"Las sentencias injustas sólo consiguen que el ciudadano se indigne. Y mucho"
El promotor musical irá a la cárcel por organizar conciertos de música en vivo en una sala de Alhendín por la que pasaron creadores de la talla de Javier Krahe, Chano Domínguez o Hilario Camacho
Puede ir a la cárcel por programar música en vivo. Así, sin más. Según la sentencia de la sección segunda de la Audiencia Provincial, por haber cometido "un delito contra el medio ambiente (...) con grave perjuicio para la salud de las personas". José Luis Sánchez, propietario del club de jazz El Secadero, en Alhendín, ha sido condenado a dos años y seis meses de prisión por organizar conciertos. Un grupo de vecinos de algunos chalés cercanos denunció padecer insomnio y alteraciones de su estado físico por la música del local. La sentencia ha despertado una ola de indignación en los músicos de todo el país, desde José Ignacio Lapido a Javier Krahe, pasando por Celia Mur, Amparanoia o Kiko Aguado. Sánchez no oculta que se encuentra angustiado.
-¿A qué cree que se debe esta sentencia?
-Bueno, tengo que andar ahora con la voz de plomo. Creo que se debe a animadversión por parte de uno de los propietarios de los chalés, el hijo del ex alcalde de Alhendín, que fue uno de los denunciantes y que vive a 53 metros de El Secadero. Yo he tenido enfrentamientos con el Ayuntamiento de Alhendín desde el año 2003.
-En la sentencia se habla de que la música provocó incluso abortos...
-¿Cómo es posible escribir eso? Nadie ha declarado eso. Es una invención del juez. En esa sentencia, todo son elucubraciones doctrinarias. Todo parece haber sido redactado por alguien que no estuvo en el juicio.
-¿Cuándo empezaron las quejas de los vecinos sobre el club?
-La primera denuncia es de 20 días antes de abrir, en 1994. Pero a quien denunciaron no era a mí, sino al Ayuntamiento, para que tomara medidas. Pero el Ayuntamiento, en esa época, jamás se puso en contacto conmigo y, por tanto, yo desconocía esas quejas. Fue en 2003 cuando el hijo del alcalde de Alhendín [José Guerrero] se presentó un día en el local pidiéndome la licencia de apertura, como si fuese un policía local. Tuvimos un altercado y, 20 minutos después, fue la propia Policía Local la que se presentó allí. A partir de entonces fue cuando comenzó la batalla legal.
-Los denunciantes hablan de secuelas físicas en su estado...
-Eso no tiene ninguna relación con El Secadero. La mujer de Guerrero declaró en el juicio que tenía que tomar Lexatín y que discutía con su marido por culpa de la música. Uno discute con su pareja sin necesidad de que haya ruido. Otra vecina, alcohólica desde que tenía veinte años, declaró que se había vuelto alcohólica por culpa de la música a los cincuenta años. Era una de las habituales de El Secadero porque yo, al ser vecina, la invitaba a copas gratis. Hasta que dejé de darle de beber.
-¿Qué músicos han pasado por El Secadero?
-Multitud de ellos: Chano Domínguez, Javier Ruibal, Javier Krahe, Hilario Camacho, Tito Duarte, Celia Mur, Kiko Aguado. El Secadero fue el local en el que ensayaba la Big Band de Granada. También organizábamos allí los trasnoches del Festival Internacional de Jazz... Por eso no entiendo nada. Jamás se han aplicado a El Secadero normas administrativas. Todos los expedientes que abrió el Ayuntamiento de Alhendín quedaron archivados. Y, de pronto, aparece la Fiscalía de Medio Ambiente y me pide cinco años de prisión por un delito ecológico, como si hubiese provocado un incendio forestal o el vertido de Aznalcóllar. Todo resulta absurdo, increíble.
-Se ha levantado una ola de solidaridad hacia usted...
-Es algo que agradezco muchísimo. Yo sé que El Secadero era una referencia musical en España. La música, especialmente en Granada, es riquísima por el trasfondo popular que tiene. Granada es una ciudad con un espíritu eminentemente estudiantil, y la música es algo que se puede añadir al patrimonio cultural de la ciudad. Hay locales como Planta Baja o Alexis Viernes que hacen a la ciudad mucho más rica. A veces me pregunto si todo esto hubiera sucedido si El Secadero programase música rociera...
-Muchos músicos han comentado que, si prospera la condena, las campanas de las iglesias y la Semana Santa pueden tener los días contados... Cualquiera podrá denunciarlos por el nivel de ruido que generan...
-A mí, realmente, me dan ganas de pedir mediciones de decibelios durante la Semana Santa. Si la condena prospera, tendrán que cerrar los aeropuertos, no se podrán hacer obras en la calle. El límite de decibelios que yo tenía en El Secadero era de 44 y yo, a veces, me pasé a 51. Es el ruido que hace un coche al ralentí. O el que hace un perro al ladrar. Esta sentencia está sentando un precedente en la jurisprudencia durísimo.
-Mucha gente la considera desproporcionada...
-En Sevilla, un tipo borracho atropelló a dos chicas y las mató. Le han condenado a seis años de prisión. Al Cuco [el menor implicado en la desaparición de Marta del Castillo] lo han condenado a tres años. A mí, por hacer ruido, me condenan a dos años y medio. Eso crea una tremenda desconfianza en la justicia. Las sentencias injustas son las que consiguen que el ciudadano se indigne. Y mucho.
-¿Piensa recurrir?
-Sí. Ante el Tribunal Supremo, o ante el Tribunal de Estrasburgo, si hace falta.
-En la sentencia se afirma: "Estamos ante un delito de peligro abstracto, pues el tipo no requiere la producción del perjuicio, sino que basta con la capacidad de producirlo" ¿Qué quiere decir eso?
-Pues más o menos que si uno tiene un Ferrari que puede correr a 320 kilómetros por hora la Guardia Civil lo puede multar por exceso de velocidad. El hecho de que yo en El Secadero tuviera un equipo de música que puede llegar a tantos decibelios me convierte en culpable. Una noche vinieron los técnicos a medir el nivel de decibelios y querían que pusiese la música a todo volumen. Y yo me negué, porque nunca lo hice. Ésa es otra de las cosas de la sentencia que no comprendo.
-Al parecer, ya hay iniciativas entre los músicos para hacer algo en su apoyo...
-Sí, músicos como Luis Poyatos quieren organizar un concierto. Pero yo ahora estoy más pendiente de resolver mi recurso que pertenecer a cualquier plataforma.
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