Granada CF-Molde | La pizarra

El Granada CF, con la practicidad por bandera

  • El conjunto rojiblanco resuelve con nota la ida de octavos gracias a un encuentro pragmático y sufrido

Robert Kenedy volvió a destacar en las filas rojiblancas.

Robert Kenedy volvió a destacar en las filas rojiblancas. / Antonio L. Juárez / Photographerssports (Granada)

"Será la alineación más fácil de mi vida". No es que Diego Martínez tuviese claro el planteamiento del partido, es que apenas tenía elección. Empieza a ser cargante el hablar de lesiones o ausencias en el Granada CF pero, ahora mismo, son dos conceptos desgraciadamente inherentes.

Mentando sólo a los llamados a ser titulares, no pudieron estar Carlos Neva, Luis Milla, Darwin Machís ni Luis Javier Suárez. Germán, Yangel Herrera y Montoro se lo perdieron por sanción. Siete titulares. Devastador.

Diego Martínez jugó con lo que tenía Diego Martínez jugó con lo que tenía

Diego Martínez jugó con lo que tenía

La reestructuración

Todo buen equipo basa su juego en el centro del campo. Diego Martínez miró su plantel y sólo encontró dos jugadores capaces de jugar en la medular: Yan Eteki y Gonalons.

A partir de aquí, el sistema. Los rojiblancos partieron con un 1-4-4-2 con los dos mediocentros en la sala de máquinas, Víctor Díaz como lateral izquierdo de urgencia y una dupla veterana –y de garantías– conformada por Jorge Molina y Roberto Soldado. Los rojiblancos, con el bloque muy junto, hicieron muestra de su adaptabilidad al poco de comenzar el choque al aceptar una posesión que los noruegos entregaron desde el minuto uno.

Los nórdicos

El Molde FK, al igual que el Granada CF, iba con su plan estudiado 'al dedillo'. Los de Erling Moe tenían una premisa clara: cero riesgos. El cuadro noruego fundamentó su juego en los balones largos, las segundas jugadas y el cuerpo a cuerpo.

Ulland-Andersen y Eikrem, que actuaron por banda, colgaron centros al área casi sin mirar quién había en las inmediaciones de Rui Silva. Sabían que Sigurdarson iba a estar ahí. Lo que no esperaban los nórdicos era que, tras renunciar al esférico durante gran parte del primer periodo, iba a ser el Granada el que golpease mediante el juego directo.

Antonio Puertas encara la portería rival. Antonio Puertas encara la portería rival.

Antonio Puertas encara la portería rival. / Antonio L. Juárez / Photographerssports (Granada)

El gol de siempre

En una de las jugadas más primitivas que pueden verse en el fútbol, Rui Silva mandó un balón larguísimo que Soldado ganó sin tocarlo (simplemente incomodando a su marca) y que Jorge Molina, el veterano, mandó a las mallas.

El Molde, herido de bala de su propia pistola, no encontró reacción rápida tras encajar. El cuadro azulón sufrió sobremanera con dos mecánicas que el Granada repitió con cierta regularidad: los cambios de orientación para ensanchar el terreno y el hecho de que Foulquier y Díaz actuasen muy adelantados.

Camaleónicos

El 1-4-4-2 de inicio fue notorio. No obstante, esto no quiere decir que fuese estático. Tanto antes como después del 1-0, los de Diego Martínez mutaron el dibujo con regularidad. Con el balón en dominio nazarí, Gonalons se incorporaba a la zaga formando un trío de centrales junto con Duarte y Nehuén que daba paso a un 1-3-5-2 con Foulquier y Víctor Díaz en posiciones de carrileros.

El Molde FK, con un encuentro tosco en su imaginario, buscó eliminar espacios y lo consiguió en los últimos instantes del primer periodo. El conjunto noruego, en pretemporada, superó a un Granada CF con demasiados partidos a sus espaldas y, mediante una incesable retahíla de centros al área, logró incomodar, sin premio a lo largo de la primera parte, los intereses rojiblancos durante gran parte del duelo.

Sin frescura

El Granada CF sabe sufrir. Esto es un hecho innegable. El Molde detectó cierto agotamiento en las filas rojiblancas y metió una marcha más. Los de Diego Martínez, sin jugadores que pudiesen reactivar el partido en el banquillo (tenía dos porteros, tres canteranos y Vallejo), optaron por juntar el bloque y asumir la superioridad física de los noruegos en ciertos momentos del encuentro.

Pese a que el mando cambió de manos, en ningún momento el dominio se transformó en ocasiones, lo que provocó el despertar rojiblanco a un letargo forzado.

Sentencia

Dos acciones clave terminaron por reactivar al conjunto nazarí. Lo primero fue una posesión larga, necesitada, cuando corría el minuto 70 de encuentro. Casi inmediatamente después, el segundo instante significativo. Ellingsen vio la segunda amarilla y dejó a los suyos con diez. Diego ordenó adelantar las líneas a los suyos y cambió de idea con una sustitución que tenía preparada.

El Granada olió la sangre y cerró el partido con una acción protagonizada, de nuevo, por Molina y Soldado. Esta vez fue el valenciano el que, con una genial volea al primer toque, fulminó las mallas y la primera contienda.

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