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Patético final a un sueño de seis años

  • El Granada cierra su periplo moderno en Primera División con una derrota producida por dos goles casi en propia portería, uno de Baptistão ayudado por Lombán, y otro de Rúben Vezo en los diez primeros minutos

Rene Krhin, rodeado de papeles lanzados desde la grada, después de marrar una ocasión.

Rene Krhin, rodeado de papeles lanzados desde la grada, después de marrar una ocasión. / reportaje gráfico: álex cámara

La Primera División se despidió de Los Cármenes hasta nueva orden. Ojalá que esta no tarde mucho en llegar, a poder ser un año, que para eso desembarcó el chino en junio del año pasado. Y también a poder ser, sin que pasen 35 años como la última vez que el Granada embarrancó en la Segunda División. Se acabó el fútbol de élite como vino hace seis años. Aquella fue una derrota contra el Betis en los minutos finales, injusta pero que mostró los dolores que fatigan al aficionado de la zona baja de la Liga de las Estrellas, y que seis años después se manifestaron con toda su virulencia contra el Granada CF en una temporada aciaga, vergonzosa, y ojalá que irrepetible. Se fue la Primera División de Los Cármenes con otra derrota más, la séptima en los últimos siete últimos partidos de Liga que establece un récord negativo que, también ojalá, no se bata en la historia del club rojiblanco. El partido perdido anoche contra el Espanyol fue otro resumen condensado de la temporada en noventa minutos. Una victoria perica regalada con dos goles en propia portería. Para ser correctos con la historia, el 0-1 lo marcó Baptistão, aunque pareciera que Lombán tenía la mala fortuna de despejarlo hacia su propio arco. Apenas cinco minutos después Vezo sí acertó en la meta de Ochoa. Lo demás fue lo más parecido a un solteros contra casados, y ni con los visitantes dando facilidades a los granadinos, estos pudieron siquiera lograr un empate con el que destrozar esta racha negativa tan quemante para la hinchada. Al menos se acabó la pesadilla.

El equipo se despidió de la Primera, además, con la vergüenza de no haberle regalado ni un mísero caramelo a su hinchada, y con esta rebajándose a niveles de vergüenza ajena, destrozando el señorío que tuviera, pitando a los jugadores durante el himno mientras otros intentaban cantarlo con dignidad, y sin tener la intención de quedar bien o acabar de buen rollo una temporada, que si bien merece los pitos, tampoco estos iban a arreglar nada a estas alturas. En ese ambiente de malafollá se cultivaron diez minutos de cachondeo puro, también de esa vuelta de tuerca que puede dar de más la malafollá granadina. Como bien se consignó en la entradilla, los dos goles del Espanyol parecieron caer de defensas granadinistas, que por mucho que ayer Adams apostara por los tres centrales que tanto le enervaron y que le llevaron a fulminar a Lucas Alcaraz, como con el granadino, tampoco dieron resultado. Lombán casi pareció empujar el 0-1 con tres minutos de juego, y Vezo sí que se puede apuntar el del 0-2 en su haber en un intento de despeje. Si los barceloneses esperaban un partido fácil, ni hubiera imaginado tanta generosidad con rayas horizontales.

El caldo de cultivo para la afición estaba servido. Ya sabían que no iban a ganar ni en el último partido del año, que se iban a ir de Primera con solo cuatro victorias en 365 días. Los pitos y los gritos contra los jugadores fueron todo lo estruendosos que podían ser diez mil personas, la peor entrada en Primera División. Y eso que también el Espanyol vino con las ganas de no dar mucho por saquete. Se portó bien, sin ir a tope a nada. El regalo a la afición del Granada la aportaron los de Quique Sánchez Flores, ciertamente. Merced al marcador favorable, dejaron que el equipo de Tony Adams les crease peligro, les dominara y se impusieran en el centro del campo. Con Krhin tardando en darse cuenta de que si buscaba algún desmarque de los muchos que tiró Juanan Entrena sin que quisiera verle, o de que si se giraba y progresaba en ataque tampoco le harían una entrada criminal, era el negocio en la jornada de ayer.

Otra batalla la tuvo Andreas Pereira, que se despidió de Granada con un partido muy bueno pero egoísta, tanto que en alguna de las acciones que generó pudo asistir a Entrena, el gran incomprendido ayer, o Adrián Ramos, que bastante tuvo con fabricarse espacios ante la inanición de balones servidos por un mediocampo que no debería volver a enfundarse la rojiblanca. Uche se va fijo, pero Krhin tiene vinculación. A ver si Salvador engaña a alguien.

Fruto de la unión de los dos jugadores con más idea de fútbol de este equipo, Ramos y Pereira, llegó el tanto granadinista, con un disparo de rosca académico del brasileño. Al menos, el último gol en Primera en Los Cármenes lo marca uno del Granada. Tampoco está mal que el último gol granadinista no sea el que marcó Ezequiel Ponce al Valencia. Sí, aquel, aún con Lucas, era el último tanto del Granada esta temporada en Los Cármenes hasta que Pereira marcó ayer. Heavy, ¿eh?

El Granada no aprovechó su momento de la primera parte, en la que obligó más veces a intervenir a Diego López que en la segunda, en la que todo se acabó cuando Tony Adams retiró a Andreas Pereira del campo cuando si el equipo rascaba peligro era porque él tocaba la pelota. Otro cambio destructivo del inglés, como también parece que está haciendo de puertas adentro en el club.

La segunda parte transcurrió entre las risas del graderío, que jugó a poner de los nervios a la seguridad incitando a la prohibida invasión de campo, a los avioncitos de papel lanzados a ver si entraban en la portería (como de niños en la época de Segunda B), y cuando Lombán le quitó a Entrena una falta en la frontal que el hueteño había provocado, a pitarle cada vez que tocaba la pelota cuán Gerard Piqué en el Santiago Bernabéu o cualquier campo de España anti-Barcelona.

Fue lo más interesante porque el Granada tiró a la grada la posibilidad de despedirse sumando de Primera. Se perdió una vez más, con algo de dignidad incentivada por el rival, pero al fin y al cabo derrota. Se acabó el sueño de la mejor Liga del mundo. Esperemos que sólo sea por ahora.

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