El Granada CF, sin ambición, cae ante el Málaga por la mínima

Miguel Rubio intenta rematar en una acción a balón parado. / Antonio L. Juárez / GP MEDIA

El Granada CF volvió a ofrecer la imagen de equipo sin ambición, con poca hambre y escasa pegada lejos de Los Cármenes, tras perder con el Málaga (1-0) por la mínima por un tanto de penalti cometido por Loïc Williams en la primera mitad. Pese a lo exiguo del resultado, los locales merecieron mucho más.

La lesión de Carlos Neva provocó que Fran Escribá no repitiera once inicial en La Rosaleda. Tampoco es que el míster valenciano sea mucho de dar continuidad a un mismo equipo, pero en esta ocasión y sin el gaditano disponible, fue Miguel Ángel Brau el que volvió a ocupar el lateral zurdo. Con cinco jugadores apercibidos, el veterano técnico dejó en el banquillo únicamente a Manu Trigueros con cuatro amarillas.

Al igual que ante el Elche, pese a tener a tres centrocampistas, los rojiblancos actuaron a la hora de defender con un 1-4-4-2 con Gonzalo Villar junto a Boyé en punta de lanza saltando a la presión cuando el cuero lo tenían los centrales. El orden que quiso implantar el técnico se vio en los primeros diez minutos del choque, en el que los malacitanos apenas pisaron campo granadino. Eso sí, las ocasiones brillaron por su ausencia por ambos bandos.

Pero en el 12’, un error de Brau terminó con un pase filtrado de Chupe a Lobete, quien se plantó solo ante Mariño, pero el gallego logró desviar al achicar el espacio y enviar el cuero a saque de esquina. A la salida del mismo, un nuevo error en la marca de Hongla permitió a Chupe rematar solo en el primer palo, pero el esférico le llegó manso a las manos del guardameta rojiblanco. Dos sustos que a animaron a los de Pellicer, que comenzaron a tener una marcha más.

En el minuto 20, una contra tras una buena acción personal de Larrubia, que se marchó con clase de Sergio Ruiz al que trajo loco, terminó con un disparo de Antoñito desviado. Tres llegadas en ocho minutos ante un Granada CF demasiado timorato y al que le costaba tener posesiones largas. Ni Hongla ni Villar lograban imponer su calidad ni tampoco las bandas eran capaces de desequilibrar. Con ese panorama, el objetivo era no encajar. Empero, tampoco lo consiguieron los de Escribá, pues un penalti absurdo de Loïc Williams sobre Chupe tras un despeje de Sergio Ruiz, lo materializó Antoñito para adelantar, merecidamente, al Málaga (28’).

El talento de Larrubia y la movilidad de Chupe estaba haciéndole mucho daño a los visitantes. Villar se desesperaba con Tsitaishvili, al que le pedía calma. Y en esas, un nuevo error de Hongla, demasiado relajado como en ocasiones es costumbre en él, permitió a Lobete gozar de otra ocasión de gol que evitó Mariño con una parada en la que terminó adornándose. La pájara iba a más sin que desde el banquillo se encontrara la solución, pese a poner a cinco jugadores a calentar (Lama, Trigueros, Reinier, Weissman y Borja Bastón).

Lo mejor que le podía pasar al Granada CF era que llegara el descanso pues tan sólo en los primeros diez minutos estuvo presente en La Rosaleda. El resto de primera mitad ofreció la imagen de ese equipo ramplón y sin ideas ofensivas en ataque que tantas veces se ha visto lejos de Los Cármenes en la presente temporada. Ya en tiempo de descuento, un semicórner ejecutado de manera directa por Antoñito obligó, de nuevo, a Mariño a trabajar despejando a saque de esquina en la última acción de un primer acto para olvidar de los rojiblancos. Ningún disparo a portería por cinco del rival lo dejó claro.

Había mucho que mejorar en la segunda mitad. No quedaba otra. El Huesca había perdido ante el Real Oviedo, pero el Almería viene apretando por detrás. La ocasión era propicia para dejar atrás a un rival directo. Pero para ello, había que mejorar muchas las prestaciones en todas las líneas del campo y, sobre todo, al menos igualar en intensidad al rival. Tras el paso por vestuarios dejó merecidamente a Hongla en la caseta para dar entrada a Borja Bastón. Dos referencias ofensivas para tratar de sumar.

Pareció el cuadro granadinista dar un paso adelante en la reanudación, gozando Lucas Boyé de un libre directo que salió lamiendo el palo derecho de Alfonso Herrero. La respuesta fue de Murillo tras un saque de esquina que remató muy alto. A la contra, el Málaga hizo mucho daño ante un mermado Miguel Rubio que se vio perjudicado por las pérdidas de Rubén Sánchez.

El conjunto de Sergio Pellicer bajó su ritmo físico como era previsible, jugándose mucho más en campo local. Los locales buscaban claramente el contragolpe para atacar aprovechando los espacios que, poco a poco, dejaron atrás los de Escribá. Y más tras sentar a Sergio Ruiz para dar entrada a Manu Trigueros y dejar el doble pivote con el talaverano y Villar. Pellicer también movió ficha y retiró del terreno de juego a los únicos jugadores con amarilla de su equipo.

La última vuelta de tuerca fue con el triple cambio para jugar con tres centrales y dos carrileros, Tsitaishvili en la izquierda y Ricard en la derecha, y Reinier por dentro. Precisamente en una internada del lateral catalán, Borja Bastón gozó de la mejor ocasión del choque pero, pese a tocar el cuero, no supo dirigir el cuero entre los tres palos. Tsitaishvili, en su nueva posición, hizo una diagonal que terminó en córner (82’). Una nueva llegada con escaso peligro.

En los últimos diez minutos, y con el Málaga con línea de cinco atrás, el Granada CF se vio incapaz de hacerle daño a un rival muy bien armado y que tiene en la juventud y el hambre una de sus armas. Ricard, tras un centro al segundo palo de Tsitaishvili tuvo, a dos del tiempo reglamentario, la opción de empatar de haber puesto el cuero para la llegada de Bastón, pero optó por romperla en vez de tocarlo atrás. Algo similar a la que tuvo Rahmani, con todo a su favor, en el 92’, pero mandó el balón a las nubes. Y tuvo una segunda en el descuento que no supo aprovechar. Unos minutos finales en los que, lejos de encerrar a su contrincante, terminó defendiendo el no se sabe qué, perdiendo así una gran ocasión de dar un paso hacia el play off que quizá pasó por La Rosaleda, entre otros destinos. El tiempo lo dirá.

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