La Feria

Garrido Atienza, otro granadino olvidado

  • El autor de la Fiesta del Corpus en Granada murió el 5 de junio de 1918

  • Se cumple el centenario

  • Ninguna calle granadina recuerda su nombre

  • En Santa Fe sí saben de él

Granada tiene una deuda con este prolífico historiador granadino que murió precisamente en pleno Corpus. Tal vez esta modesta nota que insertamos en Granada Hoy sirva para que los abundantes sabios locales lo tengan en cuenta.

"Ayer tarde a las cuatro, falleció don Miguel Garrido Atienza, exconcejal del Ayuntamiento durante muchos años, en representación de los electores republicanos del distrito de Santa Escolástica". Era la nota necrológica que daba la prensa local el 6 de junio de 1918. "Consecuente político, amigo leal, intachable caballero…nunca negó favor ni siquiera a sus adversarios políticos". Así acaba la nota.

Su tendencia republicana podría explicar que fuese postergado al olvido en una ciudad conservadoraSiempre desde la oposición, luchó por Granada, sus barrios y sus fiestas populares

Cien años después muy pocos conocen la obra de este ilustre granadino, letrado, erudito, político activo y autor de obras tan granadinas y granadinistas como Las aguas del Albaicín y Alcazaba, Las Capitulaciones para la entrega de Granada, La fiesta del Corpus, La fiesta de la Toma de Granada… Obras propias de un investigador incansable y riguroso que acaban siendo fuente y referencia para los posteriores investigadores (me refiero a los verdaderos) y lectura deliciosa para los amantes de la historia local granadina.

A través del estudio preliminar que nos deja el profesor González Alcantud referido a la obra Antiguallas granadinas. La fiesta del Corpus, y echando mano de la revista Alhambra y de las colaboraciones del propio Garrido Atienza en la prensa local, nos hacemos una idea de la enorme personalidad y la gran capacidad de este autor que hoy 'resucitamos' como recuerdo del centenario de su muerte ocurrida en 1918. Sorprende que siendo un autor tan citado por escribir precisamente sobre nuestras fiestas más populares esté quedando en el olvido y ni siquiera alguna calle de nuestra cada vez más extensa red urbana lleve el rótulo con su nombre, siendo, en palabras de Seco de Lucena "hombre de gran cultura histórica y literaria". Pudiera tener cierta explicación que durante decenios fuese postergado a las catacumbas del olvido por su pertenencia desde joven a las juventudes republicanas y porque en esa tendencia se mantuviera toda su vida y con coherencia en una ciudad como Granada de mayoría conservadora.

Su paso como concejal del Ayuntamiento siempre fue en la oposición desde donde demostraba su interés por el progreso de los barrios, las obras de la Gran Vía, el encauzamiento y desvío del río Darro, la remodelación de la Plaza de la Trinidad, el saneamiento de las aguas del Albaicín, etcétera. Un luchador por Granada, sus barrios y sus fiestas populares. Luchador, pero de verdad.

Dos de sus más nombradas intervenciones en la vida cultural granadina vienen enmarcadas por la publicación de Las fiestas del Corpus en 1889 y por su activa participación como miembro de la comisión organizadora del IV centenario de la Toma de Granada y del Descubrimiento de América en 1892, coincidiendo con la coronación de Zorrilla como poeta nacional en Granada.

Interesante momento de una Granada en transformación que salía del duro bache de la epidemia de cólera de 1885, hasta el punto de que el propio Ganivet, con el que no estaba muy de acuerdo Garrido Atienza, se extrañó de que, al volver de Amberes, "en Granada han adoquinado dos calles, han puesto alumbrado eléctrico, han erigido monumento a Isabel la Católica y han cambiado de nombre varias calles". Y faltaba muy poco para que la empresa La Reformadora granadina iniciara las obras de apertura de la Gran Vía de Colón, a costa de derribar media Granada de la zona centro.

Era la Granada que vivió Garrido Atienza que tiene el recuerdo popular de una calle junto a la dedicada a mi ilustre profesor, el historiador Domínguez Ortiz, en el histórico pueblo de Santa Fe. En Granada, sin embargo, le ponen calle al primero que pasa y al que sólo conocen en su casa.

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