Granada

En las trincheras del machismo

  • Un 30% de las mujeres rurales no cotiza a la Seguridad Social en Granada · Menos de la mitad figura en el Régimen Especial de Autónomos a pesar de que superan en un tercio a los hombres como trabajadoras

Mujer, de 30 a 50 años, con estudios primarios, aunque cada vez más universitarias por la crisis, y un tercio de ellas invisible a los datos de la Seguridad Social. Éste es el perfil de las agricultoras que llevan a sus espaldas un trabajo durísimo, de muchas horas y esfuerzo, además de la casa y la familia, en un sector como el agrícola que tradicionalmente ha sido masculino.

Aunque han estado siempre ahí, hasta hace poco no 'existían', porque era el marido, padre o hijo el que figuraba tanto administrativamente como de cara a los trabajadores, sin embargo ya hay muchas de ellas que están luchando para reivindicar su papel en la sociedad, aunque les queda un largo camino para llegar a una igualdad real.

Según datos facilitados por la Seguridad Social en Granada, actualmente hay 34.030 mujeres que cotizan en el Régimen General dentro del Sistema Especial Agrario, frente a 22.205 hombres, lo que significa que en el caso de trabajadoras hay más mujeres que hombres en estos momentos. Sin embargo, en el Régimen Especial de Autónomos tan sólo hay 916 en la provincia, mientras que existen 2.408 varones dados de alta.

Las mujeres siguen ocupando la mayor parte de los empleos a tiempo parcial y de los contratos temporales, lo que provoca una notable diferencia salarial con los hombres, aparte de que miles de mujeres siguen trabajando en la economía sumergida. Según la diputada delegada de Igualdad de Oportunidades y Juventud, Leticia Moreno, un 30% de las mujeres rurales de la provincia de Granada no cotiza a la Seguridad Social. Esto conlleva que jamás alcanzarán una jubilación digna, ni derecho a prestaciones por desempleo, ni a baja por maternidad o enfermedad.

Además, si las mujeres en general no acceden a empleos, ni a contratos ni salarios similares a los de los hombres, en el ámbito rural viven aún una situación más difícil.

La última Encuesta Anual de Estructura Salarial refleja que la desigualdad salarial entre hombres y mujeres se sitúa en el 22%, uno de los porcentajes más altos de Europa. Esto quiere decir que el sueldo medio anual de las mujeres es de 19.502 euros frente a los 25.001 euros que cobran de media al año los hombres por lo que una mujer, para ganar lo mismo que un hombre, debería trabajar 102 días más al año. Asimismo, entre estos datos cabe destacar que mientras una mujer gana una media de 12,72 euros por hora de trabajo, un hombre cobra 15,1 euros.

El convenio del campo en la provincia de Granada para 2012 establece que el salario base para 6 horas de trabajo es de 39,90 euros y para 7 horas 50,55, sin embargo en la práctica suele ser otra cosa, aparte de que aunque se dice que este sueldo es para un peón agrícola, todavía existen muchos lugares en los que se hace distinción en lo que percibe un hombre y una mujer.

Todo ello a pesar de que la Comisión Europea ha lanzado campañas contra las diferencias salariales entre géneros con el fin de concienciar y sensibilizar sobre la necesidad de acabar con la considerable brecha que sigue produciéndose entre lo que cobran los hombres y las mujeres.

Las diferencias a nivel laboral no sólo se producen en los salarios sino en otros aspectos como el tipo de contrato. En el campo habitualmente los contratos son de campaña, es decir temporales, y de duración determinada o por circunstancias de la producción. Del total de personas con contrato temporal el 49% son mujeres, mientras que en cuanto a contratación indefinida este porcentaje baja al 45%, según datos proporcionados por Afammer.

En el caso de empresarias, sólo el 21,29% de los titulares jefes de la explotación agraria son mujeres en España, según Fademur (Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales). Uno de los grandes retos que tiene actualmente este colectivo es la titularidad compartida. La Ley 35/2011 ha supuesto un avance en este sentido, ya que -según su exposición de motivos-, "tiene como finalidad promoverla como modalidad de explotación agraria de manera que se pueda alcanzar la verdadera equiparación de las mujeres y los hombres". Sin embargo, hasta su plena aplicación, habrá que recorrer un largo camino.

Por otra parte, el papel de las mujeres en los órganos de toma de decisiones y en los consejos de administración y puestos de responsabilidad en organismos y empresas es prácticamente inexistente. Sin embargo, cuando se desciende de los despachos a las naves de las grandes alhóndigas y cooperativas agrarias, sí se puede ver una amplia representación de mujeres en las cadenas de producción.

En el plano personal, los obstáculos a los que se enfrentan estas mujeres para conciliar trabajo y familia son mayores en este entorno que en las ciudades por la falta de infraestructuras, como guarderías para sus hijos o centros de día y residencias de mayores para los mayores que están también a su cuidado.

La técnica de COAG Granada, Sonia Ramos, comenta que también para cambiar esta realidad, es necesario que las propias mujeres rurales "se lo crean". Asimismo, esta organización pide a las administraciones que invierta en cursos de formación y liderazgo para este colectivo.

La diputada Leticia Moreno apostilla que "es básico que se convenzan de que son empresarias", no simplemente unas mujeres que "echan una mano' tradicionalmente al hombre en el campo.

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