El Granada se empeña en hacer imposible la permanencia
Granada CF La Resaca
El empate ante Las Palmas complica aún más una salvación que comienza a depender de un milagro futbolístico para los rojiblancos
La salvación del Granada antes del mercado de invierno dependía de un milagro futbolístico. Después de un enero de compras en el que los rojiblancos han adquirido a diez futbolistas y se han desprendido de ocho jugadores depende de un milagro futbolístico aún mayor, porque la situación es peor con varias jornadas transcurridas y el equipo sigue sin arrancar, que a este paso no va a arrancar en toda la Liga.
El empate ante Las Palmas ha echado por tierra buena parte de las pocas esperanzas reales de supervivencia que quedaban a los rojiblancos. La situación en que está el equipo le obliga a ganar mucho, pero el Granada de Medina sigue sin vencer, le cuesta un mundo hacer gol y parece incapaz de doblegar a cualquier rival.
Cierto es que ha estado cerca de hacerlo en las últimas jornadas, pero por unas cosas o por otras los partidos acaban en derrota o, en el mejor de los casos, en un insuficiente empate.
Es una evidencia que el Granada de Medina mejora al Granada de Paco en la parcela defensiva, en buena medida gracias a las incorporaciones de Batalla y de Bruno Méndez, pero también lo es que el balance ofensivo del equipo es deprimente. Tiene que aparecer un defensa para romper la sequía atacante de un plantel con centrocampistas y delanteros que no ven puerta ni a la de tres.
Tras visitar al Barcelona tiene el Granada dos partidos seguidos en casa ante el Almería y el Valencia. Cualquier posibilidad de mantener un atisbo mínimo de vida, de agarrarse a opciones reales de salvación, aunque pocas, pasa por ganar esos dos encuentros en el Nuevo Los Cármenes.
No hay que mirar lo que haga el Celta, el Sevilla, el Cádiz, el Mallorca o cualquier rival que el rojiblanco optimista piensa que se puede cazar en la clasificación. La única meta tiene que ser mirar lo propio y empezar a ganar partidos para soñar con el milagro.
El decepcionante mercado
Si las primeras incorporaciones en el mercado de invierno fueron esperanzadoras, porque realmente han hecho bien al equipo y lo han mejorado, las últimas han sido decepcionantes. Es imposible hallar motivos para el optimismo en Maouassa, Corbeanu o Jozwiak, que parecen nombres creados por la inteligencia artificial más que futbolistas de carne y hueso. Es imposible hallar motivos para el optimismo en jugadores que seguramente ni Medina conocía antes de firmarlos. Y es imposible cuando los ves jugar, que es lo peor.
Alguien debería decirle al Cacique que es normal que si Pellistri, Batalla, Hongla o Bruno Méndez han llegado para reforzar y juegan al día siguiente no pasa nada, porque mejoran lo que hay, pero que si Maouassa o Corbeanu no mejoran lo que hay y/o no están en la forma física adecuada, que mejor usar a otros como Antonio Puertas que, al menos, sabes lo que te va a dar y que trabaja como el que más en cada entrenamiento. Porque me quedo con Puertas, con sus aciertos y errores, antes que con los Maouassa o Corbeanu recién llegados.
El ocultismo
Los aficionados se preguntan por qué Vallejo o Víctor Díaz no aparecen en las últimas convocatorias, también qué le pasa exactamente a Lucas Boyé o cuál es la lesión exacta que mantiene de baja desde hace meses a Raúl Fernández. Los medios también nos lo preguntamos.
El enfermizo ocultismo de club y entrenador, la absurda falta de información es una constante esta temporada en el Granada que se ha agudizado desde la llegada del Cacique, que se atreve a decir en rueda de prensa que tiene a toda su plantilla disponible cuando no es así.
Si juegas a esto y ganas partidos, tienes cierta legitimidad para hacerlo, los resultados dan la razón a tu estrategia, esté mejor o peor vista por el resto; si ocultas información y no cuentas toda la verdad cuando tu equipo no le gana a nadie y tienes pie y medio en Segunda, estás, club y entrenador, para que te den dos premios.
El cese
Tal y como era de prever, la destitución de Milla en el filial no ha servido para nada. Me pregunto por el interés de algunos para echarlo sabiendo, como se sabía, que el problema no estaba en el banquillo.
Con Lamesa en el femenino, por ejemplo, se tuvo paciencia cuando había los mismos motivos para cesarlo que a Milla, casi ninguno, y el equipo sí ha sido capaz de reaccionar. Aquí más de uno también opta a premio doble
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