Granada, tenemos dos problemones

La Resaca

La coyuntura extradeportiva afecta directamente a la deportiva en el club rojiblanco, con un diagnóstico claro de los males pero una difícil solución

Los jugadores del Granada, durante el partido ante el Mirandés de este domingo
Los jugadores del Granada, durante el partido ante el Mirandés de este domingo / Francisco Neyra / PicWild

“Houston, tenemos un problema”, dijo el británico Jack Swigert durante el accidentado viaje al espacio del Apolo 13. “Granada, tenemos dos problemas”, manifestaron los aficionados del club rojiblanco en 2025, cuando el mal inicio de temporada del equipo amenazó con convertir el curso en un suplicio.

No tiene el Granada dos problemas, sino dos problemones. Son diferentes pero están íntimamente relacionados y uno ha terminado incidiendo y provocando de forma directa el otro. No hay que ser un lumbreras de los ámbitos empresarial o deportivo para emitir un diagnóstico de lo que sucede. La historia, como siempre ocurre en estos casos, está con dar en la solución.

El primer problemón es la deriva sin rumbo que tiene el club en el aspecto extradeportivo, con unos mandatarios que van camino de cargarse a la casi centenaria entidad. Tan fuerte como real. Si se hubieran propuesto hacerlo mal, lo peor posible, seguro que las decisiones no hubiesen sido tan erróneas y estado tan faltas de raciocinio.

Los componentes del trío mágico Yang-Aranguren-Amado son un peligro público, unos descerebrados andantes. Su inacción es tan peligrosa como su actividad. Estropean todo lo que tocan hasta el punto de herir gravemente a un Granada que ni sienten ni padecen.

Tan peligroso es el rumbo tomado que la habitualmente servil y mansa afición del Granada ha reaccionado para decir basta y pedir respeto, para hacerse oír ante tanta tropelía, para denunciar públicamente lo que está pasando. Seguramente sirva de poco. En esta época de sociedades anónimas deportivas, de clubes controlados de forma casi total por conglomerados multimillonarios, aunque el chino del Granada está en la ruina, el aficionado tiene poco o nada que decir.

Ya se ha visto en clubes como una masa social mucho más numerosa como el Valencia o el Sevilla, donde las sonoras y habituales protestas de seguidores no han sacado del poder a sus nefastos dirigentes. Eso no quita que algo había que hacer y se ha hecho. Eso no minimiza el loable y denodado esfuerzo por reivindicar un cambio de los aficionados del Granada.

El segundo problemón es el deportivo, y está directamente provocado por el primero. De aquellos lodos, estos polvos. La dirección de unos pésimos gestores ha derivado en lo que todo el mundo ve: un equipo que en poco tiempo ha pasado de jugar en Europa a ser colista de Segunda, de tener una plantilla repleta de jugadores valiosos y muy valorados a un equipo infinitamente peor que va a pelear este curso por no bajar a Primera RFEF.

Se te cae el alma a los pies viendo al Granada jugar, observando la clasificación, previendo el futuro que espera al equipo, comparando lo que había y lo que hay, analizando la devaluación de una plantilla cogida con alfileres. Pacheta, con su experiencia y su buen hacer demostrado en muchos equipos, es la única piedra a la que se agarra el granadinismo para hacer funcionar a un plantel que en las tres primeras jornadas no ha mostrado el nivel mínimo exigible para alcanzar la permanencia.

Visto lo visto, permanecer en Segunda este curso será un logro que a día de hoy firma a pies juntillas cualquier aficionado rojiblanco de bien. Ya nadie duda de que será una temporada de sufrimiento y muchas derrotas, una campaña de duro transitar por el desierto sin apenas agua ni provisiones, de rezar para que crezca un equipo que aún no tiene fuera ni los dientes de leche.

Tan penoso como la involución del primer equipo es lo que ha ocurrido con el filial, que ha pasado de Primera RFEF a Tercera en un par de temporadas. Primer equipo, estadio, Ciudad Deportiva, situación económica… tienen tantos ‘logros’ a sus espaldas los gestores que de la cantera sea quizás de lo que menos se hable, pero el paso atrás dado en poco tiempo en este apartado es también denunciable.

Esto, como es natural, afecta también de forma directa al primer equipo. Ni que decir tiene que se ha secado la fuente que daba ‘Bryan Zaragozas’ y ‘Samu Omorodiones’. El lateral izquierdo es un buen ejemplo. Antes subían Carlos Neva o Brau y servían, se estabilizaban con los mayores hasta hacer carrera; ahora la solución es Pere Haro, que ni tiene nivel ni está preparado, porque la devaluación y el bajo nivel del filial no le da para complementar al primer equipo, y pasa lo que pasa.

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