Un techo para moros y cristianos

Seis siglos llevan conviviendo bajo el mismo techo moros y cristianos. La Sala de los Reyes alterna escenas caballerescas con un rico parque zoológico. ¡'Ojalá' y 'quiera Dios' que la restauren pronto!

Escenas copiadas por los pintores Sánchez Saravia, C. Murphy y O. Jones. La Alhambra mora y el monumento que da seña de identidad a la ciudad ante los ojos del mundo entero. Ocho siglos de dominación musulmana de la península y otros cinco el monumento en manos de la cristiandad dan lugar a expresiones artísticas donde se mezclan figuras de todo tipo.
Escenas copiadas por los pintores Sánchez Saravia, C. Murphy y O. Jones. La Alhambra mora y el monumento que da seña de identidad a la ciudad ante los ojos del mundo entero. Ocho siglos de dominación musulmana de la península y otros cinco el monumento en manos de la cristiandad dan lugar a expresiones artísticas donde se mezclan figuras de todo tipo.

22 de junio 2008 - 01:00

UNO de los más emblemáticos lugares en el que ha quedado patente la convivencia de moros y cristianos durante siglos y bajo el mismo techo, aunque sea en pintura y a pesar de las goteras, está en la propia Alhambra y concretamente en una de las estancias del Patio de los Leones conocida como la Sala de los Reyes.

En su cubierta abovedada se mezclan moros y cristianos que despistan al visitante y hasta hicieron discutir a los historiadores sobre quiénes serían los pintores, si moros o cristianos. Y, si era un palacio moro, por qué aparecen figuras animadas y bellas señoritas cristianas con las caras descubiertas y preciosas melenas rubias.

Es verdad que conviven los personajes en el espacio de estas bóvedas; pero no siempre en buena armonía: aparecen jugando al ajedrez, o asomados a la ventana del castillo como esperando amores caballerescos de trovadores enamorados, o reunidos deliberando tranquilamente como hacen esos diez reyes o jueces de la alcoba central. Pero también se ve a una joven cristiana raptada por un monstruo salvaje, o el reto a muerte entre caballeros en el que el vencedor es lógicamente el 'bueno', es decir, el moro.

Toda una historia de secuencias casi cinematográficas que han hecho dudar a los especialistas hasta concluir que pudieran haber sido pintadas por cristianos de principios del siglo XV pagados por los moros, inspirándose en antiguos romances medievales. Bajo el mismo techo se entremezclan las culturas. ¡Ojalá no fuera sólo en pintura!

La escena de los jugadores de ajedrez ya aparece en la época de Alfonso X el Sabio. En la Alhambra la jugadora que estaba a la derecha del tablero desapareció; no sabemos si aburrida por lo que duraba la partida o por estar amenazada de mate en dos jugadas. Luego nos enteramos por el inolvidable profesor Bermúdez Pareja que fue debido a una gotera del techo.

Que aparezcan figuras humanas y de animales no resulta ni raro ni prohibido; abundan los ejemplos en otros espacios, sobre todo a partir del siglo XIV, cuando ya en la península se intercambian las influencias de la España cristiana con las de Al-Ándalus, puesto que las modas conviven sobre todo en las zonas fronterizas en lo que podría ser el primer capítulo de esa llamada 'alianza de civilizaciones', que a veces tiene poco de alianza y menos de civilización.

UN parque zoológico

Las bóvedas han sido pintadas sobre piel de carnero perfectamente curtida en las tenerías de la Alhambra y preparadas con engrudo de harina de trigo que luego pegaban a la madera de peralejo, clavándola con puntillas de caña de bambú para no hacer agujeros. Sobre estos cueros se aplicaban las pinturas disueltas en huevo y barnizadas con linaza después. No eran muy torpes estos granadinos antiguos: escogen el peralejo porque resiste muy bien las cambiantes temperaturas de Granada y las unen con clavos bañados en estaño para que no se oxiden. Ya te digo.

Una mañana entera estuve recorriendo el riquísimo parque zoológico que se descubre en estos techos. Y es que los bosques de la Alhambra debían tener una variada fauna que tal vez sirviera de inspiración a los pintores. Fijándome bien pude ver caballos, mulos, jabalíes, perros, leones, monos, cabras, osos, liebres, conejos, zorros; aves de todas las especies: patos, halcones, azores, garzas y otros muchos de mil plumajes que a mi profesor de Ciencias, el señor Mascaró, no le dio tiempo a enseñarme.

Fueron varios los pintores que las copiaron, los turistas que las fotografiaron y las restauraciones realizadas; gracias a ello nos han llegado buenas reproducciones. Las escenas las copió el pintor Sánchez Saravia, el irlandés C. Murphy, Owen Jones y hasta Isidoro Marín y si se han conservado, es tanto por lo listos que fueron los pintores de la época como los alarifes que le abrieron cámaras de aire encima y celosías de ventilación en los tejados. Más torpes estuvieron luego los cristianos al cerrar estos respiraderos y provocar las goteras.

Con la reciente rehabilitación de las bóvedas y la restauración de las pinturas de la Sala, que ojalá y quiera Dios terminen prontico, tendremos en Granada convivencia pacífica de moros y cristianos bajo el mismo techo para unos cuantos siglos más. Aunque sea en pintura.

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