trabajar de noche en la medida en que tienen que hacer trabajos en grupo, y tienen que reunirse y requieren mesas. Eso lo suelen hacer en la Escuela.

-Esas son algunas de las dificultades a las que se enfrentan los que estudian. Pero en relación con los que ya obtuvieron su título, ¿qué opina del reglamento del Ministerio que permitirá a los arquitectos 'homologar' su título al grado de Bolonia? Ha sido muy criticado por los ingenieros, por ejemplo.

-En la Politécnica de Valencia los títulos que superan los 300 grados son considerados máster, de tal manera que un arquitecto de la titulación anterior puede hacer el doctorado en Valencia después de acabar los estudios de Arquitectura. La semana que viene empezamos unas jornadas de planes de estudio en las que van a venir a explicar su sistema de Madrid, Sevilla y precisamente Valencia y a partir de ahí remodelar el plan de estudios del grado y aprobar el plan de estudios del máster, que comenzará en el curso 2015/2016.

-¿Y cómo quedan los titulados anteriores a Bolonia en la Universidad de Granada? ¿tienen dificultades para trabajar en el extranjero?

-A los titulados, siendo un título con un mayor número de créditos que un grado incluso con el máster, no se les reconoce que tengan ese nivel. Se están haciendo acreditaciones, digamos que de andar por casa, que surten su efecto, pero no dejan de ser situaciones irregulares cuando se trataría de ver cuales son las atribuciones, la capacidad que se tiene en cuanto a aprendizaje. Ahí quienes trabajan en el mundo de la empresa están teniendo más dificultades, como ocurre con los ingenieros. En el caso de los arquitectos este problema ha sido inferior. En la mayoría de los países los arquitectos españoles tienen un nivel superior al de los que trabajan en ese país.

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