El trabajo de desmontar el belén

Uno de los pocos belenistas de la Costa explica su singular visión de este arte en miniatura

Este artesano belenista ha experimentado en su trayectoria topo tipo de materiales, desde  plástico a poliéster.
Este artesano belenista ha experimentado en su trayectoria topo tipo de materiales, desde plástico a poliéster.
Nacho Martín / Motril

07 de enero 2012 - 01:00

Emilio González lleva toda una vida ligada al mundo de los belenes. A sus 58 años, siempre ha estado en contacto con los fabricantes de las figuras. Desde su actividad comercial, primero al frente de una papelería, y los últimos años desde un estanco en Motril, ha vendido todo tipo de complementos, por ello no es de extrañar que comenzara su afición como un juego, diseñando para su sobrina los decorados de los nacimientos.

Esta afición le llevó a que el anterior párroco de la iglesia mayor de Motril, José Luis, conocedor de la habilidad de este comerciante, le encargara allá por el año 1997 diseñar un belén en el interior de su parroquia, al igual que él hacía en su negocio. "Hasta entonces sólo se representaba un misterio en frente del altar con las figuras del Misterio Pascual: La Virgen, San José y el Niño Jesús, sin animales ni nada", recuerda.

En estos tres lustros, el nacimiento ha ido cambiando de lugar dentro de la iglesia. Este año está en un lateral para que no dificulte el acceso, "siempre en consenso con el cura", comenta y recuerda que "un año lo pusimos en la pila bautismal y fue el más grande que hemos colocado". A lo largo de estos años, Emilio ha ido sumando a su amplio repertorio todo tipo de elementos ornamentales: la carpintería, un taller de alfarería, un huerto, un molino de agua, distintas casas... Pero, sin duda el elemento del que más orgulloso está es el castillo, que "está fabricado bloque a bloque con tacos de madera cortados con un cúter y engarzados entre sí, que cuando lo sacamos de mi casa, no podíamos sacarlo por la puerta".

Año a año, incorpora dos o tres elementos nuevos y mantiene los antiguos que en cada edición modifican el diseño, "siempre hay que arreglar algo, pero unas veces va con un río otras no, cada Navidad cambiamos los decorados de sitio para que sean originales y distintos".

Este artesano belenista ha experimentado en su trayectoria topo tipo de materiales: plástico, poliéster, pero reconoce que como la madera no hay nada, ya que "es la que mejor aguanta el transcurso del tiempo".

Emilio ha reunido a un equipo de tres personas que colaboran en armar esta representación. "Todos somos comerciantes, por lo que una vez que cerramos nuestros negocios, nos cambiamos de ropa y vamos a la iglesia a dejarlo todo listo, desde las diez de la noche nos tiramos hasta las dos o tres de la mañana, al día siguiente hay que abrir de nuevo la tienda a las nueve de la mañana, desde la Purísima le dedicamos unas seis noches, la última estuvimos hasta las seis para dejarlo todo listo". Este año se ha incorporado un joven al equipo que estaba preocupado porque no tenía experiencia, sin embargo, el regente del estanco le convenció y "después de esta experiencia me dice que el arte de los belenes engancha".

Este belenista motrileño aplaude la iniciativa de que la iglesia de la Encarnación permanezca abierta de 10 de la mañana a 2 de la tarde, para que la gente "ya no sólo pueda contemplar el belén antes y después de las misas, sino en un horario más amplio". A Emilio le gustaría que permaneciera más tiempo en la iglesia para que el mayor número de gente pueda disfrutarlo, por lo que el año que viene va a proponer al sacerdote que se adelante la fecha para "armarlo" y agradece toda la ayuda que pueda recibir por parte de voluntarios, ya que armar un belén es como construir una pequeña obra de ingeniería, en la que hay que hacer que todas las piezas (en este caso, figuritas) encajen y que luzcan para disfrute de creyentes y de amantes de este arte en miniatura.

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