Granada

¿El vino se populariza, o se vulgariza?

  • Novedad. No se sorprenda si encuentra en su supermercado o tienda de vinos botellas con etiquetas rompedoras: es la tendencia para captar al consumidor

UN vino se ha convertido en fenómeno viral en las últimas semanas en redes sociales, entre expertos y aficionados, foodies y críticos. Se trata de un vino de la Denominación de Origen Jumilla, de nombre Monastrellissimo, cuyos elaboradores (Vinissimo) han decidido introducir un texto cuanto menos "chocante" en su contraetiqueta, que les transcribo literalmente: "Tinto de fuerte color, rojo púrpura intenso con ribetes violáceos, muy expresivo y afrutado en nariz con taninos vivos en boca y con gran estructura. Como si te digo que… unos léperos vampiros, de buena familia, lo recolectan solo en noches de apareamiento del cernícalo real mientras escuchan Chiquetete (los leperos). Acto seguido se fermenta en barricas de tungsteno construidas por glamurosos enanos carlistas con crestas de colores. Te lo vas a creer igual."

Se veía venir. Tenía que pasar y ha pasado. De los miles de vinos nuevos que se comercializan cada año en Europa alguno tenía que hacer sorna de esa cultura vinícola de frases rimbombantes y para algunos casi de "oscurantismo conceptual" (¿qué es, realmente, la tanicidad o la madurez fenólica?) y sobre todo, la imposibilidad de que el consumidor sepa si el vino ha vivido todo ese magnánimo proceso de elaboración que dice la botella o si son palabras que, en el fondo, disimulan una elaboración de lo más ordinaria. Según los responsables de Vinissimo, "no tenían mucho tiempo para lucirse con la etiqueta ya que tenían que sacarlo rápido. Además, al ser una tirada pequeña, tampoco podían invertir mucho en materiales o acabados. Por tanto decidieron buscar un toque de comedia en la contraetiqueta a la vez que experimentaban con las reacciones de la gente. Era algo novedoso que un vino no llevara la típica descripción que la mayoría de los mortales no conseguimos discernir probando el vino", explican. ¿Reírse de sí mismo, reírse de la cultura del vino o reírse de la poca cultura vitícola del consumidor? Cierto que la jerga del vino no está al alcance de todos. Tampoco Shakespeare o Johhan Sebastian Bach. ¿Y si empezamos por el principio, bebiendo, leyendo y escuchando cosas sencillas y que cada cual decida cuán lejos quiere llegar?

En mi opinión es más una estrategia de marketing para sobresalir entre esas miles de referencias y recurrir al "shock" de un consumidor que no se espera algo similar en una botella de vino. Puede dar resultado… O no. También puede ser pan para hoy y hambre para mañana. Es una tendencia que arrastramos desde hace ya unos años y que precisamente comentaba días atrás con mi colega y amigo Alfredo Peris quien ya se hacía eco en 2011 en la sección Gourmets de El Periódico de una moda que entonces comenzaba: la de dar a los vinos nombres, como poco, estrambóticos e incluso escandalosos.

Y hemos ido a más: desde aquella primera cosecha de 2005 de El Perro Verde (Bodegas Félix Alonso Cachazo, D.O. Rueda), hemos visto aparecer vinos con nombres como De puta madre (Bodegas François Lurton -sí, sí, un francés que elabora este vino de mesa en España), La Perra Gorda (Bodegas Marqués de Bembibre, Vino de la Tierra de Castilla y León), Cojón de Gato (Bodega Vinos Divertidos, D.O. Somontano), Tetas de la Sacristana (Bodegas Selección Vinos de Fondón, Almería), Con un par (Vicente Gandía, D.O. Rías Baixas), El Hombre Bala (Uvas Felices, D.O. Vinos de Madrid), La Bruja Avería (Comando G Viticultores, D.O. Vinos de Madrid")… La lista es larguísima, incluso hay algunos vinos extranjeros que se han lanzado a la aventura del 'shock'. Y si no hagan una búsqueda en internet de vinos con nombres curiosos. También en Granada tenemos un par de ejemplos: Malafollá y Ni pollas ("Esto no es cava, ni champán, ni pollas… Esto es espumoso de la Contraviesa de Granada") de Bodegas Cuatro Vientos, ambos con una clara intención: que a nadie se le pase que son vinos "bien granaínos".

Sin embargo, es más fácil encontrar todos estos vinos en lineales de supermercados que en cartas de restaurantes: hay a quien aún le resulta raro decir según que frases en voz alta o verlas escritas encima de su mesa, por mucho que sea el nombre de un vino. También hay que ser cuidadosos a la hora de elegir una de estas botellas si nos han invitado a cenar en casa de alguien: antes nos aseguraremos de que ese alguien tiene el mismo sentido del humor que nosotros y que el bodeguero "guasón".

El vino quiere buscar un lado desenfadado, cercano… Hay quien se escandaliza y piensa que el vino está perdiendo su glamour. ¿Qué fue de los "Marqués de…", "Castillo de…", "Conde de…"? Pues ahí siguen, vinos atemporales, que casi nunca defraudan y que asociamos a momentos gastronómicos cuidados al detalle. ¿Seguiremos encontrando, por ejemplo, al Hombre Bala o a la Bruja Avería en los supermercados y tiendas gourmets dentro de veinte o treinta años? ¿O estos vinos quedarán como curiosidad en los cementerios de botellas y en las hemerotecas?

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