A las puertas de Granada
Puerta Real, del Sol y de la Justicia, del Pan y del Vino, de la Carne y del Pescado, de las Cucharas y los Cuchillos... Ojos de la ciudad que todo lo ven. ¡Cuánto daría yo por relatar todo lo que ellas saben!
YO no sé cuantas puertas tendría Granada entre las que tiraron y las que a duras penas se mantienen. Pero como ciudad amurallada y capital de un Reino debía tener bastantes. Basta leer alguna buena guía de la ciudad; preferentemente las escritas por especialistas.
A veces entorno los ojos y quisiera verlas a todas en su sitio y con su aspecto original: desde la de Fajalauza a la de las Cucharas, desde la de Elvira a la de los Molinos o desde la del Pescado a la de las Cadenas. Casi todos los gremios tenían dedicada una: había puertas de los Plateros, de los Estereros, de los Curtidores, de los Tintoreros y todas las de mi barrio de la Alcaicería. Con sus bonitos nombres se podría confeccionar el menú completo para un rey. Tenemos una Puerta Real, una de la Carne y otra del Pescado. Hay también una Puerta del Pan y otra del Vino; está la de las Cucharas y los Cuchillos, y, de postre, la de las Granadas.
Puerta del Sol, de la Justicia, de las Armas: ojos de la Granada nazarita. ¿Cuántos pasaron por ellas? ¿Cuántas cosas verían? Puerta de Elvira hacia Ilvira, en Atarfe; de Guadix, de Güéjar o de los Molinos, ¿cuántos entraron y salieron? Sólo ellas lo saben. Yo sólo sé que por la de los Molinos entraron las tropas cristianas el día de la Toma; así lo dice Gómez Moreno y así lo repiten sus numerosos 'copiones'.
Casi todas eran de la época musulmana, propias de una ciudad con murallas defensivas jalonadas de torres y puertas de acceso. Muchas presentaban arcos de herradura bajo bonitas cubiertas esquifadas. Por eso se conocen también como Arcos. El de las Orejas o el de las Pesas. Otras son cristianas: la de las Cucharas, la de las Granadas, que da acceso a los bosques de la Alhambra, una maravilla del renacentista Pedro Machuca, con sus simbólicas granadas y el escudo de Carlos V, y céntrica, la Puerta Real, en la entrada a Mesones, que sirvió para que por ella pasara Felipe IV en 1624. Casi todas, desaparecidas o deterioradas, nos dejan bonitos recuerdos y magistrales lecciones de lo que no se tiene que hacer con los monumentos.
He leído por ahí que ,conquistada la ciudad por los cristianos, éstos tenían la manía de pegarse a las murallas cerca de las puertas, horadar sus muros y hacerse una vivienda en plan 'okupa'. Luego había que desalojarlos, cuando ya los muros estaban muy debilitados. Encima, llegaron los alcaldes 'modelnos' que nos vienen tirando monumentos desde el siglo XIX, argumentando que los carros no cabían por los arcos, que estaban muy viejas o que ese solar podía dejar pingües beneficios.
las orejas son testigo
El caso más sonado sucedió enfrente de mi casa: el Arco de las Orejas, en la Plaza de Bibarrambla. Una triste placa de barro nos recuerda que allí hubo un arco medieval. Pero se han olvidado de poner quién lo tiró. Queda el recuerdo de la desgracia pero nadie quiere saber ya quién fue el 'desgraciado'.
Se llamaba de las Orejas y de las Manos porque en sus muros se exponían como ejemplo todos estos apéndices cortados a los delincuentes y estafadores. Y como quiera que siguen abundando los estafadores, se me está ocurriendo una idea, pero no la voy a escribir.
El Ayuntamiento se empeñó en tirarla hacia 1873; la Comisión de Monumentos se opuso, hasta que en una noche de septiembre de 1884 la derribaron y hasta lanzaron cohetes para celebrarlo. Menos mal que Torres Balbás colocó en 1935 el reconstruido Arco de las Orejas entre los bosques de la Alhambra y, aunque yo no sé qué pinta allí, al menos lo veo de vez en cuando y siempre le oigo susurrar el mismo lamento: "llevadme de nuevo a la Plaza de Bibarrambla junto al Arco de las Cucharas". Esta otra puerta levantada en el siglo XVI para comunicar Mesones con Bibarrambla, también fue destruida por el incendio de 1879, que se llevó por delante a la preciosa Casa de los Miradores.
Hoy, con esta dedicatoria a las puertas de Granada, apetece entrar por la de Elvira, subir hasta la de Monaita y pasear por el Albaicín desde el Arco de las Pesas hasta la Puerta de Fajalauza. Entrar por la de las Granadas y leer los Cuentos de la Alhambra frente a la Puerta de la Justicia. ¡Lo que yo daría por saber lo que ellas vieron! ¡Lo que daría por escribir lo que ellas saben!
También te puede interesar
Contenido ofrecido por Aguasvira
Contenido ofrecido por CEU en Andalucía