"¿Cómo puedo salir de ésta?"
Han pasado cinco minutos de las diez de la mañana y María ya tiene que templar los ánimos de un usuario que está desesperado por ser atendido en la asesoría de empleo de la Cruz Roja. "La gente que se ha quedado en paro después de muchos años de trabajo continuado no sabe cómo asimilar su nueva situación y cuando acuden a nosotros han perdido toda la paciencia que les quedaba", explica la técnica de Andalucía Orienta de esta ONG, María de la Guía.
Cruz Roja, hasta hace unos meses, atendía casi exclusivamente a personas de sectores muy vulnerables (drogodependientes, sin techo o ex reclusos, entre otros), la mayoría inmigrantes; sin embargo, la recesión económica ha ampliado de golpe el perfil de sus usuarios. "Ahora casi todo el mundo está en riesgo de exclusión social", dice con inquietud la misma trabajadora.
Los que llegan a esta ONG no necesitan sólo un empleo, pues para eso ya están las oficinas del Servicio Andaluz de Empleo (SAE). Los que hacen cola todos los lunes frente a sus puertas demandan una tutoría completa de su situación laboral, un reciclaje del nivel de formación (si es que la tienen), una asistencia social e incluso una asesoría económica.
"Hemos notado un incremento de demandantes varones, en un 50% provenientes la mayoría del sector de la construcción o empresas afines al sector", explica Marga Comba, la técnica de la Red Interlabora. Pero también acuden cada vez más sus parejas: mujeres con hijos a su cargo que hasta ahora no trabajaban fuera de casa y que, al quedarse en paro el cabeza de familia, se ven con la necesidad de buscar trabajo de manera urgente. La mayoría de ellas carecen de formación y, como no tienen tiempo para realizar cursos o asistir a jornadas, sólo pueden optar al servicio doméstico.
A Cruz Roja acuden ligeros de equipaje, pero cuando se sientan frente a los asesores técnicos no paran de sacar piedras de sus mochilas para que alguien les diga cómo desprenderse de ellas. Cómo mantener a flote un negocio, cómo seguir pagando los impuestos o una hipoteca que les asfixia, cómo saldar los préstamos personales o, lo que es más importante, cómo alimentar y dar cobijo a los miembros de su familia. Ésta es la única preocupación desde que se levantan hasta que se acuestan.
"Gente que nunca antes había necesitado utilizar las redes sociales, ahora llama a nuestras puertas en la más absoluta desesperación", apunta la técnica de Red Interlabora, Marga Comba.
Impotentes ante la problemática financiera que plantean ahora los usuarios, esta ONG aprovechó la llegada de uno de sus últimos voluntarios, Jacinto Arribas, y puso en marcha un nuevo servicio: la oficina de impagos. "Todos los días hay colas de gente que demanda este servicio", dicen.
Prejubilado a los 52 años, Arribas acude tres días a la semana (lunes, martes y viernes) para prestar su experiencia y conocimiento del mundo de la banca a los que ahora están atrapados por ella. Una labor que realiza de forma desinteresada porque, según él, tiene "mucho tiempo libre". Sabe bien qué se cuece tras los impagos a los que hace frente la gente porque él ha estado toda su vida gestionando servicios financieros.
Arribas empezó como botones en una empresa granadina de la que no quiere dar su nombre y llegó a directivo. Pero "hace dos años me largaron para poder colocar a uno mucho más joven con la mitad de sueldo y mucho más dispuesto que yo a la movilidad", cuenta.
El nuevo asesor de Cruz Roja ejemplifica muy bien el nuevo tipo de desempleado que está gestando esta monumental recesión: un trabajador de mediana edad, cualificado y con larga experiencia en su profesión que no sabe qué hacer con su vida tras una forzosa prejubilación. "Cuando te quedas en el paro tu teléfono deja de sonar y eso es muy duro. El voluntariado me ha permitido volver a estar en contacto con la gente", explica. En poco más de dos meses, Arribas ha realizado un seguimiento de más de una docena de personas, pero sólo ha podido ayudar a una. "Al resto sólo les pude decir come y vive, porque eso es prioritario y con tus ingresos no tienes para nada más", relata el ex banquero.
El nivel de deuda en el que se ven inmersos los usuarios (el 98% de ellos son inmigrantes) es tan grande y sus ingresos son ahora tan escasos que no hay gestión posible de sus déficits.
La técnica que trabaja con el programa regional Andalucía Orienta afirma que las madres de familias monoparentales son las que viven de forma más precaria esta situación. "No tienen forma de insertarse en el mercado laboral actual -alerta Marga Comba-, porque están solas, con unas cargas familiares que limitan sus horarios de trabajo y el poco tiempo que disponen no pueden dedicarlo a cursos de formación".
Precisamente eso es lo único que se ofrece hoy en día en las oficinas de empleo: formación. La técnica Zoubida Boughaba cuenta cómo a partir de las Navidades cambió todo. Antes recopilaba las ofertas de trabajo que veía en la prensa durante el fin de semana e incluso hacía visitas a las empresas para colocar a sus usuarios y todas las semanas conseguía varios contratos. "Ahora abro el periódico y lo único que encuentro son reclamos de comerciales", dice Boughaba.
Las pocas demandas de trabajo que hay, según esta técnica, son ahora muy específicas. Un ejemplo de lo único que se solicita sería: "informático menor de 30 años con un mínimo de tres años de experiencia, dominio del inglés, etc.", asegura Boughaba, "así es imposible encontrar hueco".
Pero ante su mesa se apostan perfiles muy variados, entre los 25 y 50 años. Los hay licenciados, diplomados o los que sólo tienen estudios medios. Además, los inmigrantes que vienen formados y que podrían optar a algunos de estos puestos viven su particular calvario a la hora de homologar los títulos en España, pues el Ministerio tarda un mínimo de dos años en convalidarles un título.
"¿Cómo puedo salir de ésta?", repiten en cada una de las oficinas que se compone la sede de Cruz Roja Granada. Progenitores que acuden con sus hijos (ya en la treintena) todos desempleados por la debacle en la construcción y con demandas de embargo y desahucios que hacer frente.
El voluntario Jacinto Arribas les escucha y asesora sobre los términos financieros, pero al final acaba recomendándoles que vayan a su banco y negocien todos los impagos que acumulan. Para enfrentarse con el directivo de la entidad financiera también tiene unas sugerencias: "hay que tener las ideas muy claras de lo que quieres negociar y transmitir claramente tu situación, sin engaños ni rodeos", dice el ex directivo.
En la oficina de impagos Arribas hace las veces de psicólogo y trata de animar a sus usuarios contándoles su propia experiencia. "Lo más gratificante del voluntariado es tener la satisfacción de poder ayudar. Me doy por satisfecho cuando veo que tras mis palabras lanzan un Uf de alivio", dice. Les asegura que la crisis pasará en algún momento. Pero con sus compañeros reflexiona de una forma demoledora: "la esclavitud no se ha abolido en nuestra sociedad. Aunque no tengamos la piel de color somos esclavos de un sistema de consumo inmoral y sin ética".
También te puede interesar
Lo último
Contenido ofrecido por el Colegio de Veterinarios de Granada
Contenido ofrecido por Aguasvira
Contenido ofrecido por CEU en Andalucía