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#PolarAranda, el hashtag con el que los universitarios de Granada protestan por el frío

Aula de la UGR.

Aula de la UGR. / antonio l. juárez / PS

Granada es una ciudad de extremos. En lo meteorológico también. La alternancia entre el estío y la temporada invernal se salda en la ciudad en cuestión de unas jornadas, el entretiempo, que apenas permiten un aterrizaje algo forzoso en la siguiente estación, que ya se sabe que en Granada son cuatro, verano, invierno, la de tren y la de autobús.

Las temperaturas este mes de noviembre son reflejo de esos cambios bruscos y si el 1 de noviembre hizo un día casi de playa, con máximas de más de 25 grados en buena parte de la provincia, ahora el ambiente es más fresco e incluso ha nevado en la Sierra. El pasado viernes 18 de noviembre la temperatura máxima alcanzada en las horas centrales del día fue en Granada de 13,7 grados mientras que el lunes se llegó a los 14,2 grados. Los universitarios, evidentemente, también han percibido esa bajada de las temperaturas y lo han hecho en su entorno habitual, las aulas.

Por otro lado, desde la Universidad de Granada ya se indicó que se cumpliría con las medidas aprobadas por el Gobierno para promover el ahorro energético. En esta línea, se señaló que en los centros universitarios no se podrán superar el umbral que va de los 19 a los 27 grados en el lugar en el que estén instalados los aparatos de climatización. No se permitirán calefactores ni estufas. Fuentes de la Oficina de Gestión de la Comunicación indicaron que "la temperatura que oficialmente debe haber en los espacios es de 19 grados. Si baja de esta temperatura, se enciende la calefacción". Además, las mismas fuentes aclararon que "cada centro gestiona de forma autónoma" el encendido de la caldera.

Con estas mimbres, la llegada del frío y las medidas de ahorro energético, los estudiantes han tirado de humor y creado el hashtag #polarAranda, en un juego de palabras con el nombre de la rectora de la Universidad de Granada, Pilar Aranda. Bajo esta etiqueta, en redes sociales se pueden leer mensajes de queja acompañados en ocasiones con fotos de los propios estudiantes abrigados en clase, en la biblioteca o de ventanas abiertas en las facultades.

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