El Granada CF vuelve a las andadas en Tenerife (2-0)

Tenerife-Granada CF La crónica

Quinto partido seguido de los rojiblancos sin marcar fuera y nueva derrota justa de un equipo incapaz de reaccionar ante los golpes recibidos y que firmó una sonrojante segunda mitad

Meseguer y Cabaco presionan a un jugador del Tenerife.
Meseguer y Cabaco presionan a un jugador del Tenerife. / ACAM

El Granada volvió a mostrar su peor cara fuera de casa. Perdió por 2-0 en Tenerife y acumula cinco partidos seguidos lejos del Nuevo Los Cármenes sin marcar, de los que ha empatado uno y perdido cuatro.

Como en casi todos esos chascos, lo peor no fue el resultado, sino la forma en que se produjo. El equipo alegre que goleó al Sporting hace tres días se transformó en un conjunto plano que abrazó la nulidad más absoluta.

El Granada fue de menos a más en el primer tiempo, aunque no aprovechó sus pocas ocasiones y recibió un gol a la media hora marcado por Iván Romero tras retratar a Cabaco.

En el segundo tiempo volvió el peor Granada, ese que ni genera, ni transmite, ni llega. Ese que, encima, es vulnerable atrás. Los isleños marcaron el 2-0 de penalti y tuvieron ocasiones para haber ganado por una renta más amplia.

Cada tanto en contra es un mazazo. La capacidad de los rojiblancos para levantarse ante los goles no existe. Karanka puso todo su arsenal ofensivo a la hora de partido, con 1-0 aún en el marcador, y a partir de ahí el rendimiento de los suyos fue tan paupérrimo y lamentable que rozó lo sonrojante.

El técnico, que tuvo las bajas de Perea y Rubio, cambió a medio equipo en Tenerife en busca de oxígeno. Regresaron al once Ricard, Cabaco, Meseguer, Soro y Molina, mientras que sorprendió entre los que pasaron al banquillo Callejón, suplente por primera vez en el curso.

El Tenerife, que metió hasta siete cambios en su once pese a contar con un día más de descanso que el Granada respecto al último choque y repetir partido en casa, dominó el choque en los primeros compases, alternando bien balones en largo con acciones de pases en corto bien elaborados. El cabezazo de Enric Gallego en el minuto 6 no fue limpio.

El Granada, incapaz de tener el balón al principio, replicó poco después con una volea lejana de Víctor Díaz que tampoco encontró meta. Ni Alberto Soro ni Meseguer, los llamados a guiar el juego ofensivo del equipo, eran capaces de canalizar el juego de los suyos.

La primera vez que ocurrió, tras un genial pase de Jorge Molina, a Alberto Soro se le nubló el panorama con casi todo de cara para marcar. Uzuni saludo a continuación con un chut mal dirigido.

Antes del cuarto de hora ya estaba bien asentado en el campo un Granada que pasó de dominado a dominador, sin que el Tenerife se sintiera incómodo del todo con su nuevo rol. Los rojiblancos, que en el Heliodoro jugaron de negro, recuperaban una y otra vez el balón gracias a una presión agresiva y efectiva. Otra delicatesen de Jorge Molina acabó con tiro alto de Ricard.

El mejor defensa del Tenerife fue Juan Soriano, que consciente de la velocidad del Granada a la espalda de su zaga salió hasta tres veces de su área en la primera media hora para anticiparse a Uzuni.

El equipo local esperaba su oportunidad y la aprovechó en el minuto 31 de la forma más inesperada, con una acción iniciada en un balón en largo del propio Juan Soriano.

Iván Romero le ganó la partida hasta en dos ocasiones a Cabaco, una para colocarse mejor y llevarse un esférico que nunca puede botar y otra para meterle el cuerpo y evitar su corte antes de un disparo que superó a Raúl Fernández.

Primer disparo a meta del partido y 1-0 porque Cabaco no despejó una pelota que hay que desviar antes. Es de primero de fútbol. Error grosero y otra vez a remar contracorriente a domicilio.

Reaccionó bien el Granada, que chutó entre palos en el minuto 37 por mediación de un Uzuni que con un tiro cruzado obligó a lucirse a Juan Soriano. Casi caza el rechace Alberto Soro. Otro disparo del albanés un par de minutos después lo sacó la zaga. Meseguer, crecido con el paso del encuentro, lo intentó con un remate acrobático fácil para el meta.

Karanka no estimó oportuno meter cambios en el descanso. Y la segunda parte comenzó con el mismo guion que tuvo la mayor parte de la primera: mayor posesión visitante, pero con dificultad para llegar con claridad, pese a jugar mucho en campo contrario, ante un Tenerife veloz y vertical cuando tenía el esférico.

Lo peor

Como nada pasaba agitó el árbol Karanka, aunque estuvo a punto, como otras veces, de ser tarde, ya que justo antes de su triple cambio se le anuló al Tenerife un gol por un fuera de juego milimétrico.

Entraron Melendo, Callejón y Bryan Zaragoza, colocándose el Granada con zaga de tres en la que Bodiger fue el tercer central y Quini y el propio Bryan de carrileros. Lo demás, mucha pólvora para buscar el empate.

Sin embargo, lo que llegó fue el 2-0 en el minuto 64. Enric Gallego ganó el enésimo balón por arriba y permitió la superioridad numérica en la contra local. Raúl Fernández llegó tarde al corte ante Mo Dauda y cometió un penalti tan claro como absurdo e innecesario que transformó en gol por el centro del propio Enric Gallego.

Los daños colaterales de una apuesta arriesgada llegaron antes que las ocasiones rojiblancas en el segundo tiempo. Y pudo ser peor porque en el minuto 70 otra clara contra local acabó con un chutazo de Enric Gallego al larguero. Minutos más tarde, otra vez la tuvo el ‘9’ local tras superar a Cabaco.

A falta de ocasiones del Granada, cuya producción ofensiva era inversamente proporcional a la cantidad de buenos jugadores que tenía en el campo, volvió a perdonar el 3-0 el Tenerife. La ocasión de Sipnic a balón parado no fue gol de milagro.

Entró Matías Arezo para el último cuarto de hora, más el añadido, y la primera, y única, que cazó el uruguayo, cuando ya llevaba diez minutos en el campo, la mandó a la grada desde muy lejos. Y no hubo más, salvo un par de piques de Bodiger y Quini con Borja en los que se mostró la irritación y desesperación nazarí.

Los primeros de la tabla se escapan porque el Granada se marea cada vez que viaja. Karanka tendrá que solucionar el mal porque es grave. La segunda parte del equipo escapa a cualquier justificación. Y agarrarse a las bajas ya no vale.

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