Granada

José Miguel Castillo Higueras: El político encaprichado

  • Se convirtió de nuevo en protagonista de la vida política granadina en 2008 porque encajó sin pudor en la ejecutiva del PP pese a ser miembro histórico del PSOE. Así contábamos en Granada Hoy su penúltimo viraje vital tras una larga conversación: 

José Miguel Castillo Higueras: El político encaprichado

José Miguel Castillo Higueras: El político encaprichado

Es 2008, tiene 61 años, pero cierra las discotecas de la ciudad cada fin de semana. Hizo figurar su insigne apellido en un carné del Partido Comunista en tiempos de clandestinidad y le compró a la Tarasca unas braguitas en un sex shop para cuidar hasta el último detalle de las rancias tradiciones granadinas a las que él mismo dio relumbrón... ¿Surrealismo? Es José Miguel Castillo Higueras, artista, aunque político.

Él es el protagonista estos días de la vida política granadina porque ha encajado sin pudor en la ejecutiva del PP, pese a ser miembro histórico del PSOE y seguir comulgando con el socialismo, una bipolaridad que nadie se explica más que echando mano de su curriculum. Ha llevado una vida personal y pública llena de aparentes contradicciones con las que él convive en armonía y eso le lleva a extrañarse de que otros (en este caso los miembros de su partido) se echen las manos a la cabeza con sus posiciones.

Castillo Higueras fue concejal y teniente de alcalde de la ciudad de Granada como representante del Partido Comunista, pero salió de aquel partido por "decisión personal" cuando entendió que si él viviera en un país del Este "estaría en un campo de concentración por defender las libertades". Siempre concibió la política local de una forma muy personalista y por su admiración al ex alcalde Antonio Jara formó parte del núcleo duro de su gobierno durante todos los años 80, pese a no tener la afiliación socialista hasta después de 1987. Ahora esgrime en su favor que la decisión de asesorar al PP se debe a su amistad con Sebastián Pérez (presidente provincial de los populares). No es una novedad, pues, que Castillo Higueras ponga las relaciones personales por encima de las siglas de una formación política. Su trayectoria en el Ayuntamiento de Granada fue extensa e intensa. En esos 12 años no pasó inadvertido y, aunque por su perfil de artista se le recuerda más como concejal de Cultura, fue también titular de Hacienda y de Urbanismo, con responsabilidades como el impulso de un Plan General de Ordenación Urbana que estuvo vigente durante16 años.

Las relaciones institucionales fueron uno de sus puntos fuertes, otra cosa en común con Sebastián Pérez. Su pensamiento progresista no lo eximió de llevar a cabo una operación de rescate de la completa parafernalia de todas aquellas tradiciones "que le dan sentido a una ciudad histórica", como la celebración del Día de la Toma. Tuvo que convencer a muchos 'rojos' como él para vestir de chaqué y participar en celebraciones con sentido religioso, y eso le llevó a tener discrepancias conocidas con algunos compañeros de partido y de gobierno como el ex alcalde Jesús Quero.

Todo ese tradicionalismo que él resucitó en el Corpus, en la Semana Santa o en el Día de la Toma no tiene para Castillo Higueras más que un carácter estético, que le aporta proyección y cultura a la ciudad. De hecho, confiesa que nunca sintió nada especial cada una de las muchas veces que le correspondió tremolar el pendón de Castilla en el balcón del Ayuntamiento.

Por las relaciones de su familia, por su propio carácter y por su dedicación, este "quinceañero mental" ha cultivado amistades con grandes artistas, en especial pintores y escritores. El acontecimiento de su vida política activa que recuerda con mayor orgullo fue la declaración de Manuel Ángeles Ortiz como Hijo Adoptivo de la ciudad en vida y presencia del propio pintor. Para Castillo Higueras aquel fue un paso fundamental en el rescate de la Generación del 27 y del propio Federico García Lorca.

Los 80 fueron unos años en los que casi todo en política estaba estrenándose y personajes como José Miguel Castillo, con todas sus aparentes contradicciones, no resultaban tan sorprendentes como ahora, cuando pertenecer a las filas de un partido y asesorar al contrario parece una situación imposible que los estructurados aparatos políticos no pueden permitir. No son tiempos para políticos con caprichos de artista. Quizás por eso, el ex edil asegura ahora que no persigue ningún cargo importante. Prefiere tener tiempo para pasear por el Zaidín, sacar a sus perros, ver a sus amigos, asistir a exposiciones, y ¿por qué no?, para bailar en discotecas.

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