A un paso de la creación de la categoría de coches pequeños con la que la UE quiere democratizar la electrificación
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La Small Affordable Car Initiative busca impulsar eléctricos urbanos asequibles frente al empuje de China y en línea con los objetivos climáticos europeos. Esta paso permitiría crear coches eléctricos, pequeños y asequibles en Europa, con cadenas de suministro europeas. Ahora, el objetivo de la Comisión y los fabricantes es llevarla a término.
La UE abre la puerta a una categoría de pequeños eléctricos hechos en Europa
Stellantis y Renault piden a la UE nuevas reglas para preservar la competitividad de la industria europea
La Small Affordable Car Initiative fue presentada por Ursula von der Leyen en su último discurso en el Parlamento Europeo. Como prolegómeno de la misma, la presidenta de la Comisión hacía mención a los pasos que se venían dando para fortalecer al sector del automóvil, entre ellos, la concesión de una mayor flexibilidad con el fin de que alcanzase sus objetivos para 2025, así como, en lo que respecta a la neutralidad tecnológica, la preparación de una revisión de las restricciones -la imposibilidad de realizar emisiones de CO2 por los tubos de escape- de 2035.
Sin embargo, su principal objetivo fue presentar esta iniciativa para impulsar la producción de coches eléctricos en tanto que "millones de europeos quieren comprar automóviles europeos a precios asequibles", más allá de, con ellos, satisfacer el aumento de la demanda mundial de este tipo de vehículos.
Limpios, eficientes, ligeros, ecológicos y "construido aquí, en Europa, con cadenas de suministro europeas. Porque no podemos dejar que China y otros países conquisten este mercado", afirmó Von der Layen; porque "con independencia de todo lo demás, el futuro está en lo eléctrico".
Y Europa formará parte de ese futuro", haciendo hincapié en que "El futuro de los automóviles -y los automóviles del futuro- deben construirse en Europa".
A partir de aquí y tras presentar el proyecto a los fabricantes en el tercer Diálogo Estratégico sobre el Futuro de la Automoción Europea, en el que también se propuso adelantar la revisión de los estándares de CO2 inicialmente prevista para 2027 y la Comisión presentó su plan para movilizar 1.800 millones de euros para respaldar a las gigafactorías europeas frente a las chinas, se abre espacio al análisis de qué significa esta Small Affordable Car Initiative.
Los fabricantes, a la cabeza de la iniciativa
Responde a la petición de los fabricantes de automóviles europeos, tal como manifestaban públicamente tiempo atrás el anterior CEO de Renault, Luca de Meo; y John Elkann, presidente de Stellantis, en relajar la normativa, diseñada específicamente para vehículos de gran tamaño y precio, para los vehículos pequeños eléctricos, de cara a permitir su construcción por la industria automotriz europea.
"Lo que pedimos es una reglamentación diferenciada para los vehículos pequeños”, explicó en ese momento De Meo, subrayando que “hay demasiadas reglas concebidas para los más grandes y más caros, lo que no nos permite hacer coches pequeños en condiciones aceptables de rentabilidad”.
Ahora, con la Small Affordable Car Initiative la Unión Europea se abre a establecer normas diferenciadas que permitan abaratar costes de producción y venta, reactivando un segmento casi abandonado por los fabricantes europeos -concentrados, en la mayoría de los casos en modelos de gama media o premium- y que facilitaría el cumplimiento de los objetivos climáticos de aquí a 2035.
La propuesta supondría introducir reglas específicas en ámbitos como impuestos, exigencias de seguridad, homologación y estándares técnicos. En la práctica, estos coches tendrían requisitos menos estrictos que los modelos convencionales, lo que daría a los fabricantes margen para desarrollar vehículos más ligeros, de bajo coste y adaptados al entorno urbano.
El trasfondo es doble. Por un lado, muchos fabricantes europeos habían dejado de apostar por los eléctricos pequeños debido a que la elevada carga regulatoria encarece su producción y los vuelve poco rentables. Por otro, la competencia externa, especialmente la de China, donde los coches eléctricos asequibles ya se comercializan con éxito, está ejerciendo una presión creciente sobre la industria continental, que corre el riesgo de quedarse atrás.
La patronal ACEA, a la cabeza de la que está Ola Källenius, CEO de Mercedes-Benz, también respalda la iniciativa, si bien señaló que aún hacen falta pasos concretos para adaptar la normativa a la realidad.
Normas más laxas
Esta propuesta, sin embargo, abre un espinoso debate: ¿hasta qué punto es conveniente relajar ciertas normas de seguridad o de homologación para reducir los costes de fabricación?
Tal es así que si la iniciativa prospera, habrá implicaciones profundas. Por un lado, la fabricación se abarataría, lo que a su vez podría traducirse en precios más bajos para el consumidor, pero ¿a costa de qué?
A cambio, el segmento de los coches eléctricos urbanos se vería reforzado con una nueva oferta de modelos capaces de atraer a conductores que hoy no pueden acceder a esta tecnología, facilitando la transición a tecnologías libres de emisiones locales.
La competitividad industrial también saldría fortalecida, ya que Europa podría responder a la ofensiva de los fabricantes extranjeros, particularmente de los de origen chino. Y, a nivel medioambiental, todo apunta a que la democratización de una categoría con tanto peso de ventas por su accesibilidad ayudaría a alcanzar los objetivos de cero emisiones en 2035.
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