Granada CF

Sonrisas y lágrimas amarillas

  • Granada se tiñó de los colores del Cádiz, un día en el que el regreso de Quique Pina pasó desapercibido

Sonrisas y lágrimas amarillas

Sonrisas y lágrimas amarillas

Un partido que tuvo todos los alicientes posibles... Menos para el interés del equipo de casa, al que nada más que le movía el objetivo de quedar entre los diez primeros para pillar algo más de 'plata' en el reparto audiovisual. Por lo demás, el granadinismo se debatió entre la indiferencia, las ganas de fastidiar al Cádiz, o los que comparten sangre carnavalera y tienen a los amarillos como segundo equipo.

Lo que sí fue Granada es amarilla. Durante la mañana de ayer, en el centro de la ciudad, que vivía en un extraño ambiente de resaca ferial laborable, se mezclaron los trajes de faralaes, los turistas en atrevidas playeras, y las camisetas, bufandas y banderas del Cádiz CF. Pero hasta la exageración. Se barruntaba la marea que luego conquistó Los Cármenes. Como un visitante más en el centro se vio pasear al ex presidente Quique Pina, protagonista inevitable del envite de ayer. No rehuyó mostrarse en público al murciano en la que hasta hace no mucho era 'su ciudad'. Por la tarde, incluso, se le vio pensativo durante algunos minutos sobre el césped que otras tantas veces le jaleó. Instantes a solas sobre el verde con las gradas vacías.

Unas gradas que se empezaron a poblar a las 19:20, más o menos. El primer espectador que entró al estadio de Los Cármenes lo hizo por el fondo sur. Y, evidentemente, vestía de amarillo Tacita. Un fondo prácticamente lleno hizo que Los Cármenes no fueran un 'mini Carranza', si no directamente el Carranza. Durante el himno pudo atronar la megafonía lo que quisiera, que sonaba el "¡Cádiz, Cádiz!". Además, la grada de animación rojiblanca, casi vacía, era incapaz de hacer competencia aunque esos pocos, cumplieron con los ánimos. También se oyó el Me han dicho que el amarillo... Que ya sonó, además, cuando los cadistas recibieron el bus de su equipo. También recibieron al del Granada, vayan a creerse que de forma hostil: con aplausos, vayamos a que se cabreen los de rojiblanco...

Se esperaba el veredicto del granadinismo, con Pina en el palco cuatro filas detrás de la nobleza, pero no hubo juicio sumarísimo, quizás por la ausencia masiva de abonados, o porque ya el estadio se ocupó de acallar en su día a quienes le vitorearon desde el fondo de las peñas de animación. Así que, pese a parecer estar en el Carranza por los cánticos de su afición, el granadinismo no ayudó a generar esa sensación de hastío y cansancio de partidos precedentes. Así que Kangning Wang, quien ocupó el asiento presidencial en ausencia de Jiang Lizhang y junto al máximo rector cadista Manolo Vizcaíno, se ahorró un bochorno que al final no fue.

El partido acabó con lágrimas de color amarillo, pero con una lección de afición. Con el juego tan infame del Cádiz, su hinchada estuvo por encima, y en la derrota cantó y animó a unos jugadores que no tuvieron el hambre necesaria. Unos cánticos un triunfo que calmaron las aguas de la afición granadinista, que se ha cansado ya hasta de protestar.

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