Ayer y hoy

Prostitutas 'limpicas' en la Granada de ayer

  • El problema del 'colectivo meretrices' era el de la higiene

  • Nada se decía del 'colectivo clientes'

  • El ministro Illa debía recomendar dos mascarillas: la de metacrilato, más carilla, y para la cara, la baratilla

Protestas y reivindicaciones en contra y a favor de la prostitución.

Protestas y reivindicaciones en contra y a favor de la prostitución. / G. H.

Leemos que con esto del coronavirus las prostitutas son "mercancía desechable" al estar desprotegidas y ser foco de infección. Recordemos que contra la prostitución se manifiesta la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 4º: "Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas". Pero ha existido siempre, existe y por lo que veo existirá, al parecer como "mal necesario" a falta de voluntad ética y política. Y uno de los más graves problemas que afecta al colectivo de prostitutas es el relacionado con su salud física y mental al carecer de apoyo y asesoramiento especializado. Pero no se analizan los problemas físicos y mentales del "colectivo de clientes".

A lo largo de los siglos se recogen medidas que intentaban poner remedio sanitario a las prostitutas, pero no a los clientes que son los que dejan sus húmedas huellas sobre la mujer como si de una letrina pública se tratara. Juana la Loca reguló el trato a las mujeres públicas frente a los abusos de Martín Sánchez, el padre de la mancebía en Granada. El 12 de agosto de 1539 se pregonaron en la Plaza de Bibarrambla unas ordenanzas municipales para acabar con los abusos que se cometían con las rameras.

Anuncios en la prensa local. Anuncios en la prensa local.

Anuncios en la prensa local. / G. H.

El maltrato que sufrían obligó a Carlos V y a su madre Juana a emitir unas ordenanzas para poner orden, siendo que eran reyes por la gracia de Dios y parece que estarían obligados a hacer las cosas "como Dios manda". Se prohibía admitir a mujeres que no hubieran sido revisadas por el médico y que certifique que no tenían ni habían tenido bubas ni otras enfermedades venéreas. Dicho certificado lo firmaba el cirujano de cámara de sus "católicas majestades". Esto era en el siglo XVI.

Pero llegamos al siglo XIX y leemos en la prensa local (1885): "Nada hay más laudable que combatir esta llaga social que es la prostitución… Dada la organización oficial que las casas de prostitución tienen, los médicos higienistas desempeñan un papel importantísimo pues son los llamados a evitar la propagación de esa terrible enfermedad… Es indispensable que los higienistas practiquen a diario los reconocimientos, en lugar de hacerlos cada semana… Las casas de prostitución deben ser cuidadosamente vigiladas, no para ver quién entra o sale de ellas, sino para evitar que las mujeres enfermas se curen allí sin pasar por el hospital de San Juan de Dios. De unos meses a esta parte ha aumentado la enfermedad venérea en Granada".

Anuncios de enfermedades venéreas. Anuncios de enfermedades venéreas.

Anuncios de enfermedades venéreas. / G. H.

Está claro que la firma del artículo es masculina; nada se dice de los clientes ni de la necesidad de su educación, ni de sus revisiones médicas antes de frecuentar el prostíbulo. Leemos la prensa del siglo XIX y no sé si en este siglo XXI hemos progresado adecuadamente, porque en los informes de Médicos del Mundo se dice que la prostitución alcanza hoy a 40 millones de personas en el mundo (45.000 en España), de los que un 80% son mujeres y niñas; el resto hombres y transexuales. Y tampoco sé cuántas pasan revisiones médicas ni cuántos clientes acuden en perfecto estado de revista. En España la prostitución sigue sin estar regulada pero seguro que los datos los saben de sobra los proxenetas y tratantes, porque medios económicos tienen para averiguarlos.

Los anuncios de consultas médicas sobre las enfermedades venéreas en el siglo XIX son el eco del grave problema de entonces. Igual hoy el contagio se resolvía utilizando doble mascarilla protectora, siempre a criterio del ministro Illa y sus expertos: una de grueso metacrilato reforzado, más carilla, y para la cara, la más baratilla. Evitemos el contagio y haya protección, porque hay prácticas sexuales que no tienen enmienda (sin ánimo de provocar el grosero pareado).

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