Giorgi Tsitaishvili se ganó el sitio y el respeto en un Granada sin rumbo

En una temporada en la que casi todo salió mal, Giorgi Tsitaishvili emergió como una de las pocas certezas sobre el césped. El atacante georgiano no solo fue el jugador con más minutos de toda la plantilla (2.737'), sino que terminó el curso como uno de los pocos que cumplió con regularidad, compromiso y cierta chispa ofensiva.

Tsitaishvili no descansó casi nunca, en parte porque el Granada no encontró un recambio de garantías en su zona. Pero más allá de la necesidad, el rendimiento estuvo ahí: siete goles y cuatro asistencias, participando de forma directa en 11 tantos, un tercio del total del equipo. Su mejor cifra goleadora estaba en cuatro dianas con el Dinamo Bitumi de Georgia en 17 partidos, en el año 2023.

Fichado como cedido en verano sin grandes titulares más que el haber coincidido contra la selección Española en la EURO que ganaron los de De la Fuente, vino procedente del Dinamo de Kiev. El extremo zurdo se adaptó rápido al fútbol español, y aunque su juego fue irregular por tramos, se convirtió en uno de los pocos futbolistas que fue titular para los tres entrenadores de este curso: con Guillermo Abascal, con Fran Escribá y también con Pacheta. Le queda una temporada más de contrato con el Dinamo de Kiev, equipo que no cuenta con él y en el que ha encadenado una cesión detrás de otra como una partida de oca.

Es bastante probable que el delantero georgiano reciba propuestas de clubes de una categoría superior, capaces de asumir sin dificultad su actual ficha, lo que complica seriamente su regreso al Granada. A pesar de haber estado plenamente integrado en el vestuario, su regreso como rojiblanco se presenta poco viable en el contexto actual, y es que el club tendrá que reorganizarse económicamente y hacer encaje de bolillos si no quiere desprenderse de alguna de sus estrellas y grandes asalariados como Lucas Boyé o Gonzalo Villar.