Granada CF

El Granada CF de Robert Moreno también es camaleónico

  • El técnico catalán ha mostrado en los dos primeros partidos una gran riqueza táctica, algo que caracterizó al equipo que dirigió Diego Martínez 

Jorge Molina, en el encuentro contra el Valencia

Jorge Molina, en el encuentro contra el Valencia / Photographerssports (Granada)

Dice el tópico que las pretemporadas están para probar cosas, y es así. También que no hay mejor banco de pruebas para un entrenador que los partidos amistosos, y también es verdad.

Sin embargo, ese deporte llamado fútbol del que todos hablan y opinan pero que muy pocos comprenden y del que nadie lo sabe todo, no deja de deparar sorpresas y de romper cualquier guion preestablecido.

El análisis de los encuentros preparatorios disputados por el Granada CF antes de iniciar un nuevo campeonato de LaLiga Santander, que fueron un total de seis, dejaba claro que Robert Moreno, el nuevo entrenador rojiblanco, era un preparador aferrado a un dibujo y que no iba a ser fácil que lo alterara a lo largo de los encuentros. Un craso error.

El técnico catalán utilizó en cada uno de sus compromisos de pretemporada prácticamente desde el principio hasta el fin el 1-4-1-4-1, esquema que por muchos es calificado como un 1-4-3-3. Pura cuestión de gustos y nomenclatura.

Sólo en el último amistoso contra el Linares probó con un 1-4-4-2.

Dos partidos de liga han bastado para que el supuesto, y previsible por lo visto cuando no había nada en juego, inmovilismo táctico de Robert Moreno se haya convertido en un espejismo. Nada más lejos de la realidad. Lo que se intuía no tiene nada que ver con lo que ha sido.

Los dibujos

Presumía, y con razón, Diego Martínez de que su Granada era, por encima de otras muchas cosas, un equipo camaleónico capaz de adaptarse a los rivales y a las circunstancias de cada encuentro, y ese mismo calificativo se le puede aplicar también sin temor a errar al Granada de Robert Moreno.

Ante el Villarreal, en la primera jornada, salió de inicio con el esperado 1-4-1-4-1.

Sin embargo, no lo mantuvo hasta el final, sino que acabó el encuentro en el Estadio La Cerámica con un 1-4-4-2 con el que rozó el triunfo en los instantes finales.

La vuelta de tuerca definitiva llegó este sábado ante el Valencia. Sorprendió a todos con un 1-5-3-2 de salida.

Se agarró el preparador al plan de los tres centrales y los dos carrileros, utilizado cada vez por más equipos y que, por ejemplo, se vio en muchas selecciones en la pasada Eurocopa.

Robert, al que, como ocurría con Diego, da gusto escuchar hablar en rueda de prensa cuando se le preguntan por cuestiones relacionadas con lo táctico, ordenó en el descanso mutar a un 1-4-4-2, con el que consiguió asentar mejor a los suyos en el campo, contando con mayor caudal ofensivo y, sobre todo, reduciendo de forma considerable el que había tenido el Valencia en el primer tiempo.

Después de la entrada de Machís, el Granada se rearmó y acabó el partido con su reconocible 1-4-1-4-1, tercer dibujo distinto usado por el equipo en el choque.

Un medio en la banda

Existe una interesante apreciación al analizar el 1-4-4-2 usado tanto en Villarreal como en casa frente al Valencia.

Prácticamente todos los técnicos que disponen así a sus equipos usan un doble pivote en la medular, con los otros dos centrocampistas cada uno en una banda.

Con Robert no ha sido así, ya que en ambos casos se ha mantenido Gonalons como pivote único, mientras que ha sido un interior el encargado de actuar por uno de los costados.

En La Cerámica fue Monchu y en el Nuevo Los Cármenes esa función correspondió a Montoro.

El polivalente Rochina, recién fichado, aparece como un futbolista que pueda cumplir perfectamente con esa función de centrocampista con perfil ofensivo capaz de partir desde banda pero metiéndose en muchas ocasiones para adentro, lo que convierte el 1-4-4-2 visto en ambos choques como una opción táctica a tener muy en cuenta.

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