Granada CF

Un jugador lorquiano

  • El carácter de Antúnez le hizo ser apodado como el 'Camborio'

  • Entrenó al Granada, que buscaba un ascenso que se dejó lejos de Los Cármenes

Paco Antúnez, tercer jugador de los de pie, se hace foto de equipo antes del debut de España contra Estados Unidos en Curitiba.

Paco Antúnez, tercer jugador de los de pie, se hace foto de equipo antes del debut de España contra Estados Unidos en Curitiba. / ARCHIVO

Francisco Antúnez se 'marcó un José Luis Oltra' cuando estuvo en el Granada, aunque a este sevillano de raíces profundas al menos le dejaron acabar la temporada. Le pusieron como objetivo ascender a Primera División, le cambiaron a casi toda la plantilla, pero no lo consiguió. Le penalizó el rendimiento de su Granada fuera de casa en la temporada 64-65, la única que Antúnez defendió el escudo del proyectil invertido, en este caso desde su banquillo. Muy parecido a lo que le pasó al primer técnico rojiblanco de esta temporada.

Antúnez arribó al Granada CF en junio del 64 de la mano de Bailón Espejo, con quien sufrió un accidente de circulación en pleno verano mientras viajaban a Málaga en busca de jugadores del Sevilla, que jugaba un amistoso. La temporada anterior había sido un fracaso, con el paso de tres entrenadores, y al sevillano le avalaba aún su trayectoria como futbolista. No hizo un mal año. Su Granada no perdió ninguna vez en Los Cármenes, pero de visita solo conquistó dos triunfos, lo que alejó al equipo de toda opción de subir. No le ayudaron sus enfrentamientos con algunos futbolistas veteranos. A Pellejero y Alcantarilla les apartó y el club, además, les rescindió con apenas dos meses de Liga transcurridos.

Vestido de corto fue ídolo del Sevilla, conquistando la única Liga 'palangana' (1946) y una Copa (1948), pero además por cómo gestó su fichaje. Y es que Antúnez se 'marcó un Figo' al firmar por el Sevilla después de cuatro campañas en el Betis. Su polémico fichaje fue impugnado y la Federación Andaluza llegó a anularlo, aunque al final terminó de blanco.

Lo cierto es que este futbolista fue mejor jugador que entrenador, una carrera que terminó dos años después de dirigir al Granada tras descender a Tercera con el Recreativo de Huelva. Antúnez fue uno de los cuatro jugadores-entrenadores que pertenecieron al Granada y que también jugaron el Mundial de Brasil 1950, el mejor de la historia de la selección hasta el mágico 2010: los otros fueron César, Eizaguirre e Igoa.

Debutó con España en 1949 en una gira de amistosos en Irlanda y Francia, ambos saldados con goleadas para La Furia, viejo mote que se le daba a la selección que hacía perdurar en el recuerdo al equipo que, con el también granadinista Paco Bru, fue plata en Amberes 1920. En uno de esos dos partidos, Antúnez fue el mejor de la selección. No era un duelo cualquiera. Era en el mítico estadio de Colombes, España le metió cinco a los franceses, y el sevillano secó a una de las figuras locales, Baratte. Tal fue su partidazo que el diario Marca le destacó en su portada y eso que Basora anotó un triplete. Ese encuentro dio para mucho más. Antúnez se llevó la pelota de aquel encuentro a Sevilla y se la donó a la Hermandad de los Gitanos para que esta lo subastara con el fin de recaudar fondos para reconstruir la capilla que se destruyó con el estallido de la Guerra Civil. A día de hoy sigue en pie. Quizás por eso se le apodara el Gitano, o El Camborio Español. Hubo un periodista asturiano de ABC que en una loa escribió que para tener el estilo de Antúnez "es necesario el 'duende' lorquiano y la honda gravedad del cante antiguo".

Después de todo aquello le llegó la citación para jugar el Mundial de Brasil, en el que jugó solo uno de los seis encuentros de la selección. Fue precisamente el que marcaba el regreso de la nacional a una cita mundialista 16 años después de la anterior. Antúnez fue titular en el centro de la defensa española en el choque contra Estados Unidos, el cual no pudo amarrar la selección hasta los diez minutos finales, cuando marcaron tres goles Igoa, Basora y Zarra (3-1). España respiró para terminar jugándosela con Chile e Inglaterra, pero Antúnez no volvió a darle una patada a un balón en aquel Mundial. Y eso que los jugadores americanos dijeron que el que luego fue entrenador del Granada fue uno de los mejores de España. Y lo fue. Salvo por el gol encajado, Antúnez no dejó pasar a los delanteros rivales y hasta participó en la ocasión anterior al tanto del empate, cuando colgó al área un balón que no entró de milagro. Pero Eizaguirre no lo vio igual y Antúnez se quedó con las ganas de jugar en el majestuoso Maracanã.

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