Sucesos

Así se vivieron los terremotos más importantes en la historia de Granada

  • A lo largo de la historia, muchos seísmos se han sentido en múltiples zonas de la provincia, llegando a tener incluso influencias en la historia de la ciudad

Imagen de una de las casas de la localidad de Atarfe destruidas por el terremoto de 1956

Imagen de una de las casas de la localidad de Atarfe destruidas por el terremoto de 1956 / G. H. (Granada)

Todos los granadinos recuerdan con cierto temor el enjambre sísmico que se vivió en la provincia, con epicentro en Santa Fe y con multitud de temblores, de 2021. Varios terremotos de diferentes intensidades se sucedieron asustando a la ciudadanía, y el miedo que recorrió a los granadinos hizo que estos se echaran a la calle, olvidándose del Coronavirus, que en aquellos primeros días de vacunación incidía con fuerza en la sociedad.

Es común que, ante cualquier seísmo que ocurra desde aquella fecha, los habitantes granadinos lo relacionen con los sucesos del pasado año, aunque cabe recordar que estas situaciones, en realidad, no son nada nuevo. Los expertos geólogos aseguran que en la provincia de Granada se producen alrededor de 2.000 movimientos al año, aunque la gran mayoría de estos son imperceptibles para los humanos. 

Estas sacudidas se producen por culpa de la colisión entre la placa tectónica africana y la ibérica, teniendo el contacto justo bajo el suelo granadino. Al año se producen unos movimientos de unos 5 milímetros, que con el tiempo se traducen en diversos terremotos.

Pero no todos los movimientos son pequeños. A lo largo de la historia en Granada se ha ido sucediendo diversos terremotos importantes en los que los daños llegaron a ser considerables. Así, algunos de estos han sido bastante graves, como el de Albolote en 1956, el que se produjo en Arenas del Rey en 1884 en un frío 25 de diciembre, o el ya mencionado 1522 que, aunque no se produjo propiamente en territorio granadino, afectó a la Alpujarra y se sintió en la capital y en la zona norte.

Los seísmos de mayor intensidad

Según los registros existentes, los terremotos de mayor intensidad registrados en Granada y su provincia fueron el ya mencionado de Arenas del Rey del 25 de diciembre de 1884, con una intensidad de entre 9 y 10 puntos. Este fue el peor terremoto vivido en la historia de Granada. 

Después de este le seguiría el registrado en Granada del 24 de abril de 1431, con una intensidad de entre 8 y 9 puntos, provocando también, como el de 1522, daños en la Alhambra. Este se produjo en plena ofensiva cristiana para recuperar el control de la provincia y poner fin así a la Reconquista. Según el Instituto Andaluz Universitario de Geofísica y Prevención de Desastres Sísmicos, dependiente de la Universidad de Granada, estos movimientos de tierra posiblemente retrasaron la toma de Granada en más de sesenta años, cambiando el paso de la historia a como la conocemos hoy en día.

Estos terremotos se sintieron en una amplia zona que, por lo que deducen desde la UGR a raíz de los documentos y las crónicas de la época, al menos afectaron desde Granada al Sur de Francia, dejando rastro de su devastador efecto en las crónicas y memorias de aquellos años en una amplia zona de la geografía peninsular.

El movimiento de tierra de Albolote de 1956, mucho más reciente, y con epicentro en Granada, todavía es recordado por los mayores de la provincia. Con una intensidad de 7 puntos, tuvo lugar a las 19:39 horas, muy cercano a la superficie y con epicentro junto a núcleos poblados. Sobre todo dos, el ya mencionado Albolote y Atarfe, que fueron los municipios que se llevaron sin duda la peor parte.

Según los registros de la época, este suceso causó trece muertos y setenta heridos, dañó más de 600 viviendas, quedando unas 200 de ellas en ruinas, y, además de provocar desperfectos en esos dos pueblos, también tuvo efectos en localidades como Granada capital, Peligros, Santa Fe, Maracena, Pulianas Armilla.

El último terremoto con una gran intensidad registrado en la provincia de Granada fue el acontecido en la ciudad de Baza el 30 de septiembre de 1531, con una intensidad de entre 8 y 9 puntos. Según las crónicas de la época, este seísmo fue devastador, y supuso la alteración del abastecimiento y distribución del agua, del urbanismo, y de los fundamentos económicos, religiosos y políticos de la ciudad. 

Tras el movimiento de tierras de la ciudad del Norte de Granada, Baza quedó asolada y la mayoría de sus iglesias parroquiales y conventuales en ruinas, incluida la del monasterio de San Jerónimo. Pasado el gran seísmo, se desarrolló una febril actividad constructiva por toda la urbe, más cercano al mundo del Renacimiento, rastreable no solo en los testimonios conservados sino a través de los documentos que han sobrevivido en distintos archivos.

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