De la famosa victoria del Granada ante el Barcelona de abril de 2014 ya se ha hablado en esta serie a través de la figura de Yacine Brahimi. Aquel triunfo tuvo muchas figuras, pero las más rutilantes fueron el argelino y un portero griego que aquel día volvía a la titularidad después de tres meses de ir de banquillo tras banquillo. Lucas Alcaraz ni siquiera quería que Orestis Karnezis jugase aquel partido. Roberto, el meta titular, se había hecho daño en un entrenamiento el día antes del partido, y aún así, el entrenador lo convocó y le hizo una prueba anterior para ver si estaba en condiciones de jugar. Y no la superó, así que el ateniense, señalado tras la derrota por 3-0 en Almería y la eliminación en la Copa del Rey contra el Alcorcón, tenía que lidiar con el toro más bravo.
Delante de su arco estaban Neymar, Messi, Alexis Sánchez, Cesc Fàbregas, Iniesta... Semblaba a tragedia pero la noche acabó siendo una representación de la Ilíada. Karnezis necesitaba, no un partido, sino un partido así. Desde que aterrizó en Granada el verano de 2013 cedido por el Udinese (se incorporó durante la concentración en Londres para el amistoso contra el Watford), el guardameta apenas había jugado. Solo la citada eliminatoria copera contra el Alcorcón y el choque liguero en Almería. Tres partidos que en año de Mundial, siendo el teórico titular de la selección de Grecia, ponían en seria duda hasta su participación en Brasil 2014. Semanas antes la prensa griega había elevado la voz de alarma ante la inactividad de su cancerbero.
Pero los noventa minutos contra el Barcelona lo cambiaron todo. Podría decirse que Karnezis jugó el Mundial 2014 gracias a aquella noche en la que los dioses del Olimpo le envolvieron de una divinidad que hizo ganar al Granada, dándole media permanencia. Todo lo que iba entre los tres palos lo paraba, lo repelía o lo retenía. Evitó el empate en un tiro de Neymar en la primera parte, en otro remate a bocajarro de Busquets en la segunda. Para el recuerdo de las retinas rojiblancas quedó un vuelo de palo a palo para sacar la manopla a una falta desde la frontal, de esas que Messi coloca con la mala intención de ir directas a la escuadra. Un paradón de otro nivel. El Granada acabó ganando y todos sus compañeros se abrazaron a un portero que sabían que había sido fundamental en la obra del milagro.
Karnezis siguió de titular indiscutible los cuatro siguientes partidos. Pero la divinidad le abandonó. El Granada no volvió a ganar, fue goleado dos veces, y se vio abocado a jugarse la permanencia en la última jornada en Valladolid. Él volvió a verlo, pero desde la banca. Lucas prefirió la experiencia de Roberto en citas como aquella, en las que transmitir seguridad con el idioma también era importante. El Granada ganó sin apenas sufrir.
Con el buen sabor de la permanencia, Karnezis se fue al Mundial. El seleccionador portugués Fernando Santos le colocó en el arco en todos los partidos. Pareció seguir con el gafe de sus últimos partidos con el Granada y fue goleado en su debut ante Colombia (0-3), pero el segundo envite contra Japón se pareció mucho a la noche en que detuvo a Messi en Los Cármenes. El heleno salvó hasta en seis ocasiones a los suyos de una derrota segura. La igualada final a cero le daba una última oportunidad a Grecia para pasar de ronda. Se midieron a Costa de Marfil. Karnezis, de nuevo, titular. Pero a los 24 minutos se tuvo que marchar. Una mala caída tras chocar con el tanque Yayá Touré le dejó dolorido de la espalda. Desde la enfermería vio el resto del partido que ganaron los griegos por 2-1, certificando por primera vez su pase a octavos en un Mundial.
La eliminatoria, además, pintaba asequible. Grecia se enfrentaba a otra revelación, Costa Rica. Karnezis volvió a la portería y tuvo menos trabajo del esperado. Los Ticos notaron la presión e inquietaron poco al ateniense, mientras que a sus compañeros les daban la misma medicina que aplicaban en los partidos. Dominio... Sin gol. Hubo penaltis. Keylor Navas le detuvo el penúltimo de la tanda a Gékas y al heleno, que lo la olió, le colaron todos. Keylor le robó la deidad a Karnezis en el Olimpo del fútbol.
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