¿Por qué no podemos ser amigos?
Puede parecer imposible, pero si hay respeto mutuo y comprensión por el trabajo del otro, es factible que entre un periodista y un político se establezca algo cercano a la camaradería; incluso hasta a la amistad
Me comentan que un político que no salió muy bien parado en uno de los primeros patios, hace ya de esto como seis meses, tiene ganas de hablar conmigo. Pero de buenas maneras, para aclarar las cosas tranquilamente, para arreglar algo si es que estaba roto y para terminar hablando de esto y de lo otro, si es posible con el inconfundible y agradable ruido de una taberna como telón de fondo. Vamos a medias, aviso. Si no, no hay trato.
Ese encuentro lo veo fetén, magnífico, extraordinario. Desde la base del respeto y la comprensión mutuas, lo suyo es que los que tenemos la obligación de chocar profesionalmente nos llevemos bien. Eso no excluirá la posibilidad de que de vez en cuando nos critiquemos, naturalmente; pero si esa base de la que hablo es sólida, si queda claro que la crítica, en las dos direcciones, nunca es personal, no sólo puede haber una relación cordial entre político y periodista, sino, fíjense lo que estoy diciendo, hasta algo parecido a una amistad. Sí, así como suena, no es una errata. He dicho amistad.
Así, a bote pronto, recuerdo haber pasado un rato muy agradable hablando con un político granadino sobre música, concretamente sobre un genio alcohólico ya fallecido a quien uno y otro admiramos.
Confieso también que el otro día me picó el gusanillo cuando otro de nuestros próceres, al que vi el 1 de mayo, me comentó que justo después de que terminara la marcha se iba pitando a Murcia para ver un concierto que tenía un cartel la mar de guapetón. No me importaría en absoluto pasar una tarde charlando con él; en ningún caso sobre política o periodismo, que menuda ordinariez hablar de trabajo en horas de ocio. Mucho mejor si es sobre nuestras bandas favoritas, sobre los discos que marcaron nuestra adolescencia y cosas as; y si ya resulta que compartimos fobias -ahí van dos de las mías: Queen y Radiohead- ya sería la repanocha. Lo reconozco sin ambages: prefiero hablar de música que de política. Ojalá que a él le pase lo mismo.
De casi todo, pero casi nada de política, hablé un día, mientras esperábamos en la puerta de un juzgado, con otra política que me resulta realmente encantadora, que siempre que me ve me saluda efusivamente y que, lo que me parece más importante, percibo que lo hace de corazón.
Como sincero veo también a un tipo que trabaja en la Plaza del Carmen y con el que he quedado un par de veces, y cito sus palabras, "debajo de los güevos del caballo" para dialogar. Hasta ahora ha sido de la cosa pública, qué se le va a hacer, pero no descarto que la cosa vaya más allá y entremos en terrenos sin duda más interesantes. No sé por qué, pero me da que si le saco el tema de los vinos de la tierra,eso podría dar su juego.
Y, para cerrar el círculo, me cuentan que ese hombre que ahora quiere quedar conmigo sabe mucho sobre montaña y especialmente sobre Sierra Nevada, que es algo que me fascina, quizás porque soy de puerto de mar.
O sea, que no debemos perder la esperanza. Del mismo modo que se puede encontrar una rosa en un estercolero, también se puede uno congraciar con un puñado de tipos que a lo mejor ni tienen la culpa de haberse metido a políticos. Pecados más gordos hay...
Dicho todo lo anterior, añado que estoy dispuesto al buen rollo, pero que todo tiene un límite. Y esto va por un político en concreto al que me he negado a citar en patios anteriores para que no pareciera que en mi comentario había un tufo de venganza. Como ya ha pasado más de medio año, supongo que esa prohibición moral ha prescrito.
No diré su nombre, porque estamos entre damas y caballeros, pero sí que a un fotógrafo y a un servidor nos dejó plantados un día que le íbamos a entrevistar y ni siquiera fue luego para llamar y pedir excusas. Si está leyendo esto, que no lo haga ya, por favor. No es que yo guarde más que una arca, como dice mi compañera Ana, pero hay cosas por las que no paso.
PD: El título de este patio es la traducción de Why can't we be friends, canción que popularizaron los gamberretes Smash Mouth. La música es que me puede, qué le vamos a hacer...
También te puede interesar
Lo último
Contenido ofrecido por el Colegio de Veterinarios de Granada
Contenido ofrecido por Aguasvira
Contenido ofrecido por CEU en Andalucía