Tres batutas para la OCG
Lucas Macías, Christian Zacharias y Joseph Swensen ocupan el podio de la OCG en el concierto que cierra una temporada excepcional
La OCG abre su temporada 25-26 con un gran concierto gratuito para la I Bienal de Flamenco de Granada
La Orquesta Ciudad de Granada ha cerrado su temporada este fin de semana con un concierto muy especial dedicado a la música de Wolfgang Amadeus Mozart. Para la ocasión Lucas Macías, el director titular de nuestra orquesta, contó con los dos principales directores invitados para dirigir cada uno una obra del programa: el director de origen alemán Christian Zacharias y el americano Joseph Swensen. Pero, además, Macías y Zacharias actuaron como solistas de oboe y piano, respectivamente, dirigiéndose el uno al otro en un gesto de respeto profesional y estrecha compenetración artística.
***** Programa: Wolfgang Amadeus Mozart, Concierto para oboe en Do mayor K. 314, Sinfonía número 41 en Do mayor K. 551 “Júpiter” y Concierto para piano y orquesta número 17 en Sol mayor K. 453. Orquesta Ciudad de Granada Solistas y directores: Lucas Macías (oboe), Christian Zacharias (piano) y Joseph Swensen Lugar y fecha: Auditorio Manuel de Falla, 31 de mayo de 2025
Lucas Macías concluye otra temporada de éxitos al frente de nuestra OCG, en la que ha vuelto a demostrar su compromiso con la calidad y su aguda visión artística a la hora de programar opciones de coherencia temática y solvencia interpretativa. De este modo, en los años que lleva al frente de nuestra orquesta, ha cuidado la preservación de la ductilidad de la formación, con un sonido propio que la hacen atractiva para batutas y solistas de talla internacional. La colaboración con Zacharias y Swensen ha sido, además, todo un estímulo para los componentes de la formación y un disfrute para el público, que ha podido degustar tres estilos de dirección diferentes en gesto y concepción técnica, pero igualmente elevados en calidad y frescura.
El concierto se abrió con el Concierto para oboe en Do mayor K. 314 de Wolfgang Amadeus Mozart, página singular en la producción del compositor que condensa el espíritu del clasicismo vienés. Bajo esta premisa, la interpretación ofrecida por la Orquesta Ciudad de Granada bajo la dirección de Christian Zacharias, con Lucas Macías como solista, se sintió como un homenaje cuidadosamente tallado a esa claridad luminosa. Zacharias, fiel a su estética transparente y sin artificios, planteó una lectura del Allegro aperto inicial con un perfecto balance entre secciones. De gesto contenido pero preciso, muestra singular de su refinada economía, permitió a la orquesta y al solista una respiración amplia que favoreció el diálogo dinámico entre ambos.
Lucas Macías –referente indiscutible del oboe a nivel europeo– ofreció una versión de la obra que aunó su técnica depurada con un sentido musical profundamente interiorizado. Desde el Allegro inicial su fraseo fue elegante, con una emisión controlada y un timbre claro, noble, sin concesiones al virtuosismo vacío pero rico en ornamentaciones muy mozartianas. En el Adagio non troppo, logró uno de los momentos más emocionantes de la noche: cada nota fue dicha con intención, y cada silencio estuvo cargado de sentido, creando una atmósfera de recogimiento que suspendió momentáneamente el tiempo. En el Rondó final, Macías y la OCG desplegaron una vitalidad rítmica contenida, en la que el juego temático se tornó casi teatral. El espíritu danzante del movimiento fue abordado jovialmente, siempre en consonancia con el carácter galante de la partitura, sin caer en la afectación ni en el exceso de gesto.
Como ya es marca distintiva en las colaboraciones entre Zacharias y la OCG, lo que se vivió no fue una mera ejecución de la partitura, sino una lectura orgánica, atenta al detalle. La presencia de Macías como solista añadió una dimensión personal, pues su amistad artística se remonta a sus inicios como solista junto a la Orquesta de Cámara de Lausana; fue más que una interpretación, ya que asistimos una conversación íntima entre ambos inspirada por el espíritu de Mozart, donde el solista parecía conocer de primera mano no solo la obra, sino el ánimo mismo del compositor, arropado oportunamente por la dirección del maestro Zacharias.
La segunda obra del programa fue la Sinfonía núm. 41 en Do mayor K. 551 “Júpiter” de Mozart, la última y más imponente de sus sinfonías. La OCG encontró en la batuta de Joseph Swensen una aliada sólida para presentar una versión dinámica y tremendamente expresiva de la partitura, pulcra y sin excesos, pero resaltando cada unidad temática con frescura y énfasis interpretativo.
Desde el inicio, el Allegro vivace fue tratado con claridad estructural y buen equilibrio dinámico. Swensen optó por un clasicismo brillante y extrovertido, pero sin apelar al dramatismo exagerado, lo que aportó elegancia y vivacidad a su dirección. El Andante cantabile resultó íntimo y exquisitamente articulado por las maderas. El Menuetto mantuvo una nobleza formal bien medida, sin riesgos. Pero fue en el Molto allegro final donde la orquesta brilló con verdadera intensidad: la arquitectura fugada se desplegó con transparencia y tensión sostenida, revelando la grandeza estructural de la obra sin artificios dentro de un espíritu jovial y una exuberancia de medios tímbricos que fueron muy del agrado del director.
La segunda parte del concierto se dedicó por entero al Concierto para piano y orquesta núm. 17 en Sol mayor K. 453, también de Mozart. Para la ocasión, Macías y Zacharias invirtieron roles, siendo ahora el veterano director y pianista quien desempeñó el papel solista, hábilmente arropado por la precisa dirección de Lucas Macías.
Ya en el Allegro inicial quedó clara la intención de Christian Zacharias: una interpretación equilibrada, sin afectaciones, donde la claridad del discurso prevaleció por encima de todo. Zacharias ofreció un piano transparente, elegante y fluido, muy en el espíritu de la obra, dialogando con una orquesta atenta y precisa. El Andante fue un momento de recogimiento expresivo, abordado con contención emotiva y aportando un profundo conocimiento del lenguaje mozartiano. Por su parte, en el Rondo final desplegó gracia y ligereza, con un tempo animado, un desarrollo muy cuidado de la ornamentación y un discurso melódico orgánico y controlado, que en conjunto evidencian la maestría indiscutible del intérprete.
El resultado fue una velada mozartiana luminosa, sin excesos, pero llena de brillantez y expresividad. Tres grandes artistas del panorama internacional se dieron cita en Granada para cerrar la temporada de la OCG, confiando en el poder de la música bien dicha para agradecer al público de la ciudad su apoyo. El auditorio, puesto en pie, prolongó la ovación a los tres directores durante más de diez minutos, evidenciando el alto nivel artístico de nuestra orquesta y la existencia de un entendido sustrato cultural de nuestra ciudad.
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