pasado con presente incluido

José Olea Varón, un viticultor en el Altiplano

  • Ejerció de concejal del Ayuntamiento, de presidente de la Diputación y de presidente de la Caja de Ahorros de Granada

  • Tras casi dos decenios dedicado a la política activa, lo dejó todo y se fue a plantar viñas a Alcudia de Guadix

Tiene cierto aire de hombre que ha librado muchas batallas y que ahora se ha sentado a recoger la cosecha de su vida, ya libre de cualquier plaga política. Durante una charla reposada con él se comprueba que tiene la mirada franca, la sonrisa amplia y que es persona de generosos afectos y placentera conversación. En la política local fue una persona importante y ocupó cargos de relevancia en algunas instituciones como el Ayuntamiento (donde fue concejal cuando era alcalde Antonio Jara), en la Diputación (donde estuvo de presidente seis años) y la Caja General de Ahorros (donde también ocupó la presidencia). Se queja de algunas cosas que le pasaron en su vida política y laboral, pero lo hace con un discurso reposado, libre ya de cualquier rencor y podado por las tijeras del tiempo. De vez en cuando y al tocar algunos temas del pasado le brilla en la mirada el estilete de algo parecido a una efusión remota, un destello de vida que quizás solo puede ser traducido por personas que lo conocen muy bien. Sus quehaceres, sus declaraciones suscitaron siempre una atención particularmente acusada incluso en su mismo partido. "Vaya, ya está aquí éste con el discurso de siempre", decían aquellos que oían una y otra vez a este político que quería limitar el tiempo en los cargos públicos y las cuchipandas del poder. Y de no hacerle caso se fue decepcionando de la política activa, hasta que se dio cuenta de que no tenía mucho que ver con una tierra regida por mediocres encumbrados y gregarios advenedizos. "Ahora la política se parece más a una empresa y los políticos siempre miran por sus propios intereses", dice. Su vida pública e intervenciones se fueron apagando poco a poco, sin brusquedad y sin pausa. Hasta que un día comprendió que tenía que sobreponerse al virus farragoso de la decepción y se retiró a elaborar vino cerca del pueblo que le vio nacer.

cita en las titas

Nuestra cita es en Las Titas, lugar al que suele ir cuando queda con alguien. La tarde empieza a declinar. Yo pido un chupito de vodka caramelo y él un gin tonic. Pero antes le pregunta al camarero si tiene de esa ginebra que hacen en Albolote.

-Está muy rica. ¿No la has probado?- me pregunta con el tono del convencido de que somos nosotros, los granadinos, los que debemos defender nuestros propios productos.

José Olea cree que la inquietud por la política se la creó su madre, que al quedarse viuda con treinta años, lo llevaba de acompañante a las reuniones con los acequieros que discutían mucho y que, por supuesto, defendían sus intereses en el control del agua. Luego, ya como estudiante de Matemáticas, le llegaron los efluvios de la filosofía del mayo francés. Fue profesor de la materia que había estudiado pero al poco tiempo dejó la enseñanza para entrar como informático (director del Centro de Cálculos) en la Caja Rural. Ingresó en la UGT de la mano de Carlos Sánchez y en el año 1980 en el PSOE. Tenía 28 años y en poco tiempo se convirtió en el hombre que estaba un día sí y el otro también en los periódicos. Durante la Transición y cuando estaba todo por hacer, fue uno de aquellos políticos a los que les tocaron bailan con la más fea, pues había que corregir ciertas tendencias y actitudes que venían del largo periodo de la dictadura. En la etapa de concejal se acuerda del pollo que le montaron los comerciantes cuando se peatonalizó la calle Navas. Y en su periodo de presidente de la Diputación, que entró cuando perdió el mando la corriente llamada de 'los catetos', recuerda cuando tenía que entrar todos los días al Palacio de Bibataubín entre dos filas de personas que pedían la readmisión laboral. Y es que se vio obligado a despedir a centenares de trabajadores porque una auditoría descubrió un agujero económico de casi 3.000 millones de pesetas en la institución. Y de su etapa como presidente de La General, donde estuvo solo dos años, recuerda que los de su mismo partido le cortaron el pescuezo porque se había convertido en una persona incómoda y demasiado trotskista en un ambiente que pedía la relajación y vivir de las rentas. Por supuesto también recuerda momentos de mucha intensidad política y de satisfacciones personales, casi todas envueltas en esa atmósfera en la que los líderes políticos de Granada consiguieron entre los años 1987 y 1994 crear una conciencia colectiva capaz de elaborar estrategias de desarrollo para esta provincia.

Emprendedor de 70 años

En el recuento de los sinsabores de su vida está esa enfermedad grave que tuvo que pasar (un tumor en un brazo); el incompresible despido de la Caja Rural, donde después de su etapa política quiso incorporarse (había pedido una excedencia), y la polémica que se originó durante su fase en Unicaja (donde trabajó porque Braulio Medel le echó una mano al final de su vida laboral) porque propuso un modelo de estructura financiera basado en la fusión de las cajas de ahorro andaluzas capaz de superar los localismos imperantes. "Me trataron de traidor. Dijeron que estaba vendido y que lo que yo quería era que Unicaja se fusionara con La General. Y ahora ya ves en lo que ha quedado nuestra caja. Es de risa". Por este tema, se originó un cruce de artículos en prensa con su entonces gran amigo Antonio Jara, en los que ambos se dijeron de todo menos bonicos.

Ahora José Olea, con 70 años y siete nietos a los que quiere con pasión de abuelo, habla de todo desde la distancia del que se encuentra en la atalaya de la vida, del que mira para adelante y encuentra la placidez que le proporcionan la familia y los amigos. Por supuesto siempre llevará por dentro el gusanillo que le inocularon aquellas discusiones de los agricultores que luchaban por el agua. Sigue afiliado al PSOE y lo último que hizo por el partido fue presentarse a la asamblea para apoyar a Pedro Sánchez en su lucha con Susana Díaz por ocupar la secretaria general del PSOE.

Y de aquellos rescoldos reivindicativos surge el que ahora esté metido en proyectos como Asociación SOS Guadix, que tiene como finalidad la protección y defensa del medio ambiente así como la promoción de un desarrollo económico sostenible dentro de los límites naturales de la comarca. Y como empresario (es el socio mayoritario en una cooperativa vitivinícola de 14 socios) está convencido de que la agricultura es una alternativa económica muy importante. Dice que está 'desestresado' y le gustan los aislamientos meditabundos en los viñedos. Se mira hacia adentro y trata de verbalizar lo que ve: la vida de un hombre que trata de ser honrado, un empresario que piensa que los granadinos debemos defender mejor nuestros productos y un apacible defensor del medio ambiente que cree que debemos dejarle un mundo mejor a nuestros nietos. Y en eso está.

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