La violencia doméstica se cobra dos vidas en un octubre trágico

Rosario y Encarnación fueron asesinadas en octubre con trece días de diferencia por sus parejas, que después se suicidaron · Uno de los agresores había sido guardia civil y el otro cabo del Ejército

Las compañeras de Encarni, la militar del Acuartelamiento Cervantes asesinada por su pareja, portan el féretro con los restos de su compañera durante el funeral.
Las compañeras de Encarni, la militar del Acuartelamiento Cervantes asesinada por su pareja, portan el féretro con los restos de su compañera durante el funeral.
Francisco Torres /Granada

30 de diciembre 2008 - 01:00

Terrorismo doméstico, violencia de género, crímenes machistas... la crónica negra del año 2008 en Granada remite irremediablemente a estos términos que definen el infierno que sufren miles de mujeres bajo el techo de sus propios hogares. Dos de estos casos se saldaron de la peor manera posible en el año que termina mañana.

Las muertes de Encarnación y de Rosario fueron prácticamente calcadas. Murieron con trece días de diferencia en el mes de octubre, a manos de sus parejas con una gran violencia. Las sorprendentes similitudes entre sus casos volvieron a situar a Granada como epicentro del mapa de los malos tratos en España, un triste protagonismo que se había disuelto el año anterior.

A Encarnación y a Rosario las mataron sus parejas. Sus dos asesinos se quitaron posteriormente la vida. Ambos servían (o lo habían hecho) públicamente en las fuerzas del Estado. En el caso de Encarnación, el hombre que acabó con su vida era cabo del Ejército; militar, como ella. A Rosario también la mató un ex encargado de velar por la seguridad pública, en este caso un guardia civil.

Lo hizo con una saña desconocida hasta ese momento en la comarca de la Costa, donde ocurrieron los hechos, ya que utilizó una radial para matarla y posteriormente se suició utilizando un taladro.

La investigación que desarrollaron la Policía Nacional y la Guardia Civil tras el hallazgo de los cuerpos por parte del padre del agresor, en un cortijo cercano a Motril, desveló cómo Manuel Herrera, guardia civil retirado, había planificado la muerte de su esposa milimétricamente: habían celebrado una reunión familiar a la que habían acudido desde la localidad almeriense de El Ejido, donde residían.

Ya habían vuelto hasta su lugar de residencia junto a sus hijos de 14, 12 y 10 años , cuando el matrimonio decidió regresar a solas hasta Motril con la excusa de recoger un teléfono móvil olvidado. Aprovechando la soledad del cortijo, se perpetró el crimen. "No sabemos cómo se lo vamos a contar a sus hijos", comentaban desolados los familiares del matrimonio al conocer lo ocurrido.

Trece días antes, Granada había sido ya noticia por lo mismo. Encarnación, una joven militar natural de Cádiar y destinada al acuartelamiento Cervantes, moría estrangulada en su piso de La Chana. Su pareja, era encontrada por la Guardia Civil en el puente de Dúrcal. Se había lanzado al vacío tras haberla matado.

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