"Si no salgo del coche me mata"

Apariencia normal, corpulento, alto y rondando la treintena. Es la descripción que da Horacio José Pérez de su agresor que, según su relato, a punto estuvo de acabar con su vida la noche del pasado domingo. Las señales de la brutal violencia que ejerció sobre este taxista, de 61 años, son evidentes en su rostro.

El 3 de abril, siguiendo la rutina habitual de los últimos 31 años -los que lleva como taxista en Granada-, Horacio recogió a un cliente sobre las nueve y media de la noche en las inmediaciones de la calle Pagés. "Me dice que a Plaza Nueva". A la altura del callejón de Las Tomasas, Horacio explica a su cliente que su coche -un Fiat Croma- no puede acceder por la calle San Juan de los Reyes por la estrechez de la vía, y que la alternativa es ir por Nueva de San Nicolás. Este hecho, tan banal, desató una situación que finalizó con el taxista en el hospital.

"En treinta años en el oficio, siempre he ido por esa calle", explica Horacio sentado en una silla de ruedas, con una pierna enyesada, una brecha en la frente, los dos ojos amoratados y el dolor que le provoca el hecho de haber sido víctima de una agresión sin sentido que, además, le privará de asistir a la boda de uno de sus tres hijos, prevista para el próximo sábado. Daños físicos evidentes, pero también morales.

La discusión subió de tono, hasta el punto de que el cliente comenzó a insultar con duras palabras a Horacio, que, según afirma, intentó razonar con el individuo. "Le dije que podía pedir otro taxi, en ningún momento le dije que me pagara ni nada". La razonable actitud que, según cuenta, mantuvo este taxista chocó con la violencia primero verbal y luego física que desplegó su cliente, que intentó, según el relato de Horacio, incluso arrancar una de las puertas del taxi. No lo consiguió. Tras salir del vehículo y dar un portazo, se fue derecho hacia la ventanilla de Horacio, y allí comenzó una lluvia de golpes. "Fue una agresión salvaje, no me quedó más remedio que salir del coche o me mata".

Salió con los dos ojos ya amoratados y una herida en la frente de la que manaba sangre. "No veía nada, estaba sin las gafas y chorreando sangre", explica el taxista, que intentó contestar a los golpes, "pero como el que mata moscas". El altercado siguió cuando Horacio cayó al suelo de espaldas. "Y ahí me quiso rematar". Después de otra tanda de insultos y de golpes -incluso le inmovilizó sobre el pavimento retorciéndole la pierna derecha- un grupo de personas acudió a auxiliar al taxista. "Sólo cuando escuchó las sirenas de la Policía salió corriendo".

De propina, antes de que se personaran la ambulancia y dos vehículos de la Policía Nacional y Local, el cliente también se ensañó con el coche, al que propinó golpes en las puertas, incluida la del maletero.

Fueron esos viandantes -a los que este taxista está profundamente agradecido- los que evitaron que la situación fuera a más, porque la víctima tiene claro que "con la violencia que empleó conmigo, me hubiera matado, no tuve la más mínima oportunidad de defenderme".

Se trata de la primera vez que este profesional vive una situación de este tipo. "Me habían pasado rifirrafes con clientes, pero nunca nada igual", señala visiblemente emocionado. Su futuro está ahora en manos de los facultativos, pero tiene claro que no puede dejar de trabajar, el sustento de su familia depende de su taxi y, si es necesario, volverá a la calle.

"Lo que quiero dejar claro es que pido justicia", clama el taxista, que tiene muy claro que "voy a esperar a que la justicia actúe". Lo que no va a consentir, explica, es que esta agresión le cueste "un duro" a su agresor y a él y su familia "la ruina moral".

Tras el suceso la Policía Nacional inició las gestiones para la localización del individuo, que, según fuentes policiales, ya está identificado aunque no ha sido detenido todavía.