La Costa Tropical está formada por un buen número de acantilados, pero en los cauces de los ríos y ramblas el sedimento transportado hace que se hayan formado playas. Las que miran hacia poniente tienen el problema de que los temporales en los que azota este fuerte viento se suele llevar la arena que luego deposita en las de levante. Así, cada año, la Dirección General de Costas, debido a esta dinámica del litoral, se tiene que gastar miles de euros para devolver la arena a las playas que han sido arrastradas por el mar.

A este problema se une desde hace casi una década que la Presa de Rules impide que el río Guadalfeo transporte sedimento hasta la playa, buena parte del cual se está acumulando en el propio embalse, y éste es el que falta en la costa y que acrecienta la situación. Lo que se traduce en que la superficie que se está cubriendo en el pantano podría estar en las playas si no se hubiera construido esta infraestructura.

De hecho, según informa Fernando Alcalde, de la organización ecologista Buxus, "la presa está acumulando más sedimentos de lo que esperaban". Esto resulta inversamente proporcional a la falta de aportes del litoral. Sin embargo, en las zonas donde existen diques, como en el caso del Puerto de Motril, la playa se hace cada vez más grande, lo que ocurre en la Playa de Poniente.

"Es una manifestación reconocida que a la costa le falta el sedimento que traía antes el río", explica el catedrático de la UGR Miguel Ángel Losada, que añade que, concretamente, "Playa Granada está adaptándose desde 2004 a la situación de no tener el sedimento que ya no lleva el río". Además, hay ocupaciones que antes no estaban en esta costa de carácter regresivo que está destinada a ser la zona turística por excelencia de Motril, como un hotel, un campo de golf o varios chiringuitos.

Para Antonio Martínez, de Ecologistas en Acción, algunos problemas derivados de que sea una costa "tan dinámica" es que "existen terrenos declarados urbanizables que ahora pertenecerían al dominio público marítimo-terrestre". También algunas de las nuevas construcciones, que en el momento de proyectarse sí respetaban la preceptiva servidumbre, después no lo harían. De momento, la única solución es seguir "tirando" -como creen los ecologistas- dinero al mar aunque la lucha contra la naturaleza es implacable y la acción del ser humano impredecible. "Por eso, la Ley de Costas plantea una zona donde no se puede construir. La Junta lo que ha hecho con el decreto del litoral es alejar las construcciones de la línea de costa, para que los procesos dinámicos actúen normalmente pues a todos estos problemas de erosión se suma el cambio climático que hace que el nivel del mar suba", explica Alcalde.