Granada

La verdad en los versos del fiscal

  • Jesús García Calderón publica 'La mirada desnuda', un carrusel de 30 nuevos poemas incluidos en una colección dedicada a autores actuales extremeños · Su poesía habla "de cosas sencillas que no lo son"

Hace una mañana muy fría y dentro del Palacio de la Real Chancillería la temperatura no mejora. Al atravesar la puerta del despacho de don Jesús, el reloj se congela con la calidez de sus palabras. Hoy no es el fiscal superior de Andalucía. Tampoco el académico experto en patrimonio histórico. Es un poeta y escritor extremeño que busca la verdad a través de los versos, y que esta vez ha tratado de reencontrase con ella a través de La mirada desnuda, título de su último poemario y décima obra en su creación literaria.

El nuevo libro de Jesús García Calderón (Badajoz, 1959) es un carrusel de treinta nuevos poemas vivenciales, que hablan "de cosas sencillas que no son sencillas", y con los que la editorial De la luna libros inaugura una colección de la A a la Z (Luna de Poniente Poesía) dedicada a autores actuales extremeños. Madrid será escenario en las próximas semanas de la presentación de esta singular serie dirigida por Elías Moro y Marino González Montero, y de la que también ha visto ya la luz Las islas Malabares, de José Antonio Ramírez Lozano.

Después de tomar asiento, mientras la periodista hojea el ejemplar de la obra que García Calderón ha dejado frente a ella, se descorcha una interesante conversación en la que las palabras del autor irradian poesía, revelan su vasta cultura literaria y dejan entrever esa respetuosa sensibilidad a la que da rienda suelta cada vez que construye un poema.

La primera pregunta no podía ser otra: ¿Por qué La mirada desnuda? "La mirada desnuda es un trasunto del propio poema", explica el autor, que evoca otras obras, como El almuerzo desnudo de William Burroughs o El pan desnudo de Chukri, para reconocer que la desnudez siempre ha sido un tema recurrente. Y no sólo en la literatura en general, sino en especial en la poesía. "Yo creo -añade reflexivo- que la desnudez, la fragilidad del poema, la necesidad de que cuente con nuestra propia palabra para hacerlo respirar, para en definitiva quitarle esa desnudez y hacerlo vivir, nos devuelve la idea de una poesía limpia, que busque la sinceridad, la verdad, y que procure encontrar una cierta belleza moral". Y aunque es verdad que el poema establece un orden decisivo, pues una vez impreso no se puede modificar, "lo cierto es que -continúa el autor inmerso en su reflexión- es un producto inteligente, que produce entre nosotros distintas sensaciones. Lo que debería ocurrir es que nos debe hacer mejores; debe ayudarnos a descubrir una verdad, junto con el poeta, que estaba junto a nosotros pero que nadie había sido capaz de vislumbrarla".

Las cosas sencillas que no lo son de García Calderón son vivencias y pensamientos que se vinculan con la familia, con la despedida de seres queridos, con la vejez, con el trabajo... Y aunque su nuevo libro pertenezca a una serie dedicada a escritores nacidos en Extremadura, no hay una referencia explícita a su paisaje, sino más bien a un paisaje espiritual, vivencial, familiar. "Lo que ocurre es que -matiza- de alguna manera la coordenada que hace que el poema brote también tiene una dimensión física y algunos de estos poemas están escritos en Extremadura o han sido a consecuencia de alguna visita que he hecho".

La obra recibe al lector con dos citas, una de Thomas S. Eliot, y otra de una novela de Vasili Grossman (Como muchos hombres faltos de coraje, Liádov llevaba encima un exceso de armamento...) en la que se detiene el diálogo: "es algo que creo muy apropiado a la época actual; hay muchos hombres y muchas mujeres que salen de casa todos los días con un exceso de armamento porque son muy cobardes", afirma mientras sonríe. No existe dedicatoria en este libro, porque su artífice cree que las dedicatorias están en los propios poemas. "Me parecía que una dedicatoria podía resultar redundante y no he querido cargar este libro con ninguna palabra de más".

Sobre su evolución como autor, García Calderón hace una lógica advertencia: "La capacidad de análisis de un poeta hacia su propia labor es siempre muy limitada". Deben ser los demás quienes opinen. "Yo he tenido una vida muy vinculada con el trabajo, muy apartada de los mentideros, de los cenáculos literarios, y eso ha hecho que mi poesía sea una poesía solitaria, propia de una persona que ha estado al margen de muchas cosas, que no ha acudido a muchos sitios, y esto quizás le ha dado una cierta peculiaridad. Si hay alguna evolución otros tendrán que decirlo", insiste.

Lo que sí notará el lector asiduo de García Calderón será el peso de la experiencia, de los años, y sobre todo el conocimiento que ha tenido de la obra de otros grandes poetas españoles, como Luis Pimentel o el granadino Antonio Carvajal, dos de sus preferidos. "Las influencias son muchas veces consecuencias de tu propia biografía", concluye, al tiempo que confiesa que le gusta mucho la poesía norteamericana y la poesía en lengua inglesa. No obstante, tiene otras muchas debilidades en materia poética, "empezando por Fernando Pessoa, que también fue un poeta en lengua inglesa y no sólo en lengua portuguesa".

García Calderón no sabe si es más difícil ser jurista o poeta: "No lo sé. Ha habido grandes poetas que han sido juristas, médicos, profesores de francés o trabajadores en un banco... Lo que sí sabemos es que las humanidades hacen mejor al jurista. Yo he sostenido siempre que la formación humanística es esencial para el jurista".

Su siguiente proyecto es "publicar una serie de relatos" -ya lo hizo en 2001- y no descarta escribir una novela. "Yo creo en el siglo XX hubo grandes novelistas tardíos, y a mí me sirven de acicate, como Albert Cohen y otros. Creo que tengo una edad apropiada para iniciarme en la narrativa extensa".

La mañana debe seguir en el despacho del fiscal superior. Hay personas en la antesala aguardando para entrevistarse también con él, aunque sobre asuntos que nada tienen que ver con la poesía. El cómodo encuentro se cierra con una pregunta que el extremeño esperaba. Su reacción al recibirla y su tono al contestarla revelan que no es la primera vez que se la formulan. ¿Fiscal antes que poeta, o poeta antes que fiscal?: "Son dimensiones distintas. En la crítica literaria española del siglo XX, el mejor crítico era fiscal. La decisión profesional es evidente que es una de las que marcan nuestra existencia, pero yo no creo que exista una especial inclinación hacia la negación de la poesía o su afirmación por la condición que tenga uno. No hay una influencia decisiva, ni creo que sean magnitudes que se entorpezcan, todo caso quizás se favorecen. También depende de lo que uno pretenda cuando escribe. Yo lo que pretendo es descubrir la verdad, y en cierto modo esa labor es la que tengo que desarrollar también desde una perspectiva profesional".

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