El viso del marqués Don Álvaro

Un granadino de la calle Reyes, temido por los turcos, franceses e ingleses y citado por Cervantes y Lope de Vega. Si el Ayuntamiento no puede y el banco no tiene ¡pobrecillo!, lo pongo yo de mi bolsilloNació en 1526 en la calle Reyes junto a Plaza Nueva, en la orilla izquierda del río Darro y acabó siendo uno de los más grandes marinos de la Armada española · A los 18 años participó en su primera batalla naval

1. Obra de Mariano Benlliure. Monumento a Don Álvaro de Bazán ubicado en Madrid. 2. Placa situada en Granada en la esquina entre la calle Reyes con la Plaza Isabel La Católica. /Reportaje Gráfico: José Luis Delgado
1. Obra de Mariano Benlliure. Monumento a Don Álvaro de Bazán ubicado en Madrid. 2. Placa situada en Granada en la esquina entre la calle Reyes con la Plaza Isabel La Católica. /Reportaje Gráfico: José Luis Delgado

07 de marzo 2011 - 01:00

Era Don Álvaro de Bazán Marqués de Santa Cruz, según el título nobiliario que le concedió por sus buenos servicios Felipe II. Nació en el año 1526 en la calle Reyes junto a Plaza Nueva, en la orilla izquierda del río Darro, y acabó siendo uno de los más grandes marinos de la Armada española. Este muchacho participó con 18 añitos en su primera batalla naval contra unos corsarios franceses en aguas de Galicia; su padre mandaba la flota y el mozuelo resultó ser un marino aventajado. Eran conocidas sus hazañas navales, vencedor de la batalla de Lepanto, del Peñón de Vélez de la Gomera, de las islas Terceras en las Azores y de Malta.

Pero tuvo la mala suerte de morir en Lisboa mientras programaba la actuación de la Armada Invencible contra los ingleses. Era el nueve de febrero de 1588. Dicen que si Don Álvaro hubiera seguido al mando de la flota el curso de la historia hubiera cambiado sustancialmente, pero eso es difícil de saber.

Fue el marqués Señor del Viso del Puerto por herencia paterna y hoy se halla enterrado en el Viso del Marqués (Ciudad Real). Curiosamente dice el diccionario que la palabra viso también significa superficie con color distinto al suyo propio. Y cada vez que, junto al monumento a Colón, en la puerta del Banco, me topo con el sucio medallón y la percudida lápida conmemorativa que recuerda el lugar de nacimiento de este ilustre granadino, me hiere la vista la moldura de latón que la orla, porque si una vez fue dorada hoy tiende a color oro viejo, churretoso, mugriento y salpicado de lamparones.

Es una lástima porque si otra ciudad cualquiera tuviera un hijo tan preclaro seguro que por lo menos cuidaría su memoria, lo enseñaría en las escuelas y limpiaría de vez en cuando su histórico recuerdo. Granada al menos le ha dedicado una bocacalle de la Gran Vía dividida curiosamente en dos tramos discontinuos; cosa rara.

Don Álvaro no fue sólo un gran marino español, también tuvo una muy cuidada educación desde la infancia; fue un humanista amigo de pintores y poetas a los que protegió especialmente.

Cervantes, en El Quijote, cuando cuenta su vida de cautivo, llama a nuestro paisano "rayo de la guerra, padre de los soldados, venturoso y jamás vencido". El mismo Lope de Vega dedicó estos versos al Marqués de Santa Cruz poco antes de morir: El fiero turco en Lepanto, / en la Tercera el francés, / y en todo mar el inglés, / tuvieron de verme espanto. / Rey servido y patria honrada / dirán mejor quién he sido / por la Cruz de mi apellido / y con la cruz de mi espada.

Quién nos iba a decir que un granadino de la calle Reyes iba a ser tan temido por los turcos, franceses e ingleses, tan alabado por los más grandes de nuestras letras de oro y tan poco lavado en su barrio.

El escultor Mariano Benlliure, el autor del monumento a Colón en la Plaza de Isabel la Católica, le hizo uno a Don Álvaro en la Plaza de la Villa de Madrid. Y en el pueblo del Viso del Marqués se conserva, además de su espléndido palacio renacentista con su monumento enfrente, el Archivo General de la Marina que lleva el nombre del granadino Álvaro de Bazán. Sorprende la ubicación de este archivo naval en campos de Castilla tan lejos del litoral, pero estaba bien elegido por ser lugar equidistante entre los puertos de Sevilla, Cádiz, Lisboa y Cartagena y la Corte de Madrid.

No está mal recordar la figura de este egregio granadino, empezando por fregar el medallón y la lápida de la calle Reyes, lugar de paso y recorrido a diario por cientos de visitantes. Si el Ayuntamiento no puede costearlo y el Banco no tiene ¡pobrecillo! el limpiametales Netol lo pongo yo de mi bolsillo.

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