¿Cuánto vale este medicamento?
Salud Aplicación de la Ley del Medicamento de 2006
La Ley de 2006 eliminó de los envases el precio de los fármacos, medida que no convence a los consumidores
Desde 2007 los envases de los medicamentos no reflejan el precio de venta. Es una de las modificaciones que incluyó la nueva Ley de 2006, que elimina la obligación de que aparezca el precio del medicamento en el cartonaje. La razón del Ministerio para adoptar esta medida es que antes se devolvían a los laboratorios grandes cantidades de fármacos varias veces al año para que cambiaran el precio del envase cada vez que el Gobierno modificaba el precio de venta del producto, con lo que conllevaba costes excesivos para las empresas farmacéuticas.
De esta forma, cuando una persona acude a una farmacia a comprar un determinado medicamento no puede ver lo que cuesta en el envase, sino que es el código de barras el que marca al farmacéutico su coste.
Para solucionar la desinformación sobre el precio, el Ministerio obliga -también por ley- a entregar un recibo a las farmacias, aunque este extremo se hace a demanda, no siempre.
Pero el hecho es que ya ningún producto de venta en farmacias incluye el precio en el envase, aunque no sean propiamente fármacos.
Una medida marcada por ley que se contradice con el derecho del consumidor a saber el precio de un producto. Según el presidente de la federación de consumidores Facua-Granada, Javier Cejuela, "esta medida es un hecho negativo", contando con que en cualquier otro producto de venta se obliga también por ley a indicar el precio más el IVA. Desde libros, gasolina o ropa hasta alimentación.
"No entendemos por qué se permite a los laboratorios no indicar el precio, hecho que genera duda de que realmente se esté pagando el precio fijado. No lo comprendemos y no tiene sentido, así que recomendamos a los usuarios que pidan el ticket", manifiesta. Pero el problema es que no se conoce ese segundo punto de la ley: la obligación de emitir factura y el derecho de pedirla.
En las farmacias, el problema lo tenían antes, cuando venía indicado el precio. "Cada mes cambia el precio de algunas especialidades y teníamos que revisar la farmacia entera para devolver los que teníamos con el precio antiguo, lo que hacía que hasta que los volvíamos a recibir se podía producir hasta desabastecimiento", indica la farmacéutica Carmen Bujalance Martínez-Cañavate.
La otra opción, poner encima una etiqueta con el precio actual hubiera sido peor, en su opinión. "Eso haría desconfiar a la gente, que pensaría que ponemos el precio que queremos, cuando la realidad es que lo marca el Gobierno, ni siquiera los laboratorios", dice.
Así, el código de barras parece lo más adecuado. "El usuario puede estar seguro de que no hay cambios. El fármaco cuesta igual en todos los sitios". El problema es que tampoco los farmacéuticos tienen un listado físico, todo está por ordenador, "con lo que si se va la luz no podemos vender o tenemos que llamar a otra farmacia para que nos diga el precio".
Ahora son los pensionistas, aunque no tengan que pagarlos, los que más preguntan por los precios. "Quieren saber lo que valen para ver cuánto se ahorran".
En cuanto al recibo, no se da mucho. "Lo damos cuando nos lo solicitan", principalmente gente que viene de compañías que tiene que pagar parte o personas que no tienen descuento o gratuidad.
El resto de productos que se venden en las farmacias tampoco llevan el precio, pero ahí sí varía el coste en función de la botica. "En cosmética o pastas de dientes, por ejemplo, según la cantidad que pidas al representante tienes unos precios a los que sumas nuestro porcentaje de beneficio fijo". También varía si se pide al laboratorio o a través de la hermandad farmacéutica.
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