Aromas y sabores

¡El vino nuevo ha llegado!

  • Eso gritan, anuncian en los bares y cantan por las calles los franceses desde el pasado jueves

  • Una tradición vinícola que ha sobrepasado las fronteras del país galo

Cartel que anuncia la llegada del Beaujolais Nouveau.

Cartel que anuncia la llegada del Beaujolais Nouveau. / M.L.

El tercer jueves de noviembre uno puede festejar en 110 países simultáneamente, la llegada del Beaujolais Nouveau, ese vino francés tan célebre como mal conocido. La fiesta tiene puntos fuertes: Tokio, Seúl, Londres, Nueva York. En Francia, por supuesto París, donde desde los bars à vins, tiendas de vino que ese día montan catas hasta medianoche y bistrots, hasta los restaurantes gastronómicos, celebran la fecha. Lyon, capital 'espiritual' de la denominación de origen, empieza a festejar la víspera, con la plaza Saint Jean, engalanada, y un festejo continuo llamado Beaujol’en scène (algo así como Beaujolais en escena).

Y el epicentro de la celebración regional es el 'Hameau en Beaujolais', el mayor enoparque (30.000 metros cuadrados) de Europa, implantado en 1993 por el viñatero y embotellador histórico de la región, Heorges Dubœuf, en 1993. Ese gigantesco parque museo, establecido en la estación de tren desafectada de Romanèche-Thorins, a 56 kilómetros de Lyon, en pleno corazón del viñedo, recibe cien mil visitantes al año.

El epicentro de la celebración es el 'Hameau en Beaujolais', el mayor enoparque de Europa

Pero antes,un poco de historia. En 1951 un poeta de Lyon, Louis Orizet, amigo de Georges Dubœuf, acuña la frase que hará ricos a tantos viticultores: Le Beaujolais Nouveau est arrivé. Ese “ha llegado el nuevo vino”, fue proclamado en el frente de tiendas, bares, bistrots, bouchons (el nombre local de los bistrots de Lyon) y restaurantes. Y brindar con Beaujolais Nouveau, por lo menos en la tarde noche del tercer jueves, se transformó en un ritual festivo, compartido hasta por quienes no bebían vino habitualmente.

Botella de Beaujolais Nouveau de Georges Dubœuf. Botella de Beaujolais Nouveau de Georges Dubœuf.

Botella de Beaujolais Nouveau de Georges Dubœuf. / M.L.

Pero ¿qué es el Beaujolais Nouveau, ese vino que solo puede ser vendido entre el tercer jueves de noviembre y el 15 de diciembre? Evidentemente, es un vino. Un tinto ligero, de uva de la variedad Gamay tinta, que ha macerado con sus hollejos solo cuatro días. También, un fenómeno comercial. En primer lugar, por volumen: 25 millones de botellas serán comercializadas desde el jueves pasado. El Beaujolais Nouveau es un vino con denominación de origen y por lo tanto hasta 1951, según la legislación francesa solo podía ser vendido a partir del 15 de diciembre. Ante las protestas de los elaboradores, la ley permitió que adelantaran la salida pero, por aquello de que el que avisa no es traidor, con el añadido de la palabra nouveau, “nuevo”. Con cierto desorden porque la fecha de salida era variable. Y como en Francia, según dirá luego mayo ’68, lo que no está prohibido debe ser debidamente autorizado, en 1967 se fijó la comercialización a partir del día 15 de noviembre.Nuevas protestas: la fecha estaba demasiado cerca del 11, festivo en recuerdo del armisticio que clausuró la guerra 1914-1918. Y además, según los años, el 15 caía en fin de semana, lo que perjudicaba el negocio. En 1985, nueva ley: el tercer jueves de noviembre fue establecido, definitivamente, día del lanzamiento.

En segundo lugar, por su presencia en todo el mundo: casi 6 millones de aquellas botellas se vendieron el jueves en Japón; un par de millones en los Estados Unidos; Gran Bretaña y Canadá rozarán el millón. Y China y Hong Kong pueden hallar el único motivo de coincidencia en estos días violentos: más de cuatrocientas mil botellas de Beaujolais Nouveau serán bebidas por chinos y otras tantas por sus primos hongkoneses. En total, más de 12 millones de botellas del Beaujolais Nouveau 2019 a descorchar fuera de Francia.

Más de doce millones de botellas del Beaujolais Nouveau 2019 a descorchar fuera de Francia

La DO Beaujolais Nouveau exige que la uva sea macerada en racimos (por lo tanto vendimiada a mano y no por máquinas) por el método llamado carbónico: en cuatro días. De ahí los aromas de frutos frescos y la levedad de los taninos. Además de la uva Gamay, mayoritaria, la legislación autoriza un 15% de cepas accesorias: Pinot Noir, Pinot Gris, Aligoté o Chardonnay. Placer momentáneo, barato y corto, el nouveau desaparece de los anaqueles el 15 de diciembre. Y más vale, también, de la bodega casera: su vida no sobrepasa los seis meses.

En 1990, colmo del esplendor, el báquico tercer jueves de noviembre contabilizó 80 millones de botellas de Beaujolais Nouveau. Como sucede en todo, romper es más fácil que rehacer. Este siglo ha visto la toma de conciencia de los más jóvenes y una preocupación por la calidad que además coincidió con el auge de los vinos orgánicos y los llamados nature. Se puede decir que actualmente hay una buena calidad promedio y más de cincuenta viñateros que presentan vinos excelentes.

Todo esto en un arco de precios modesto, de 4 a 8 euros botella en tienda y entre 15 y 40 euros en bistrots y restaurantes. Para describirlo, este Beaujolais Nouveau 2019 será púrpura, denso, con reflejos entre violeta y fucsia, con aromas de frutos negros carnosos, de flores (lilas, peonías) y notas de especias y de regaliz: un vinillo más que agradable.

Si hay que poner nombres propios al gran auge de lo que ha sido llamado el marketing de la boina, porque lo gestaron los propios viticultores, uno es el de Louis Orizet, por la frase y sus varios libros. Y el otro, el del ya mencionado George Dubœuf. Nacido en 1933 en familia de viñateros, decidió alzar el listón de calidad de los vinos regionales y difundirlos. Para eso fue respaldada por los restauradores emergentes de su época, que eran sus coetáneos: Georges Blanc, los hermanos Troisgros, los Haeberlin.

Paul Bocuse, su mayor heraldo, más tarde emparentado, fue uno de los grandes responsables de la fama japonesa del Beaujolais Nouveau. En 1964, Georges Dubœuf bautizó con su nombre y apellido su empresa de vinos, con pequeña producción pero cada vez más importante elaboración, a base del vino de unos 300 viñateros, que elaboran según sus directivas los vinos que luego él embotella. En 2005 Georges pasó el testigo a su hijo Frank. Y ya, un nieto se hace los dientes en la empresa, que comercializa unos 30 millones de botellas al año, de todas las DO regionales.

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