Los 10 secretos de la Abadía

El monumento diseñado por Ambrosio de Vico en el que hoy se celebra la romería de San Cecilio encierra muchos más misterios que el de los famosos Libros Plúmbeos

Los 10 secretos de la Abadía
Los 10 secretos de la Abadía
Belén Rico Granada

01 de febrero 2015 - 01:00

En el enclave que ahora ocupa la Abadía, junto al valle de Valparaíso, allá por el año 1595 se encontraron restos humanos y unas placas de plomo escritas en árabe. Son los famosos Libros Plúmbeos, cuya repercusión fue enorme porque provocaron una encendida polémica, aunque el Papa Inocencio XI finamente dictaminó en 1682 que estos libros eran falsos. Aseguran que en este lugar sufrieron martirio los primeros evangelizadores de la Bética, entre ellos Cecilio, Patrón de Granada y al que hoy se recuerda en romería.

Por todo el enclave comenzaron a colocarse cruces de gremios y poblaciones, muchas de las cuales fueron donadas a los franciscanos que, en el año 1633, realizaron en el camino que lo enlazaba con la ciudad un vía crucis que terminaba en una pequeña capilla dedicada al Santo Sepulcro. El monte pasó a ser considerado sagrado, lugar de peregrinación: Sacro Monte. Entonces el arzobispo de Granada, don Pedro de Castro, erigió la Abadía como lugar de culto cristiano en homenaje a los mártires. En 1610 se inauguró la Iglesia Colegial y posteriormente se levantó todo el complejo en el periodo que va del XVII al XIX: junto a la Colegiata se construyó un centro para la educación de la juventud que desde el XVII fue Colegio de Teólogos y Juristas. Después, durante más de un siglo, ha sido Facultad de Derecho. A mitad del XX pasó a ser colegio de enseñanza Secundaria, a lo que se dedicó hasta la década de los 70.

Ha sufrido varios incendios a lo largo de los siglos. El más reciente, en el año 2000, destruyó parte de la construcción conocida como Colegio Nuevo, que estaba a punto de inaugurarse y que dejó paralizado el proyecto de la hospedería.

A lo largo de los siglos ha acumulado un rico patrimonio artístico, bibliográfico y archivístico.

La Abadía es un proyecto que el arquitecto Ambrosio de Vico realizó con la ayuda de Alonso Segura y el jesuita Pedro Sánchez. La Abadía inicia su construcción con una pequeña capilla y vivienda para los beneficiados; en 1598 Pedro de Castro fundó cuatro capellanías para atender a los peregrinos con casa para los capellanes. Distintas órdenes religiosas se postularon para construir un monasterio en tan singular enclave (agustinos, benedictinos, etc.) pero finalmente el proyecto quedó configurado como Abadía Diocesana. En 1609 se puso la primera piedra del conjunto abacial, año en que se decretó la bula de erección expedida por Paulo V. Como puede verse en un plano expuesto en el museo de la Abadía, el ambicioso proyecto inicial diseñó cuatro claustros más y una magnífica iglesia (la actual colegiata era sólo su sacristía), pero nunca se llegaron a construir.

La Abadía se abastecía de la misma acequia Aynadamar que la Alhambra y buena parte de los aljibes del Albaicín, manteniendo actualmente su derecho sobre esas aguas que vienen desde la Fuente Grande de Alfacar.

Hay un signo omnipresente en toda la Abadía del Sacromonte que llama la atención de casi todos los visitantes. El arquitecto responsable de la conservación del monumento, Antonio Martín, explica que muchos preguntan si se trata de un signo judío. Sin embargo, el emblema que desde su fundación representa a la Abadía es una estrella de Salomón, por ser, en aquella época, referencia directa a la sabiduría, una de las características que su fundador quiso establecer como seña de identidad junto al culto a los mártires y la actividad docente y misionera. La estrella de Salomón puede verse representada en molduras, bancos, suelos, retablos, bordada en las ropas de los canónigos y ahora de los empleados responsables de su conservación. Hasta en los ceniceros colocados para las visitas de los turistas puede verse este adorno realizado en hierro forjado.

La Abadía ha sido un centro de formación de primer nivel, como lo demuestra la cantidad de alumnos ilustres, entre ellos 28 rectores de la Universidad de Granada y 24 obispos, el Padre Andrés Manjón o Francisco de Saavedra, Secretario de Estado de España a finales del XVIII. Martín precisa que su retrato obra de Goya es el único cuadro del pintor expuesto en Andalucía.

