Granada

Un viaje a través de la música

  • Aarón García colecciona instrumentos de todos los países del mundo desde que tenía 12 añosl arte y pasión Cuando tenía 10 años fabricaba instrumentos como flautas de pan o guitarras con palos, latas e hilo de pescar

Aarón García colecciona instrumentos musicales de todos los países del mundo desde que tenía 12 años. Una pasión que le viene desde la infancia y que a día de hoy sigue llenando su vida. La tiene guardada, como oro en paño, en una de las habitaciones de su casa y alcanza las mil piezas con colores y formas diferentes.

Simplemente observándola, se puede realizar un viaje fugaz a través de la música por los cinco continentes del mundo. Instrumentos populares de los países que ha visitado, aunque otros los ha comprado en tiendas especializadas o los ha encargado a personas para que se los trajeran como recuerdo. Un recorrido a través de instrumentos internacionales como el tricordio mexicano (que es un tipo de laúd hecho con cáscara de animal), el kokiriko japonés (una especie de castañuela múltiple), las trompas tibetanas, el santur turco (que fue el antecesor del piano), el laúd africano, las arpas peruanas, el birimbao brasileño (que se usa para bailar capoeira) o las balalaikas rusas.

Cientos de piezas decorativas que podrían formar parte de un gran museo y que tienen un gran valor sentimental y económico, ya que sus precios pueden llegar a ascender a 10.000 euros en el mercado. "Por ejemplo, el violín que compré en Hungría es la pieza más cara que tengo y me costó eso más o menos. El laúd africano lo compré por 4.000 euros y tiene gran valor por su material y su rareza".

Para muchas personas viajar es un placer, aunque para Aarón, recorrer el mundo tiene también otro sentido, incrementar su colección. "Mi motivación cuando viajo es buscar nuevos instrumentos, además de conocer los países. Es muy bonito aprender de otras culturas a través de la música porque es una forma de unión. Pero antes de comprar cualquiera de ellos, me informo de los mejores lugares para adquirirlos, aunque no creo que nunca pueda llegar a completarla. Las colecciones siempre se quieren mejorar y mi objetivo es montar un museo con todos ellos".

Está claro que para Aarón la música es el motor que le impulsa a levantarse de la cama por las mañanas. De hecho, le gustaría que su colección fuera generacional y la heredaran sus hijos porque "es algo que nunca se acaba. De todas formas yo les dejo a ellos elegir y que se dediquen a lo que quieran".

Para él, la música es un sueño que vive "a colores" y que se ha convertido casi en una obsesión porque, además, también se gana la vida con ello. En la actualidad, se dedica a restaurar y a fabricar guitarras que en sí mismas tienen un gran valor. "Ahora estoy reparando una de 1826. Tiene más de 180 años, es granadina y de uno de los fabricantes más antiguos, Agustín Caro. Una pieza que le gustaría tener a cualquier museo". Pero sus quehaceres cotidianos no acaban en el laborioso trabajo que realiza en el taller, sino que además, imparte algunas conferencias especializadas en musicología y ofrece clases de instrumentos tan peculiares como la quena boliviana. Una forma especial de ver el mundo a través de un lenguaje que se entiende en todos los idiomas porque es universal.

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