granadiNIstas y mundialistas

Aguilera, demasiado rebelde para el fútbol

  • No jugó ni un minuto en Suecia 1958 pero le valió para dar el salto a Europa y firmar por el Sevilla, con el que se declaró insumiso

  • El Granada CF fue su último club

Había que bucear bastante en las bases de datos para encontrar a Óscar Aguilera como uno de esos jugadores que estuvo en un Mundial y también en el Granada CF. Apenas cinco partidos con la rojiblanca granadinista pero sí treinta con la homóloga guaraní jalonan el historial de un futbolista, que al igual que Juan Agüero, forjó su nombre en el Olimpia de Asunción, pero que por Europa pasó sin pena ni gloria. Ni siquiera llegó a jugar en ninguno de los tres partidos de Paraguay en Suecia 58.

Aguilera estaba avalado por su trayectoria en el Olimpia, dentro de una hornada de jugadores paraguayos que llamó la atención tras aquella cita en Suecia. Estaban Parodi, que jugó en Las Palmas, Amarilla (en el Oviedo y después en el Elche), Aveiro (en el Valencia y también en los ilicitanos), o el que más triunfó en España, tanto como jugador como entrenador: Cayetano Re. Por entonces tan solo llevaba tres años siendo profesional, lo que no fue óbice para que el Sevilla le llamara para ficharle junto a sus compatriotas Agüero y Achúcarro. Tantos estos como el resto de sus compañeros tuvieron una carrera buena. La de Óscar Antonio Aguilera no lo fue tanto.

Al Granada llegó a mediados de noviembre del 62 tras acabar su contrato con el Sevilla

Cuatro temporadas estuvo en el Sevilla tras aterrizar en el viejo Nervión después de la cita mundialista. Cuatro años en los que apenas tuvo continuidad ni minutos. Solo cuatro veces vistió la camiseta blanca en ese periodo, tres de ellas en su primera temporada. Entre 1959 y 1962 no jugó ningún minuto y el jugador se declaró en rebeldía, por lo que además estaba apartado del equipo jugando con el Sevilla Atlético, el filial. Cuatro años prácticamente en blanco que cambiaron en enero del 62, cuando vivió su mejor temporada en España.

Le fichó, en calidad de cedido, el San Fernando de Cádiz, que por aquellos momentos estaba en una Segunda División dividida en dos grupos. Aguilera volvió a sentirse futbolista en la Isla de León, donde fue ídolo y artífice de la permanencia de los azulinos en la categoría. Los más mayores del lugar aún le recuerdan pese a haber jugado tan solo diez partidos. Pero qué diez partidos. Titular indiscutible desde el primer día, seis triunfos y cuatro goles marcados, uno de ellos en la eliminatoria de permanencia contra el Real Avilés en feudo asturiano.

Aguilera, demasiado rebelde para el fútbol Aguilera, demasiado rebelde para el fútbol

Aguilera, demasiado rebelde para el fútbol

Nada lo hacía presagiar cuando el propio presidente del club gaditano, Pepín Sevillano, fue a la casa de Aguilera para convencerle de irse a la Bahía. Se lo encontraron visiblemente afectado por el alcohol, con una copa en la mano, y el jugador exigiendo libertad para ir a entrenar o no. No les importó, y pese a las apariencias, lo firmaron, y se convirtió en héroe. Incluso sufrió un accidente de tráfico del que se recuperó. En San Fernando soñaban con quedárselo y poder llegar a Primera. En el blog Sentirse Azulino rememoran el cántico que sonaban en el desaparecido Campo de Madariaga: "¡Aligera Aguilera que nos vamos a Primera!".

Pero no se quedó, el Sevilla expiró su contrato y no encontró acomodo hasta que el Granada, con José Bailón Verdejo recién vuelto a la presidencia, le fichó a mediados de noviembre. Habían pasado cuatro años desde su aparición mundialista. Estuvo a prueba dos días y Álvaro Pérez, el entrenador, dio el visto bueno a su incorporación al equipo. Como se decía en la época en la prensa, venía "con buenas referencias". Sin embargo, Aguilera era un hombre de fuerte personalidad. Y tampoco las cosas en el Granada se hacían muy allá. El jugador estuvo varias horas en las oficinas del club esperando a formalizar su contrato, pero nadie le atendía. Fue firmar y pasar a jugar. Debutó en el doble enfrentamiento copero frente al Sabadell, donde anotó tres goles: uno en la Cruz Alta y dos de los tres con los que acabó el choque en Los Cármenes. Parecía un fichajazo. Ese rendimiento le hizo ser titular de forma consecutiva tres partidos más, pero el infortunio se cruzó en su camino en forma de fractura de peroné en un choque contra el Murcia. No volvió a jugar más.

De su vida posterior se supo poco. De hecho, el Granada CF figura como su último club. Cachito, como se le conocía familiarmente, se casó con una sevillana, tuvo cinco hijos y nunca regresó a su país natal. Al parecer falleció joven, con 44 años, en Sevilla.

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