El Archivo de la Abadía contiene numerosa información, no solo religiosa, sino sobre la vida y desarrollo de la ciudad de Granada especialmente de los siglos XVII y XVIII. Entre otros, cuenta con todos los documentos relativos al trazado y ejecución de la Gran Vía de Granada (proyectos, libros de gestión, facturas, etc). Entre otras joyas,de la vida de la ciudad el museo contiene las planchas de cobre para el grabado de la primera representación planimétrica conservada de Granada (1613-1623): la famosa Plataforma Ambrosio de Vico. Además, la fabulosa Biblioteca de la Abadía conserva más de 30.000 volúmenes. Sus fondos son de Historia, Derecho, Teología, Filosofía, Literatura y Espiritualidad de los siglos XVII, XVIII y XIX, fundamentalmente. Entre las piezas más interesantes se encuentra una colección de 20 manuscritos árabes, fechados desde el siglo X en adelante. Sobresale especialmente el tratado de Averroes (XII) sobre Generalidades de la Medicina. Hay también manuscritos griegos, como el Comentario a la metafísica de Aristóteles, de Alejandro de Afrodisia; y castellanos, como el códice Subida al Monte Carmelo, del siglo XVI con anotaciones manuscritas originales de San Juan de la Cruz, y dos volúmenes manuscritos de la época de Santa Teresa de Jesús.

El descubrimiento de las reliquias, en 1595, motivó una continua romería para venerar este monte santo. En muy poco tiempo se pobló el entorno con numerosas cruces votivas que ofrecían una singular estampa. Los documentos guardados en el archivo describen así la rápida evolución: "…A los dieciséis días de haber puesto la primera cruz, había cincuenta […] a veintisiete de junio se contaban 683, de las que 136 eran grandes". La primera cruz la ofreció la ciudad de Santa Fe, "una grande y preciosa cruz de alabastro de curiosa arquitectura". Luego siguieron numerosos municipios y oficios: Iznalloz, Alfacar, maestros hiladores de la seda, ganapanes o palanquines de las Plazas Nueva y de Bib-Rambla, canteros y soldados de la Alhambra, hortelanos, mercaderes del hierro, sastres, panaderos… Llegaron a instalarse hasta 1.200 cruces de las que a día de hoy sólo se conservan cuatro.

La importancia de la Abadía fue tal que el mismo Góngora le dedicó un soneto. Desde esta semana está reproducido con letras rojas en el zaguán. Es una de las propuestas del arquitecto encargado de su conservación desde hace un año, Antonio Marín, que entre otras intervenciones ha recuperado el espacio original del acceso al claustro y ha reforzado la fachada de la Hospedería, a punto de derrumbarse.

No sólo se conservan las vestiduras y ornamentos del arzobispo fundador, Pedro de Castro, y otras de los siglos XVII y XVIII, sino que muchas de ellas continúan utilizándose en las grandes celebraciones de la Abadía, como la que se celebra hoy. Con ese motivo están listas en la sacristía.

Además de la Colegiata, la Abadía tiene otra singular capilla dedicada a San Dionisio de Areopagita. De trazado gótico, ofrece un espacio y configuración poco habitual en la arquitectura de la ciudad y absolutamente desconocida para los granadinos. Su recuperación, junto a la actual Colegiata y los jardines que la rodean (Carmen de San Dionisio), permitirá la celebración de bodas y otras ceremonias en un entorno sin igual. Relacionada cronológica y funcionalmente con el edificio del Colegio Nuevo, este templo fue edificado a mediados del siglo XIX. Se trata de una construcción de una sola nave alargada de gusto neogótico con ventanas de arcos apuntados y vidrieras polícromas en cada uno de los tramos que la componen. Está cubierta con bóveda de crucería sencilla.

Se ha constituido una Asociación de Amigos de la Abadía que trabaja para la restauración del conjunto monumental. Además de recaudar donaciones, desarrolla actividades que contribuyan a la difusión de su patrimonio, al incremento de la afluencia de peregrinos y visitantes y la puesta en uso de nuevas dependencias como la hospedería o el salón de convivencias y celebraciones.

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