Medio Ambiente

Agua, el consumo ineficiente

Luis Villalba

Los ingresos procedentes de impuestos medioambientales están en España entre los más bajos de la Unión Europea. Pero la importancia que esto pueda tener para la Hacienda Pública no es lo más relevante en estas tasas cuya función no es tanto recaudatoria como disuasoria de un consumo excesivo. En el caso del bien más preciado para la vida, el agua, las tarifas sobre el consumo doméstico, agrícola o industrial, están también entre las más reducidas de la UE. En particular, algunas políticas regionales de tarificación del agua ofrecen a los agricultores pocos incentivos para reducir su consumo en regadío. Esta situación ha llevado a que una mejora en la gestión del agua figure entre las recomendaciones que hizo a España en junio de 2012 la Comisión Europea. 

Según la Comisión la mejora de dicha gestión es un importante reto para nuestro país, abocado a una utilización insostenible de ese recurso vital si no se emprenden las reformas adecuadas. Pues aunque en algunas zonas de España se sufre una crónica escasez de agua, no existen incentivos adecuados para un uso eficiente. En concreto, el Gobierno español aún no ha contraído un compromiso claro de reforma del mercado de concesiones en el sector del agua con objeto de abordar de forma específica las ineficiencias detectadas. Esta renuencia del Gobierno es de suponer que se debe a que el principal incentivo para ese uso eficiente es una subida en las tarifas que abonan particulares y agricultores. En las actuales circunstancias resulta obvio que subir otro impuesto más, por necesaria que parezca la subida,  es algo a considerar detenidamente. 

 

Más cuando esa subida afectaría a los productos básicos de la cesta de la compra. De cualquier forma esa recomendación tendrá que ser seguida en el futuro inmediato porque responde a una realidad que no habrá más remedio que asumir, ya que hay estudios que indican que el desperdicio de agua, por malas costumbres, por deficientes infraestructuras, por fugas de todo tipo, alcanza en España casi el 50% del consumo. 

 

Una reflexión añadida sería que si debe subir el precio de lo más básico en la vida para prevenir su despilfarro y asegurar un consumo eficiente, difícil será que puedan evitarse el mismo tipo de incentivos en recursos públicos en realidad aún más limitados que los naturales. 

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