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¿Qué pasó con el Castillo de Butrón, el avión que se partió en dos en el Aeropuerto de Granada?

El avión Castillo de Butrón se estrelló en el Aeropuerto de Granada la fría y lluviosa noche del 31 de marzo de 1992. Pero eso no significó que dejara de viajar. Lo ha hecho, por toda España y buena parte de Europa: País de Gales, Francia, Suiza, Reino Unido... Por aquí Badajoz, Barcelona, Zaragoza, Huesca, Gijón... Y en estos días ha estado en Madrid como uno de los espacios utilizados en el Foro Internacional de la Unión Internacional de Arquitectura, el mayor debate del mundo sobre vivienda social. Y es que el Castillo de Butrón es ahora un espacio cultural o artístico lleno de vida, porque ese avión no estaba destinado para llevarse vidas por delante, como aquel día en Chauchina cuando solo dejó heridos en un accidente que sigue siendo clasificado como un milagro de la aviación.

Sin embargo, tras moverse por media Europa casi, esta historia comienza en un lugar de La Mancha de cuyo nombre es fácil acordarse: Manzanares. Como el estadio del 'Atleti', como el hostal de Lina Morgan, o como es el caso, el municipio de Ciudad Real por el que hay que pasar sí o sí para ir por carretera de Granada a Madrid. Fue ahí donde comenzó la historia de la vuelta a la vida del Castillo de Butrón. Tras el accidente, el avión, que quedó partido en dos y no ardió gracias a la lluvia racheada y a la rápida actuación de los equipos de Bomberos del Aeropuerto granadino. Los restos del aparato se quedaron varias semanas apartados prácticamente pegados a la valle del recinto aeroportuario, tapados por grandes lonas negras. Aunque en un primer momento se especuló con que se desguazarían en el mismo lugar, las autoridades recurrieron a un chatarrero para que retirará lo que quedaba del fuselaje del DC-9 de la compañía Aviaco, que en aquel fatídico último vuelo había despegado de Barajas.

Hasta la Chatarrería Almansa de la localidad castellano-manchega se trasladaron los restos de la aeronave, que fueron diseccionados en algunos fragmentos más pequeños y quedaron almacenados en el lugar, cercano a la actual autovía A-4 entre Andalucía y Madrid. Bien visibles para todo el que pasara por allí, unos de los que lo hicieron fueron el escultor Eduardo Cajal y la diseñadora Mercedes Lienas. Como muchos otros españoles aquel año 1992, cogieron aquella carretera para ir a la Expo de Sevilla, y de camino hacia la Huesca de la que son naturales, se toparon con la visión de los restos del Castillo de Butrón.

A partir de ahí se inició un proceso casi metafísico, a tenor de las descripciones que en su cuaderno de viaje evocan el artista y la arquitecta, que definen como "El Encuentro" el cruce de caminos entre ambos y el aparato. "En estas estábamos cuando de repente y enfrente nuestro aparece la imagen de un avión fragmentado DC-9 instalado en medio de un campo como flotando en el espacio, la sensación nos trasladó a otra realidad", relatan en la página web del proyecto de transformación del aparato, denominada Trashumante.

Los artistas cuentan el proceso de rescate y traslado de los restos del avión hasta Huesca para ser transformados en un espacio reciclado y artístico en lo que llaman Taller de Diseño Industrial, aunque no fue hasta el año 2003 cuando comenzó de verdad a tomar forma el proyecto. Ambos artistas colaboraban con la dirección de ARCO, la feria de arte contemporáneo de Madrid. Ese año comenzaron a trabajar en el evento como directores de arquitectura Pablo Álvarez de Lara y Héctor Crehuet, con quienes había desarrollado varias colaboraciones profesionales encargadas por la dirección de la feria. En el desarrollo de esos encargos ambos conocieron el Proyecto Trashumante, que generó un grupo de acción cultural de mismo nombre y que actualmente dirige y gestiona el proyecto Avión "para la acción y la comunicación contemporáneas".

La feria de ARCO 2005 de Madrid fue la primer acción experimental del Castillo de Butrón, que en años sucesivos ha vuelto a desplazarse a la capital española para participar en una edición más de ARCO, además, de en exposiciones en Zaragoza, Valencia, Badajoz, Barcelona, Málaga, Gijón o Jaca, pero también en acciones artísticas y de concienciación en Utrecht, Amsterdam o País de Gales. En su interior se han rodado vídeos musicales, ha servido de pista de baile, de pasarela de moda, de espacio de cultura contemporánea...

Ahora, su último destino, está siendo Madrid, en un congreso de carácter mundial. En su panza, debates sobre el futuro de la vivienda social y la sostenibilidad. Al Castillo de Butrón, que "salvó 90 vidas" como por su estructura como dicen sus 'rescatadores', le quedan tantas o más vidas aún.

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