La Feria

Un investigador descubre al autor del 'maniquí'

  • lJuan José Ruiz Montijano señala a Francisco López Burgos como el artífice del rostro del maniquí, con cuerpo de Andrés Lledó y brazos de Martínez Olalla

Hasta la fecha, ni el Ayuntamiento de Granada ni Enrique Cabrera, el técnico municipal encargado de la conservación de la Tarasca y de vestirla tal día como hoy desde hace décadas, conocían la autoría del maniquí. Ocho meses de investigaciones en la hemeroteca municipal y diversos archivos han permitido a Juan José Ruiz Montijano descubrir quién es el artífice de la figura femenina que procesionará por las calles de Granada. "Estaba investigando en la Casa de los Tiros cuando descubrí un artículo que publicó el suplemento Sacromonte del diario Patria. En la foto que lo ilustraba había una imagen de escayola del boceto que había hecho, antes de esculpirlo en barro, Francisco López Burgos", cuenta el investigador, que explica como confirmó la autoría. "Me fui a las actas del Ayuntamiento y, efectivamente, corroboré que ese año, 1955, se le había encargado el rostro de la Tarasca a este autor. El motivo es que la que desfiló en el año 54 era demasiado niña".

Hasta que comenzó su investigación el especialista en temas de cultura popular, ni se sabía quien era el autor ni cuántos maniquíes habían procesionado por las calles de Granada desde que se inició esta tradición. "La investigación pretende subsanar las dudas", cuenta Ruiz Montijano, especialista en Teatro del Humor contemporáneo y autor de la primera tesis en España sobre la revista como género teatral.

Ese fue el motivo que lo llevó a iniciar la investigación que finalmente se ha plasmado en un libro de 1185 páginas y 680 fotografías que espera ver publicado en breve por alguna administración granadina. "El objetivo es rescatar del ostracismo académico y científico una parte importante de las fiestas mayores de la ciudad. La Tarasca siempre ha sido considerado un tema menor dentro de la multiplicidad de aspectos que los estudiosos han tenido como objetivo a la hora de estudiar el Corpus Christi, no sólo en España sino, muy especialmente, en Granada donde tan sólo los imprescindibles estudios de Garrido Atienza, Paula Valladar o Afán de Ribera se detienen en su descripción o análisis, aunque muy sucintamente".

El mayor especialista de España en teatro frívolo descubrió que "la confusión establecida entre los elementos religiosos que encabezaban el Santísimo Sacramento y los profanos comandados por la Tarasca suscitaron el descontento de los jerarcas eclesiásticos, quienes los consideran perniciosos para el credo cristiano y la praxis de su doctrina. De esta forma, y por Real Cédula de 20 de febrero de 1977, Carlos III prohibe los espectáculos en procesiones y bailes en las iglesias, atrios y cementerios".

La prohibición de incluir elementos profanos en las procesiones del Corpus se hizo efectiva en 1780 y hubo que esperar hasta 1883 para que Granada recuperara la Tarasca "gracias al gremio de comerciantes de la ciudad y al enorme revuelo causado por los principales periódicos del momento, quienes establecieron un encendido debate para darle a las fiestas del Corpus el esplendor que antaño poseían".

El regreso del "aparato festivo" vino ya acompañado por el interés de los comerciantes del centro de crear "un maniquí que potenciase al ropa del momento". El primero fue encargado a Francisco González Morales, autor junto a su suegro Francisco Martín del monumento a Mariana Pineda en la plaza que lleva su nombre.

Debido a su desgaste, en los años 30 el Ayuntamiento encargó otro al escultor catalán Andrés Lledó, que procesionó del 1931 a 1947. En 1948 el escultor local Molina de Haro le ofreció un rostro nuevo, que deambularía hasta 1954, cuando se sustituyó por el del profesor de la Escuela de Artes y Oficios, Antonio Martínez Olalla, que le confirió una expresión más aniñada y los dos brazos con los que actualmente procesiona.

Fue en 1955 cuando López Burgos creó su rostro actual, para el cuerpo de Lledó y los brazos de Olalla, completando el conjunto femenino que desfila hasta día de hoy -salvo un periodo del 62 al 68 que se optó por un maniquí comercial- junto con una cohorte de gigantes, el carro, y el dragón que firmo Vicente de Luna Cervero en 1975.

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