José maldonado lozano. pediatra del área de nutrición infantil del materno

"La pobreza infantil va a llevar a esos niños a problemas de malnutrición"

  • Socio de Honor de la Asociación Española de Pediatría, cree fundamental abrir los comedores escolares para garantizar a todos los menores una dieta equilibrada

-¿Existen casos de desnutrición en Granada?

-Hay casos de malnutrición, seguro. Una cosa es cuando hablas de la malnutrición global, lo que asociamos con niños delgaditos, que suele estar vinculada con enfermedades crónicas, y luego están las malnutriciones parciales, es decir, la falta de hierro, de calcio... que se traducen en anemias crónicas o problemas óseos, no sólo ahora, también en su vida de adultos si no se corrigen ahora. La malnutrición no es sólo el niño delgadito, hay otra que es mucho más delicada, que está ahí pero que no se quiere ver.

-¿Cuáles son las causas de esas malnutriciones?

-La falta de recursos. No comen adecuadamente primero porque faltan recursos educativos y no sabemos alimentar bien a nuestros niños y, por otro, lado hay familias que no tienen capacidad económica para atender adecuadamente la alimentación de sus hijos. En España se hizo un estudio, enKid, que demuestra que hay una serie de déficits en nuestros niños, de hierro, de calcio y de zinc fundamentalmente, y que sólo el 25% de los niños tienen una alimentación adecuada. Del resto, un 20% hacen una muy mala alimentación. Esa es la raíz de la malnutrición.

-¿Qué solución tienen esos casos?

-Por un lado es educativa y por otra social. Que los padres que tengan recursos compren productos adecuados y cuando eso no sea posible, la Administración es la que tiene que supervisar que sea así con comedores escolares, con comedores que abran también los días festivos, en vacaciones... para que los niños que no tengan recursos reciban una parte de esa alimentación adecuada todos los días. Eso ha estado funcionando en Andalucía o en Madrid, pero el problema que se está encontrando es la financiación económica.

-¿Qué papel tienen los profesores y médicos ante esos casos?

-El médico puede detectar problemas de malnutrición que no sean evidentes. Un niño esté bajo de peso u obeso, eso lo ve cualquiera. Y en los colegios debe haber una parte educativa muy importante. A los padres hay que enseñarles qué es una buena alimentación y a los niños cómo alimentarse adecuadamente. El comedor no debe dar sólo el alimento, debe tener una función educativa, de enseñar cómo combinar alimentos y comer de forma saludable. Y eso es algo que se tiene olvidado.

-¿Y eso cómo casa con la apuesta desde la Junta de extender las líneas frías?

-El tema de las cocinas en los centros lo tienes que manejar muy bien. Tienen un costo, tienes que tener un personal adecuado, comprar los alimentos... tienen un trabajo que con un catering el centro se lo ahorra. Hay que vigilar qué comen y qué sirve el catering.

-¿Y eso se hace?

-Eso no lo sé, no he participado nunca en la vigilancia de un comedor. Me imagino que sí.

-¿Cómo reaccionan los padres cuando se les dice que su hijo sufre malnutrición?

-Depende de la malnutrición. Cuando les dices que tiene anemia, te dicen" corrígeme el hierro". El problema es si te doy el hierro y no corriges la alimentación el problema va a volver a surgir. Está visto en países del tercer mundo que niños con déficit de hierro crónico luego sufren déficit intelectual del que no se recuperan. A los padres hay que enseñarles cómo tienen que alimentar a sus hijos, y también las consecuencias de esas malnutriciones puntuales. Le tienes que decir cuál es el problema.

-Pero los padres consultan con sus pediatras temas de alimentación con frecuencia...

-Cada vez se hace más hincapié en la alimentación, pero no hay una gran formación en cómo alimentar. Ese es un déficit social.

-¿Eso se debe a que los padres delegan en los comedores escolares esa responsabilidad?

-En parte sí.

-¿Llegan más consultas por temas de alimentación en la adolescencia? ¿Qué patologías presentan?

-Que los adolescentes consulten al médico es más difícil por las propias características de la adolescencia. Detectamos más la anorexia nerviosa, la bulimia o los cuadros mixtos, y esos llegan cada vez más y cada vez más jóvenes. El adolescente, por el hecho de serlo, tiene una serie de riesgos nutricionales. Tenemos que pensar que durante la adolescencia hacemos el 50% de nuestro peso corporal, el 25% de la talla y el 50% de la masa ósea que vamos a tener de adulto. Necesitamos más sangre y eso requiere un aumento de hierro. Ese adolescente, que necesita comer más, come peor, toma muchos alimentos 'vacíos', muy calóricos pero con pocos nutrientes... Si, además, la fuente de alimentación equilibrada, que puede ser el comedor escolar, de golpe lo suprimimos, le ponemos en riesgo. Lo que creamos son enfermos para el futuro. Pienso que es un error, por qué hoy me dais comida y mañana, porque en el calendario pone que tengo un año más ya no puedo comer. No tiene sentido. O lo mantienes o buscas otra salida. Y más cuando son grupos en riesgo, niños que vienen de zonas de marginación. Los tenemos que atender, y eso depende de nuestras instituciones, de nuestras autoridades políticas.

-¿Les han llegado casos?

-No, aquí se ingresan chicos con trastornos alimentarios, que es otro problema, o niños con enfermedades crónicas. Pero, 'sanos', sin enfermedad, que ingresen por una malnutrición no llegan. Llegan a la atención primaria, y ahí, donde tenemos muy buenos profesionales, es donde se tratan esos casos.

-Las advertencias que se hicieron en años anteriores de que habría casos de desnutrición a causa de la crisis, ¿se han dado, efectivamente?

-Sí, sí. Si uno lee los informes, en España uno de cada tres niños están en el límite de la pobreza y hace poco se publicó que estábamos llegando a dos de cada tres. Estamos hablando de muchos miles de niños. Y esa pobreza les va a llevar, entre otros problemas, a problemas de malnutrición.

-Esa malnutrición en ocasiones se traduce en obesidad, una patología que algunos estudios relacionan precisamente con la falta de recursos económicos.

-Hay muchos. Estamos llegando a unas cifras muy altas, por encima del 20% e incluso en algunas zonas del 30%. La obesidad sienta las bases de alteraciones sobre todo cardiovasculares, endocrinas y de motilidad por sobrecarga de articulaciones. Sí tenemos un problema, y muy serio. El problema, y volvemos a lo mismo, de esos niños es la mala alimentación. Compro alimentos muy energéticos, con mucha grasa, muchos hidratos de carbono, el niño se sacia y además son baratos. Y además la industria me oferta por el mismo precio más.

-¿Cómo funcionan los planes para atajar la obesidad?

-El problema es que fracasan casi todos. Cuando los quieres expandir, fallan. Se ha hecho mucho, incluso por parte de la Administración central. Primero se necesitan recursos, lo que significa personal. Cuando se plantean la lucha contra la obesidad se dice 'eso lo tiene que hacer el médico' ¿qué médico? El mismo que tiene que atender al resto. Necesito psicólogos, educadores físicos, asistentes sociales... si no tienes ese equipo, el plan sobre el papel es precioso pero a la hora de la práctica no funciona. ¿Dónde funciona? En centros en lo que hay equipos establecidos, con gente comprometida. Puedo asegurar que hay mucha gente así, pero cuando tienen que compartir esa tarea con otras es más difícil que se pueda atender. Los planes están muy bien, pero hay que dotarlos.

-Entonces no se está arreglando el problema.

-Claro. Se están poniendo parches. Tengo que reconocer que se intenta arreglar, pero no acabamos de dar el paso definitivo.

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