El centro del campo, como en prácticamente todo partido trabado, fue la principal víctima de la escasa circulación de pelota a lo largo del choque que enfrentó a Granada CF y Cádiz. El equipo de Cervera es conocido por planteamientos que complican la fluidez a los mandamases de la medular rival y este duelo no iba a ser menos. Montoro, la batuta nazarí en el medio, fue de los más damnificados por dicha circunstancia.

Poco

El problema en la primera parte no fueron las intervenciones en sí del medio valenciano sino la poca regularidad de las mismas. En su primera posesión, colocó un excelente balón largo en diagonal, medido, al pie de Antonio Puertas y repitió la acción en el ecuador del periodo inicial con una asistencia a Foulquier que pudo haber sido un pase de gol si hubiera estado fino el francés.

Viró al costado izquierdo como consecuencia del embarullamiento existente en el carril central del campo. Apareció muy cerca de Quini, el lateral zurdo, en tareas de construcción e intentó construir desde ahí con cambios de juego que oxigenaran una circulación asfixiada.

Balón parado

Estuvo cerca de asistir a Yangel Herrera tras botar una falta desde el costado derecho. La defensa del Cádiz, con un despeje in extremis, impidió el remate del venezolano. Terminó su actuación del primer tiempo con un lanzamiento desde larga distancia que se fue muy por encima del marco defendido por Ledesma.

Si apareció poco antes del descanso, tras la reanudación iba a ser aún menos. Montoro no consiguió encontrar la manera de asociarse con sus compañeros y la salida de Yangel del campo hizo aún más compleja su tarea.

Sus participaciones en la segunda mitad se redujeron simplemente a jugadas de estrategia o a acciones defensivas. Fue el jugador del Granada con más pérdidas del choque.