Aromas y sabores
  • Conmemoramos la llamada Toma de Granada, es decir, la rendición de la ciudad a los Reyes Católicos, y Granada pasa de la era musulmana a la católica. ¿Cómo influyó esto en la producción y consumo de vino en nuestra tierra?

La vitinicultura en Granada en la época musulmana

Tertulia de vino en casa de un musulmán de clase alta Tertulia de vino en casa de un musulmán de clase alta

Tertulia de vino en casa de un musulmán de clase alta

Escrito por

Margarita Lozano

LA historia de la viticultura y la elaboración de vinos en Andalucía se remonta a los íberos, que ya cultivaban la vid, la posterior llegada de los fenicios, los púnicos, etc. Y la conquista musulmana no supuso ningún retroceso en este campo, más bien al contrario.El vino ha sido siempre un elemento identificativo de la alimentación musulmana. Existe una lucha ardua y constante por evitar su consumo entre todos los grupos sociales, hecho que indica claramente que estaba no sólo muy extendido, sino también muy arraigado en esta sociedad. Efectivamente, en el ámbito mediterráneo, conformado por la cultura greco-latina, beber vino es tan antiguo como la misma civilización a la que representa, por lo que en esta zona su supresión no sería nada fácil.

El libro La vid en Al-Andalus, Tradición y Patrimonio, editado por Julia Mª Carabaza y J.Esteban Hernández-Bermejo, demuestra que la vid fue uno de los cultivos más importantes en la agricultura andalusí y rompe el lamentable tópico de que los musulmanes persiguieron e incluso erradicaron este cultivo en su territorio. Este libro recoge las aportaciones realizadas por un grupo multidisciplinar de expertos (historiadores, arabistas, agrónomos, arqueólogos, botánicos) cuyas experiencias y puntos de vista han venido a coincidir en la importancia de este legado cultural tanto genético como paisajístico, agrícola y alimentario. Asimismo han evidenciado el incremento de la diversidad varietal conseguido en esos siglos, la riqueza alcanzada en formas de cultivo, productos elaborados (pasas, vinos, arropes, agraces), y el gran conocimiento adquirido sobre las virtudes de la vid. Este trabajo multidisciplinar se realizó previamente en un Simposio celebrado en Granada (marzo de 2019), en el Palacio de Carlos V, hospedado por el Patronato de la Alhambra y Generalife, y convocado y financiado por el proyecto 'Los naturalistas andalusíes y su papel en la recuperación del patrimonio etnobotánico' (FFI2015-66762-P, AEI/FEDER, UE), dirigido por la Dra. Julia María Carabaza (Universidad de Granada), y por la red CultIVA (CYTED) de la que es coordinador el Dr. J. Esteban Hernández-Bermejo (Universidad de Córdoba y BGVA).

Ciertamente hay algún caso aislado, como cuando Al-Hakam II, segundo califa omeya de Córdoba, decidió a atajar el problema de la embriaguez desde la raíz, arrancando las vides. Sus propios consejeros le indicaron que era inútil, ya que se podían hacer bebidas embriagadoras de otras plantas. Aunque no se afirme explícitamente que éste era el fin, también el monarca cubaydí Mansur al-Hakim (996-1021) llevó a cabo una acción de choque: impidió vender dátiles, uvas y pasas, y procedió a la destrucción de muchos viñedos.

Pero el vino se vendía sin problemas en tabernas y alhóndigas de las ciudades, vinculado a la prostitución y actividades como el canto y el baile, pero también entre príncipes y aristócratas.

En Granada tenemos un buen ejemplo de la presencia de esta bebida en la sociedad árabe: la Puerta del Vino. Es una de las edificaciones más antiguas de la Alhambra nazarí y quizás una de las puertas interiores más emblemáticas de la cuidad palatina de la Alhambra. La Puerta del Vino guarda muchas incógnitas, pues hasta ahora no existe consenso en la comunidad científica sobre el origen del nombre e incluso hay dudas sobre la cronología  exacta de la edificación de la Puerta del Vino.

Existen varias hipótesis sobre la relación que guarda el nombre de esta puerta con el vino. En los trabajos de Antonio Gallego y Burín podemos encontrar la mención a una de las hipótesis más aceptadas y conocidas popularmente: "Su nombre lo debe al hecho de depositarse en ella desde 1554 el vino que consumían  los vecinos de la Alhambra, exento del pago de impuestos por ordenanza de 1517".

La Puerta del Vino en la Alhambra. La Puerta del Vino en la Alhambra.

La Puerta del Vino en la Alhambra.

En 1505 se dio un Privilegio Real a la ciudad de Granada para que en ella sólo se bebiera el vino producido en tres leguas (unos 12 kilómetros) a su redonda, que estuvo vigente durante varios siglos. Parece ser que este privilegio fue concedido sólo temporalmente por Don Fernando el Católico. Los vinos de la cuidad estaban libres de "alcabalas, gabelas y costos de conducción". Cabe destacar que existían penas y castigos para contener el contrabando del vino, el ayuntamiento recurrió a la tasa, imponía penas graves, etc. Así que si analizamos estos datos, la hipótesis sobre "depositar el vino en la puerta" no es tan descabellada, ya que la función de la puerta podría estar estrechamente  relacionada con el control de los impuestos y del vino que entraba en la Alhambra.

Antonio Gallego y Burín sugiere otra hipótesis, que el nombre nace de haberse interpretado el vocablo al-hamra (roja) por aljamr (vino). La hipótesis basada en un análisis textual, sugiere que ya en la época nazarí esta puerta se llamaba al-Jamr (puerta del vino en árabe), después de la conquista cristiana su nombre en árabe fue sustituido por una traducción castellana, y es por lo que ahora se conoce como Puerta del Vino.

Pero ¿por qué se llamaba la 'puerta del vino' en la época nazarí si el consumo del vino no estaba aceptado en la sociedad islámica? El nombre era una alusión al paraíso y los ríos de vino que se mencionan en los textos del Corán: "Ésta es la semblanza del jardín prometido a los temerosos: ríos de agua de inalterable olor, ríos de leche siempre del mismo sabor, ríos de vino, dulzor para los que beban, y ríos de miel pura". (Sura de Muhammad, 15).

Según explicaba la doctora Manuela Marín, del Centro de Ciencias Humanas y Sociales, en el extremo opuesto de la escala social, príncipes, aristócratas y soberanos mantenían un discreto consumo de vino que se hacía en un espacio de sociabilidad muy concreto: las 'tertulias de bebida' que se llevaban a cabo en la parte privada de sus residencias y en las que participaban poetas, astrólogos, altos funcionarios, visires, etcétera. Participaban también esclavas cantoras y músicos, todo de acuerdo con una etiqueta bien establecida y en días fijados a lo largo de la semana. En este ambiente privilegiado, el vino era un signo de distinción, como lo era el cultivo de la poesía y de la música. Aunque beber era pecado y un delito, que se castigaba con pena de azotes, los juristas andalusíes consideraban el consumo privado como una elección individual, de la cual debería el pecador dar cuenta a Dios, mientras que el consumo público constituía un escándalo inaceptable, porque rompía el consenso de las normas comunitarias y era un ejemplo de mala conducta que debía ser castigado severamente.

Las leyes islámicas más modernas, con sus interpretaciones restrictivas del Corán desde el siglo XIX, han eliminado esas tolerancias, y hace muchos siglos el vino, que es uno de los componentes innegables de la cultura mediterránea –y no sólo de la gastronómica– está amenazado o proscrito en su ámbito de origen (Oriente Medio y Mesopotamia).

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