El vértice de la pirámide

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Formó junto a Aguirre Suárez y Fernández un trío defensivo temible en el GranadaLa huella del Granada CF en la mayor competición del mundo

Montero Castillo (6) observa la atajada de Izcoa ante Falito y los barcelonistas Sotil y Cruyff.
Montero Castillo (6) observa la atajada de Izcoa ante Falito y los barcelonistas Sotil y Cruyff. / Archivo Granada Hoy
Juan José Medina

Granada, 01 de julio 2018 - 02:34

Para escribir de Julio Walter Montero Castillo haría falta no una, sino dos páginas. Son tales los avatares de su carrera deportiva y extradeportiva que parece imposible que quepa en estas líneas. Centrocampista de porte imponente, alto, punto de referencia en la medular, algo lento en la salida de balón pero incapaz de perder uno. Fue un fichajazo para la época en la que llegó al club rojiblanco. En su mochila cargaba el peso de haber sido cuarto con Uruguay en el Mundial del 70, campeón de la Copa América del 67, ganador de cinco Ligas de su país siendo miembro del Nacional de Montevideo, club que le formó. Un palmarés que coronan una Copa Libertadores y una Intercontinental en 1971. Una hoja de servicios impecable a los 28 años.

El Granada de Candi tenía cash aquel verano. El presidente buscaba a un gran delantero. Fue a por el argentino Carlos Bianchi, que llegó a estar en la ciudad pero se rompió su fichaje. Luego fue a por el Ratón Ayala, pero se interpuso el Atlético de Madrid, donde marcó época. Finalmente, Candi puso los ojos en Montero Castillo y a la tercera fue la vencida. Firmó su contrato un caluroso día de verano. Pelo 'a lo afro', camisa estival, pantalones de campana. Tenía porte de estrella, y lo fue en el Granada durante dos temporadas.

En su primer año se consolidó en el centro del campo y estuvo a punto de convertirse en héroe del club para siempre. Marcó un gol en el último minuto del partido en Los Cármenes contra el Barcelona, pero el árbitro, Franco Martínez, lo anuló porque vio una mano que no existió. El tumulto fue tal que la policía custodió al trencilla murciano hasta Albolote. Aquel choque acabó en empate a uno. El Granada era un equipo temido, no sólo por tener atrás a Fernández y Aguirre Suárez, sino que la primera cortina defensiva la ponía este uruguayo imponente. Un sexto puesto clasificatorio, la segunda vez que el club lo lograba (su mejor posición histórica) avalaba aquel sentimiento del fútbol español.

Todas esas virtudes le hacían ser titular indiscutible con Uruguay. Fue titular y jugó todos los partidos del Mundial 70, siendo además uno de los primeros jugadores amonestados en la historia del fútbol ya que las tarjetas entraron en vigor en aquella cita. En el del 74 participó como jugador del Granada, siendo el primer futbolista de la historia del club en jugar un Mundial. Eso sí, jugó muy poco. Solo 69 minutos porque, para seguir con la fama adquirida en los rojiblancos, le dio una patada al holandés Rensenbrink. El colegiado húngaro Palotái le mandó a los vestuarios mostrándole la segunda tarjeta roja de la historia de las Copas del Mundo. No jugó ni un partido más y Uruguay se fue en la primera fase.

Su segundo año como rojiblanco fue algo peor por los resultados, pero siguió siendo pieza clave junto a la terrible defensa Suárez-Fernández. Pero eso no le sirvió para seguir un tercer curso, ya camino de los 32 años. La llegada de su compatriota Denís Milar, delantero y mucho más joven, le obligó a buscarse las habichuelas fuera de Granada por el exceso de fichas para extranjeros. Se libró por poco de haber formado parte de la plantilla del descenso a Segunda.

Por aquel entonces, Montero Castillo ya era noticia por sus problemas con la justicia. Incluso a los pocos días de fichar por el Granada, el jugador fue retenido en Madrid cuando se disponía a abandonar España para pasar unos días en su tierra. Encima llevaba 330.000 pesetas en concepto de adelanto de su ficha que le había entregado Candi, y aunque se especuló con que fue un problema con el visado, lo cierto es que el jugador desconocía que podía salir del país portando tanto dinero en efectivo. El futbolista volvió dos días después a Granada y se puso a las órdenes de los abogados de la entidad.

También pisó la cárcel Montero Castillo. Fue una vez retirado. Pasó unos meses en la prisión de Málaga acusado de falsificar cheques de viaje. En la misma penitenciaría le visitaron varios veteranos del Granada CF, que se organizaron para poder pagarle la fianza al ex futbolista rojiblanco. Meses más tarde, ya libre, vino a Granada para saludar a sus viejos amigos y agradecerles el gesto de apoyo en aquellos momentos tan aciagos.

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