El ultimátum de la taracea
Un comercio que se ha convertido en arte con el paso de los años afronta el paso de la tradición granadina a la más que probable extinción debido, principalmente, a la ausencia de aprendices
La taracea es la artesanía granadina por excelencia, legado de la presencia árabe en el Al-Andalus y continuamente mejorada y enriquecida por culturas posteriores a través de los siglos. Este arte (mejor que negocio) consiste en la incrustación y pegado de muy diferentes tipos de maderas, grecas y estrellas sobre una superficie de madera formando elaborados y complejos diseños.
José Óscar Beas Oliver, gerente de la empresa Artesanía Beas en el barrio del Zaidín, asegura que este oficio "tiene fecha de caducidad" puesto que a la espera de la jubilación de sus empleados y sin personal que pueda heredar el comercio no parece haber solución posible. Así, Artesanía Beas, que se fundó en 1948 y cuenta ya con una tradición familiar de tres generaciones, ha superado cientos de obstáculos, ha intentado sacar tajada de la crisis pero nunca podrá adaptarse al actual ritmo de vida de la sociedad ni a las nuevas tecnologías.
"Este comercio no puede adaptarse al cambio porque la taracea es un negocio que solo puede hacerse manualmente ya que, si no, se pierde la esencia del arte" asevera Óscar. A pesar de ello, Artesanía Beas ha hecho todo lo posible para adaptarse. "Nos hemos integrado en hogares y hoteles, hemos creado una página web y al día de hoy, para mantener y fomentar el negocio seguimos pensando en ideas". Una de estas innovaciones es el método hazlo tú mismo. "Se trata de un pack en el que se vende el producto con piezas e instrucciones para que la gente lo haga por su cuenta" comenta el gerente de la empresa. De esta forma, insiste en que este nuevo proyecto les "ilusiona y aunque sabemos que tendrá buena aceptación nunca se sabe cómo puede acabar". Lo importante, recalca, es que la gente dé a conocer este arte, "no solo nuestro comercio".
Además deja entrever que uno de los verdaderos problemas es que no se ha valorado realmente. "La culpa puede ser de la ignorancia de la sociedad aunque también los artesanos no hemos sabido vendernos y hemos estado pensando siempre en el presente hasta que el futuro nos ha alcanzado" explica Óscar. Este artesano parece tenerlo claro, "el producto se revalorizará con el tiempo cuando ya no existan talleres. Sin embargo, ahora, no recibimos ningún tipo de ayuda en cuanto a la propagación de este arte". Posiblemente, dentro de no muchos años los ciudadanos de Granada comiencen a darle importancia a uno de sus productos más tradicionales. "Es una pena que se valore más fuera de Andalucía algo que es nuestro", ratifica Óscar.
Otro de los orígenes de la futura desaparición de la taracea es la fuga de aprendices de este tradicional arte. "Un aprendiz necesita al menos dos años de aprendizaje ya que todo es práctica, algo que en la actualidad no podemos permitirnos puesto que asegurar y pagar a una persona que no produce no es rentable" certifica el gerente. La inseguridad de que el discípulo se convierta en maestro y decida "hacer la competencia" es un riesgo que no todos han estado dispuestos a asumir por lo que, a falta de apoyo, valentía e interés, un comercio convertido en arte granadino espera intranquilo el día de su despedida.
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