"Una curva oscura. Otra a la izquierda. Después, a la derecha... Y al final, el olivo". La popular descripción que circula en Víznar y Alfacar sobre el supuesto lugar en el que descansan los huesos de Lorca, desgastada por el paso del tiempo -más de siete décadas-, no aclara el lugar exacto en el que se localiza la fosa.

En todo caso, González Arroyo no aporta credibilidad al testimonio del enterrador, un hombre que "si estuvo en el asesinato de los cuatro estaba aterrorizado por su calidad de detenido". De ser así, participaría en la excavación de la fosa y probablemente también tomó parte en la inhumación de los asesinados, aunque el periodista Molina Fajardo aportó en su libro póstumo (Los últimos días de Lorca) una confesión por escrito en la que asegura que en los días en que tuvo lugar el asesinato de Lorca él no estaba todavía en las colonias.

Por lo tanto, hay "una contradicción testimonial" que, en palabras del responsable de la asociación, "absolutamente nos pone en la verdadera pista de que el lugar es el paraje de el Caracolar y no el parque".

Otro detalle que también tiene mucha importancia para la ARMH es que generalmente en este tipo de fosas se colocaba una piedra encima para señalizarla y no excavar de nuevo y encontrarse con cuerpos en descomposición. En cambio, en la supuesta fosa (si es que la hubo) del parque, "jamás hallamos piedra alguna". En el paraje de El Caracolar sí que hay una gran piedra que determina la existencia de una fosa, si bien hay más huellas claras de que ha habido "intervenciones antrópicas que muestran que hay más fosas".

En todo caso, si los expertos ratifican que la fosa se encuentra en El Caracolar, el parque de Alfacar seguirá siendo "un lugar estable de memoria que se hizo en tiempos de democracia para recordar al poeta, esté o no esté allí", así como a "todos los que fueron inmolados en aquellos momentos de represión tan terribles en Granada".