Granada

Lo que sabemos es sólo una gota de agua... ¿Seguiremos ignorando el océano?

Cuesta muy poco contribuir a la disminución de la contaminación de nuestros mares.

Cuesta muy poco contribuir a la disminución de la contaminación de nuestros mares. / pixabay.com

Ahora que nos encontramos sumergidos en la estación estival, reparamos en el estado de nuestras costas, pero puede que no con toda la profundidad que requieren. Echemos la vista unas semanas atrás, al 8 de junio, Día Mundial de los Océanos. Las muchas publicaciones que invadían la web, periódicos y demás medios en esa fecha, nos trajeron a la mente la cita de Isaac Newton: "Lo que sabemos es una gota de agua, lo que ignoramos es el océano".

¿Hasta cuándo seguiremos ignorando lo que está ocurriendo? Si tratásemos a nuestros mares y océanos como a una persona enferma, ¿cuál sería su diagnóstico? Sus problemas (tristemente, en plural) son: la pesca insostenible e ilegal, la pésima gestión del litoral, el tráfico marítimo, los efectos del cambio climático y la contaminación por residuos y acústica. Muchos de estos, además, llevan décadas amenazando a nuestro medio marino, su riqueza, sus ecosistemas y su diversidad.

El ruido es un gran contaminante que pone en peligro al mundo marinoLa situación del litoral, en particular el andaluz, sigue empeorando año tras año

En un primer repaso de la sintomatología de nuestras aguas marinas observamos que aproximadamente cinco millones de toneladas de aceite producidas en el mundo terminan en los océanos. Otro foco de contaminación preocupante son los plásticos, sobre todo los pequeños, que por acción de mareas y oleaje se van fragmentando en trozos imperceptibles, que ingiere nuestra fauna. Por ejemplo, se han encontrado mejillones con pequeñas partículas de plástico en su contenido estomacal. También se encuentran objetos flotantes no identificados que generan problemas para la navegación. En cuanto a los plásticos de mayor tamaño, un informe de WWF informa de que Europa es el segundo productor mundial de ellos, y vierte de 150.000 a 500.000 toneladas al mar cada año, ¡lo que equivale a unos 66.000 camiones llenos de basura!

Si seguimos diagnosticando, encontramos que el ruido es un gran contaminante que pone en peligro al mundo marino. El experto en mares Luis Capozzo afirma que: "en las últimas décadas el ruido que genera el hombre con los barcos comerciales, cruceros, explotación de petróleo, extracciones submarinas y sónares generan contaminación en las aguas y daña severamente la salud de los animales". Como ejemplo, destacamos a las ballenas que dependen del sonido para aparearse, hallar alimento, migrar y proteger a sus crías.

Por otro lado, la situación del litoral, en particular el andaluz, sigue empeorando año tras año. Sus mayores amenazas son: un urbanismo muy poco sostenible, multitud de obras como campos de golf, hoteles, puertos deportivos y otras infraestructuras que no tienen en cuenta sus graves impactos ambientales sobre el medio marino y la contaminación de las aguas litorales. Los errores más repetidos a lo largo del litoral serían su erosión y remodelación, pérdidas de humedales e inundaciones, conversión a suelos urbanizables y, lo que es más grave, incluyendo espacios naturales protegidos. Algunos ejemplos: el hotel El Algarrobico, el Caso Malaya de corrupción urbanística, la cementera Goliat que vierte directamente a la playa malagueña de La Araña… así podríamos seguir enumerando casos parecidos en el resto del litoral español.

Revisando diferentes estudios científicos, encontramos que todos coinciden en definir el estado de los océanos, desde el Ártico al Antártico, como alarmante, por la situación en la cual se encuentran sus aguas debido a la gran contaminación que está contribuyendo a la destrucción del hábitat de las especies que viven en ellas.

Muchos de los residuos que producimos a diario, acaban vertiéndose en nuestros mares y océanos. Desde hace aproximadamente tres siglos, la contaminación marina ha crecido de forma pavorosa y es realmente lamentable aún hoy no se sepa exactamente qué está pasando en el fondo de nuestros mares y océanos, pues ello complica la garantía de su sostenibilidad y hace muy probable que sigan creciendo los factores que los amenazan.

Tal vez pensemos que ya es demasiado tarde, pero no tiene por qué ser así. Lo cierto es que estamos en el momento de tomar serias medidas, de concienciarnos como ciudadanos, porque no podemos consentir que todo este proceso destructivo continúe creciendo.

Seguimos sin tomar conciencia de hasta qué punto todo lo que ocurre en los océanos nos afecta a todos porque, si no, no se explica que sigamos barriendo la suciedad debajo de la alfombra (marina, en este caso). Los océanos nos conectan con las personas de todo el mundo, regulan el clima del planeta, producen alimentos para millones de personas y son el hábitat de una gran variedad de seres vivos. Debemos garantizar la salud de la vida marina, de nuestras comunidades y de las generaciones futuras, para lo cual es imprescindible que cuidemos de los océanos con la misma intensidad que ellos cuidan de nosotros. A consecuencia del mal uso que estamos haciendo de los recursos naturales, las especies marinas se están extinguiendo cinco veces más rápido que las terrestres. Además, esta situación de contaminación no afecta únicamente a los animales marinos, perjudica también al resto del planeta, pues la mayor cantidad de oxígeno que se genera proviene de los océanos. El cuidado de los océanos se puede favorecer con pequeñas acciones que cuestan muy poco, como por ejemplo: cuando generamos materiales de desecho, procurar no arrojarlos directamente en lugares desde los cuales puedan llegar al mar; al comprar productos que puedan afectar a la vida marina, buscar comercios o marcas certificadas con etiquetas que indiquen que son sostenibles (aprovechamos para recordar lo importante que es leer siempre las etiquetas de los productos) y, cómo no, controlar el uso de plásticos, evitando en lo posible su consumo.

Es muy recomendable, mirar cuidadosamente los alimentos que provienen del mar y que damos a nuestras mascotas, pues podemos evitar comprar para un acuario los peces de agua salada capturados de su hábitat natural. También es fundamental no arrojar peces u otras especies marinas criadas en acuarios al mar, pues esta práctica puede introducir especies no autóctonas perjudiciales para el ecosistema existente. Remordemos el caso de la tortuga de Florida, Trachemys scripta elegans, que se puede encontrar en muchos lugares del mundo lejos de su zona de origen, al convertirse en especie invasora a causa de las introducciones de origen antrópico tras "caer en desgracia" como mascota (aprovechamos para recordar lo desaconsejable que es el tratamiento de animales exóticos como domésticos). También debemos ser cautos al practicar deportes acuáticos, evitando tirar nada por la borda y estando alerta de la vida marina que habita en el entorno.

Si tienen pensado realizar un viaje en crucero, infórmense y elijan la opción más respetuosa con el medio ambiente. Apoyen el turismo sostenible que realiza una planificación integrada de actividades para promover la conservación de los hábitats más vulnerables, asumiendo la responsabilidad de proteger la integridad de los ecosistemas, con medidas específicas como puede ser limitar el número de visitantes en las zonas costeras que contengan biodiversidad sensible. Desde aquí, les animamos a implicarse colaborando con organizaciones que están trabajando para proteger el medio marino.

La protección de los océanos tiene que ser una colaboración global, en la que se integre la aplicación del conocimiento del medio ambiente, los procedimientos técnicos y la conciencia ecológica para crear y aplicar mejores prácticas. En definitiva, hagámonos consumidores informados, como nos aconseja la ONU. ¡Ayudemos a salvar nuestros océanos! Juguemos, todos, un papel importante en nuestro entorno más cercano.

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